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Cultura 12 de junio de 2018

Solicitud de piedad

por Rodrigo Silva Pensado

En un estudio exhaustivo que comenzó el 25 de noviembre del 2015 y terminó a principios de este año, dirigido por el Instituto Nacional de Ciencias Sociales de la ciudad de Oklahoma (Incso), donde se investigó la problemática del carácter de los individuos en relación con los otros, dice que “la Argentina, luego de la India, es el pueblo más piadoso de la historia”.

Este informe llamó la atención de la ONU, de la Cepal y de otros organismos similares. También fue analizado por especialistas de varios grupos de investigación y de universidades importantes como la Sorbona.

Los porcentajes de piedad son llamativos: el 85 por ciento de la población albiceleste es piadosa, a lo largo de su vida, cada individuo responde con misericordia en un 70 por ciento de las situaciones a las cuales se enfrenta. Sin embargo, en la etapa preescolar sólo un 25 por ciento de los niños de todos los países del mundo son clementes.

¿Será que el niño en estos primeros años se resiste de forma impiadosa ante las garras de la historia y la renuncia inevitable de su yo por ella?

El magnánimo proyecto no tuvo en cuenta a los escritores de ficción, que subliman su egoísmo y crueldad en sus pequeñas y grandes obras. Sería imposible leerlas a todas e interpretarlas, para luego cuantificar los porcentajes de piedad que habitan en ellas.

Hasta los criminales aplican este elemento moral en sus asuntos. Algunos se atreven a decir que los argentinos son los más piadosos dentro del mundillo criminal, aún en los cruentos episodios de la historia como la “dictadura cívico-militar”, el genocidio de la “campaña al desierto”, la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, y el fusilamiento de Dorrego…

Dentro de las condiciones despiadadas que se hallan en todo diálogo que no sea de carácter hermenéutico, el filósofo italiano Gino Brémen habló sobre Solicitud de Piedad, su próximo libro aún no publicado; y que sin embargo compartió en una entrevista exclusiva, realizada por el programa de radio parisino Les Amis en colaboración con el diario Lemort.

Las primeras preguntas fueron sobre el concepto de piedad en relación al pensamiento, la religión y la historia. A lo que el Sr. Brémen respondió a modo de introducción: “La piedad es un signo inteligible, una moral espontánea que, desde tiempos remotos, resignifica las relaciones entre los seres humanos. También el sujeto la aplica con su entorno y los animales”.

Como dijo Schopenhauer, “el ser que no conoce la piedad se halla fuera de la humanidad. Ya la palabra misma de humanidad es considerada a menudo como sinónimo de piedad”. Sería imposible desconocerla y “no depende de nociones anteriores, de idea a priori, religiones, dogmas, mitos, educación o cultura”.

El conductor le pidió al invitado que profundizara sobre la falta de compasión en el niño y cómo esta situación luego se revierte en algunos casos. A lo que él respondió: “El niño no quiere doblegarse ante el lenguaje opresor ni a los valores que el adulto quiere inculcarle. Por eso dramatiza su yo bajo el carácter de la envidia, y no reconociendo el valor del yo ajeno, más bien lo ve como un no-yo. Ser piadoso es renunciar al ‘sí mismo’. Por eso la empatía con el otro se realiza a medida que el humano vive y comprende ‘los dolores del mundo’. El sufrimiento, la miseria y la angustia activan los instantes de compasión”.

Para finalizar, un columnista especializado en artículos filosóficos le preguntó qué pensaba sobre la violencia desmedida y la agonía de la piedad. El Sr. Brémen se tomó unos segundos para pensar y se dirigió brevemente a la audiencia:

“Aunque el mundo está cada vez más violento, saturado de egos que aún no son conscientes de la humanidad y cargado de imágenes que lo vuelven un lugar fantasmagórico, resurge una solicitud de piedad auténtica a pesar de los simulacros exagerados de bienestar y felicidad”.