Cuatro primeros actores se reparten la Comedia Nacional de la decadencia argentina. Persiste un torbellino de personajes secundarios. Y una multitud de extras. Figurines que aparecen en el rubro “otros”.
Malabaristas del arte de mojar la medialuna. Para la eficacia del libreto, los cuatro concentran la pugna por el poder real. Su administración presupuestaria.
Dos procuran consolidarse (Macri y Vidal). Una, melancólicamente, está para recuperarlo (La Doctora). El otro, de una vez por todas, quiere conseguirlo (Massa). Pese a la debacle personal e institucional de los últimos seis meses. Pese a haberse puesto el país de sombrero. De haberlo chocado y volcado.
Pese a la indulgencia de la sociedad por la mugre aceptada de las off-shore familiares (que atentan contra la vara inútil de la transparencia), Mauricio Macri, El Angel Exterminador, aun puede retener su posición presidencial.
Aunque se expanda la desconfianza hacia el Tercer Gobierno Radical, que lleva ya 30 meses. Falta completar la eternidad del mandato. Otros 18. Seis de ellos, los próximos, desdichadamente sombríos. La economía se abrevia como el consumo.
La estanflación es horrenda. Como la convivencia con el riesgo del quiebre social.
Pero la causa del TGR es movilizada por una verdad inapelable.
“Si se cae Macri, no hay María Eugenia, ni Marcos ni Horacio”.
Por semejante sentencia, la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo, La Gobernadora, decidió cargarse al hombro el país volcado. Junto al personaje de reparto que suele brindar lecciones a los actores protagónicos. Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, aguarda su momento para conducir algo más que el Maxi Quiosco, Artificio Autónomo, la Capital.
Ambos, María Eugenia y Horacio, supieron simular los enormes buracos de gestión plantados por el Premier Marcos Peña, El Pibe de Oro. Otro personaje que no se resigna a ser, en la comedia, secundario. Es Peña injustamente señalado como responsable del retroceso que registra El Angel Exterminador. Junto a Don Jaime, El Equeco.
Creador ingenioso de esquemas simplistas para ganar elecciones.
Pero catastróficos para la rutina de gobernar. Derivaciones del plácido estilo de conducción del ngel. Estadista adicto al descanso. A la parsimoniosa nadería de desparramar las culpas.
La Chica de Flores y el Angel contienen a los personajes ambiciosamente secundarios que pueblan el Tercer Gobierno Radical, y a la base del Colectivo Cambiemos que brinda la legitimidad. Aquí aparece la señora Carrió, Bárbara Stanwickz, la Demoledora. Con la psicosis unánime de su intensidad mediática.
Como los radicales territoriales que suelen amontonarse entre los extraños modelos de la cultura PRO, a los que ni comienzan a entender. El conglomerado, de relativa relevancia, juega la ruleta del país a la pericia de los traders.
Artesanos de las finanzas. Discípulos de las peripecias inescrupulosas del maestro Michael Douglas, en Wall Street.
Cuando Michael, el hijo del viejo Kirk, prestaba la imagen para componer a Gordon Gekko. En efecto, el destino del TGR es arrastrado hacia la inspiración de Los Gekko. Timberos fascinantes de camisas rayadas, habanos y tiradores. Tiburones que se deslizan para acumular fortunas. Pero de pronto, en el revoleo tenso de la timba, se sorprenden con el manejo económico de aquello que fue un país.
La Argentina en bancarrota, a la deriva, que se encuentra a merced de los discípulos de Michael Douglas. Timoneada por Los Gekko, hacia la ilusoria reconstrucción.
Macri-Vidal.
Si Los Gekko, con la sustancial ayuda de la señora Christine Lagarde, Madame Bovary, logran encarrilar la economía, El Angel Exterminador aún está a tiempo de extender el calvario en 2019.
Aunque cada día son más los desesperados del TGR que prefieren, simuladamente, ser representados por María Eugenia.
Combinación del carisma con la credibilidad y el fortalecimiento de las encuestas.
Cuestión que Mauricio se dedique, en adelante, a la bonhomía moral del hinduismo. Con su mantra personal e intransferible. A los efectos de profundizar el culto de los chakras. Al dispendio de la energía Kundalini y a la algarabía distendida del tantrismo.
Sin embargo, lo sensato es que juntos compongan, probablemente, la oferta presidencial. Macri-Vidal. Faltaría, en adelante, encontrar al personaje secundario que pueda ser diseñado como gobernador de Buenos Aires. Tal vez sea Jorge, El Primo (que era) Pobre, pero al Uno le molesta que le compartan el apellido. O Emilio Monzó, El Diseñador, hoy recuperado por La Chica de Flores, aunque ni le interese ser medido, y prefiera recibir pronto el tratamiento de Excelencia, en alguna capital de Europa (o en Nueva York). O Cristian Ritondo, El Potro, favorecido, en este Provincial B, por el conocimiento del asfalto y del fango.
Candidata o presa.
La tercera figura supo ser la primera. Ocupa la centralidad.
La Doctora es la exclusiva beneficiaria de la sistemática declinación del µngel. La dama se limita a la inusual prudencia de la espera. Interrumpida por breves visitas al Instituto Patria. O por excursiones habituales hacia Comodoro Py. Es donde justamente planifican entretenerla (sin detenerla) los estrategas del TGR.
Hasta octubre de 2019.
La Doctora dista de ser el enemigo principal de Mauricio. Luce como la opositora recíprocamente preferida. En la lista prioritaria de enemigos a exterminar del µngel se encuentra, en primer lugar, Hugo Moyano, El Charol. De repente el caprichoso se dispone a acabar con “la conducta mafiosa” que le atribuye a Charol. Pero durante décadas fueron “amigos absolutos”, como en la novela de Le Carré. Cómplices como Bouvoir y Pecuchet. Habitantes del universo literario de Flaubert. Compartían espiritualidades, milanesas y dulzuras.
El segundo en la lista de enemigos políticos, por “su capacidad de daño”, es Sergio. Titular de la Franja de Massa. Con los sponsors incluidos, en especial uno.
Pero cuando el µngel necesita pelearse con alguien redituable, busca siempre a La Doctora. Para mantenerla vigente. Aunque ella se las ingenia sola para mantener vigencia propia, y repartir los naipes de la centralidad.
Según la receta del Equeco, La Doctora debe ser vencida por tercera vez. Contra ella se ganó en 2015, aunque el candidato fue Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol. Contra ella se ganó en 2017, en Buenos Aires, cuando era la candidata a senadora. Aunque de la campaña debió encargarse La Chica de Flores.
Cabe consignar que María Eugenia siente por La Doctora una admiración inconfesable. De lo que tiene enfrente, es lo único que francamente respeta. Es que el Búfalo (Vidal) y la Serpiente (La Doctora) se atraen. La afinidad es natural. Aunque deban combatirse.
Alrededor de La Doctora florecen importantes personajes secundarios que se postulan para el optimismo de ser el
Uno. Pero con facilidad aceptarían con ir de Dos. Para acompañarla.
Desde Milton Capitanich, El Montenegrino Denso, hasta el más Colibrí de los Rodríguez Saa. O el renovado Agustín Rossi, Axel Kicillof, El Gótico.
Otros optimistas secundarios del peronismo buscan su propia identidad en la diferenciación con La Doctora que supieron obedecer. Un remolino que se extiende desde Juan Manuel Urtubey, el Hermoso Brummel, hasta Miguel Pichetto, El Bugart.
O el propio Sergio. O De la Sota, Hugo Boss, o el Mejor Crédito del Felipismo. Nada indica que La Doctora vuelva a presentarse.
Sólo el sentido común. Porque tampoco existe ninguna razón para que no se presente.
Sabe que resulta fundamental para la estrategia de permanencia del TGR. El apriete es cada vez más significativo. Puede traducirse: “O va como candidata o va presa”.
Estrategia frágil que no contempla otra atendible posibilidad.
Que La Doctora se presente y que, para colmo, les gane.
Prepotencia de distrito
El cuarto actor del elenco es Sergio. Dos años atrás era otro muñeco exterminado por el Angelito. Como no lo pudieron destruir, los persuasivos lo prefieren captar. Los desorienta.
Por prepotencia de distrito. Por su obsesiva capacidad para la conspiración, armado de tres celulares, dos secretarios y bastantes diputados, El Alborotador vuelve a instalarse en el bolillero. Para ser considerado como otro aspirante a la confrontación con quien lo desprecia. Al que le sirvió, en un principio, como dador voluntario de gobernabilidad. En la “montaña mágica” de Davos.
Lo postulan naturalmente para la gobernación de Buenos Aires.
Pero no se pronuncia. Se percibe que pretende más altura. Es donde se siente mejor, a pesar de los porrazos.
Atrae con la misma intensidad que le desconfían. Se obstina en convencer a los interlocutores. Para convencerse que ya aprendió.
Que las caídas lo ayudaron a madurar.
Pero no le creen quienes con ansiedad lo buscan para arreglar nada. Al menos para tantearlo. Por curiosidad. O por las dudas.
Por si se puede mojar.
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