Sergio Agüero observa a Messi durante la práctica del lunes. Fotos: Prensa AFA.
Desde Moscú, Rusia
En la estación Spartak, la Selección Argentina de fútbol comienza a escribir otra página de su rica y sinuosa historia. Allí deberemos bajar, a la salida del metro, para llegar al estadio dónde el equipo de Lío Messi debutará en el Mundial de Rusia ante Islandia esta mañana de sábado en Argentina, las cuatro de la tarde por aquí.
Ya miles de argentinos arriban desde distintos puntos del país, desde toda Europa e incluso algunos que empezaron el tour del Mundial en Saint Petesburgo u otras ciudades rusas y arriban para el primer partido de la Selección. Unos 200 argentinos – catalanes, por ejemplo, que son de las peñas de los distintos equipos del fútbol argentino residentes en Barcelona, que se unieron para hacer este viaje y acompañar al conjunto que dirige Sampaoli.
Hoy el himno se escuchará bien fuerte, quizá “volvamos a ser locales”, como hace cuatro años con el “Brasil decime que se siente”, porque todavía queda un resto de “la pesada herencia”, aunque la disparada del dólar les hace pensar a algunos, que vinieron directamente de nuestro país, que ahora sí llegaron con lo justo y que no saben si podrán volver a repetir una experiencia así.
Pues a disfrutarla entonces. Y que la Selección este acorde a la ilusión de esos hinchas. Y a la altura de su prestigio histórico.
Se llegó hasta aquí con más dudas y confusión que certezas. No todas las culpas son de Sampaoli, por cierto. El llegó al final de una crisis provocada,-no solo en el fútbol-, y que se devoró a otros dos entrenadores antes, como en los tiempos pre-Menotti, cuando no existía “la Selección Argentina moderna” y todo era caos y desorganización.
El actual DT, se tiene que decir, contribuyó a esa confusión en lo específicamente futbolístico. Y desconcierta que su saludable idea de acumular jugadores de buen pie en la mitad de la cancha, más de un enlace para Messi, que ensayó en prácticas y amistosos, no se repita hoy en la formación definitiva y en la postura ante Islandia.
Desde 2008 para acá Lío se quedó sin abastecedores para brillar en libertad. Y si Sampaoli, como corresponde, lo entiende como delantero integral para desequilibrar suelto, es esencial que cuente con el o los enganches para que no tenga que hacer todo él, como en los dos mundiales anteriores.
La Selección no es candidata, porque no es aun un equipo. Aunque eso no debería decirlo quien se considera el mejor jugador del mundo. Argentina puede “prenderse” en el lote de los equipos ya formados y consolidados y que tienen una idea y saben a que juegan, como la convulsionada España, Alemania, Francia, Brasil. O hasta Uruguay, Colombia y Bélgica, que desde hace tiempo trabajan con mismos nombres y funcionamientos. Pero para que ello ocurra se necesita urgente un orden que rodee a Messi. El valor agregado del jugador argentino siempre está. Desde hoy se empezará a saber a que tren se sube la Selección en la estación Spartak.
@vitomundial