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La Ciudad 29 de abril de 2016

La perra callejera que reunió a un barrio

Durante años se la pudo ver en la esquina de Matheu y Dorrego. Los vecinos de San José no olvidan a "La Negra".

En el jardín de una casa del barrio San José, prendida a un árbol, hay una placa que recuerda a “La Negra”. Ya pasaron cinco meses desde la tarde en que los vecinos se reunieron allí para despedirla y darle sepultura; y diez años desde el comienzo de esta historia, que en sus comienzos tuvo tres protagonistas: un cartonero y sus dos perros. Los habitantes del barrio eran solidarios con los tres.

Cierto día, después de una llamativa ausencia, los dos perros -“El Boby” y “La Negra”- retornaron solos. Alguien dijo que el hombre había muerto.

“Boby” pronto consiguió albergue en una casa del barrio, pero un día se ausentó y nadie volvió a verlo. “La Negra” estableció su residencia callejera en la ochava del kiosco de Dorrego y Matheu. Entre muchos habitantes del barrio se instaló la convicción de que había en ella una actitud de espera.

En el kiosco no tardaron en habilitar una alcancía para atender las necesidades de “La Negra”, a quien nunca le faltó comida, agua, ni abrigo. Taxistas, comerciantes y vecinos supieron de sus visitas y de su compañía, pues había establecido un circuito de amigos humanos o caninos a los que frecuentaba diariamente.

Durante el último año de su vida abandonó parcialmente la vida callejera. Un vecino le brindó un lugar en su casa para que durmiera por las noches. También comida, asistencia veterinaria y la medicación que su artrosis requería.

Pero “La Negra” jamás perdió su libertad, es decir, su costumbre de andar y desandar el barrio, a veces hasta altas horas de la noche mientras la aguardaban con preocupación en su nueva casa.

El barrio la lloró en noviembre pasado cuando un accidente en la calle se llevó su vida. Le dieron sepultura en el jardín de la que fue su última vivienda y los vecinos se reunieron para despedirla. Por esas cuestiones de la vida ciudadana, muchos se conocían apenas de vista. No tardaron en descubrir que aquel acto había servido para reunirlos.

Desde entonces, prendida a un árbol, está la placa que reza: “Junto a este árbol descansa La Negra”. Luego puede leerse un agradecimiento por el amor que le brindó al barrio.