Una generación con sed de revancha
Messi y compañía pusieron demasiada alta la vara en los últimos años llegando a las finales del Mundial de Brasil y a la de las dos últimas ediciones de la Copa América. Pero esas derrotas en los partido decisivos dejaron huella.
por Víctor Molinero
Desde los dos títulos consecutivos en la Copa América (1991 en Chile y 1993 en Ecuador), la Selección Argentina (mayor) de fútbol no se sube a lo más alto del podio en una competencia oficial organizada por la FIFA.
Sí se ganó la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 con Marcelo Bielsa y de Beijing 2008 con Sergio Batista al frente. Pero en ambos casos con planteles Sub 23 reforzados por tres mayores y por fuera de la órbita de la FIFA.
La generación de Lionel Messi y compañía fue la que más cerca estuvo de terminar con tantos años de sequía. Y paradójicamente es probablemente la más vapuleada por una buena parte de los argentinos por haber llegado a tres finales y no haber ganado ninguna.
Aún cuando las dos frente a Chile, en las últimas dos ediciones de la Copa América hayan sido por penales en partido cerradísimos. O cuando frente a Alemania, en la definición del Mundial de Brasil 2014, el equipo de Alejandro Sabella haya jugado quizás su mejor partido del torneo y hasta fue más que el a la postre campeón.
Gonzalo Higuaín fue el blanco preferido de muchos por sus fallos en jugadas puntuales de esas tres finales. Pero también fueron señalados por sus inoportunas lesiones Sergio Agüero y Angel Di María. E increíblemente no fueron pocos los que destinaron sus desmedidas críticas (en algunos casos mal intencionadas) a Lionel Messi, el mejor futbolista del mundo del milenio y uno de los cinco mejores de la historia.
Porque hay quienes todavía ponen en duda el compromiso del crack rosarino para con la Selección, siendo que en su momento optó por Argentina cuando tuvo la chance de jugar para España, o que resignó períodos de descanso o vaciones para viajar a jugar algún amistoso irrelevante con la Selección albiceleste aún cuando arreciaban las críticas.
Su ausencia, por lesión o suspensión, se lamentó. Sin él Argentina sufrió horrores y penó para poder clasificar al Mundial de Rusia. Finalmente lo logró gracias a que el propio Messi frotó la lámpara en Quito, marcó tres goles y fue determinante para ganarle a Ecuador como visitante y meter al equipo en la cita ecuménica.
Parte desde atrás
Si hoy Argentina es mirada con respeto de cara al Mundial que se viene claramente es por la presencia de Messi.
Porque, claro está, la Selección de Jorge Sampaoli todavía no funciona como equipo. Es que desde su llegada el año pasado el técnico capeó el temporal de las urgencias sin tiempo ni lugar para moldear su estilo. En todo caso habrá que ver si le alcanza para lograrlo este mes previo.
De todos modos, aún siendo optimistas, difícilmente Argentina pueda equiparar la línea de los tres grandes candidatos, España, Alemania y Brasil, tres equipos consolidados y con un recorrido superior.
Argentina, en todo caso, podrá ser ubicada en un segundo escalón con Francia, Inglaterra y Bélgica. Por Messi pero también por el nivel de competitividad de un grupo de jugadores que sabe que está ante su última gran chance de hacer historia.
Es que ya no habrá otro Mundial para los Mascherano, los Higuaín, los Biglia, los Banega, los Rojo y los Di María.
Detrás asoma una camada de enormes futbolistas que sin embargo no parecen estar destinados a descollar en los mejores equipos del mundo como sí lo hicieron los anteriores.
Paulo Dybala, o el hoy ausente Mauro Icardi son los más cercanos a la elite de la nueva camada. Y habrá que ver para qué están los Lautaro Martínez, Ricardo Centurión, Maximiliano Meza, Nicolás Tagliafico, Marcos Acuña, Giovani Lo Celso…
Hoy algunos de ellos comenzaron a darle forma a la transición con su presencia en Rusia. Se espera que Messi pueda jugar un Mundial más y acompañar esa etapa en la que sus laderos ya no estarán.
Lo concreto es que esta de Rusia es sin dudas la última oportunidad para este grupo. Partiendo desde atrás para “la cátedra” pero con una sed de revancha notable. Y con un fuera de serie como Messi todavía intacto.