por Julia Van Gool
@juliavangool

José Claudio Escribano, histórico cronista político del diario La Nación, estuvo presente en las jornadas para editores de medios que organizó esta semana en la ciudad la Asociación de Periodistas Argentina (Adepa). En ellas, se pudo escuchar a muchos de los asistentes repetir por los pasillos del Hermitage Hotel, donde se llevó acabo el evento, las anécdotas de más de 60 años de trayectoria que Escribano contaba en las pausas entre paneles. La que más deslumbró fue, sin duda, la época en la que debió cubrir los “duelos de honor”.

También, en medio del debate sobre la era digital y el periodismo, advirtió que trata de ser un “hombre contemporáneo de sí mismo”, por lo que lee los diarios tanto en formato papel como online. Eso sí, aclara: “En las plataformas digitales navego, surfeo, por la información, pero cuando leo textos que exigen cierta concentración, tengo el diario en la mano”.

Tras 50 años en el diario fundado por Bartolomé Mitre, el cual dirigió a partir de 1981, en 2006 decidió retirarse pero nunca del todo, todavía conserva su despacho y lejos está de abandonar su análisis político de los tiempos que corren. Así, habla de Macri, de Vidal y del kirchnerismo al tiempo que opina sobre la intervención del Partido Justicialista y advierte que la Argentina está repleta de talentos individuales, pero en su conjunto refleja una sociedad dividida y desorientada.

– La oposición en ocasiones habla de un “blindaje mediático” por parte de los grandes medios ¿Cree que es así?

– No sabría decirlo. Creo que el gobierno de Macri arrancó con un fuerte acompañamiento de muchos medios de comunicación pero por alivio a la etapa que había quedado atrás. La etapa de los Kirchner fue, en mi larga experiencia periodística, verdaderamente horrorosa para la prensa que quiere ser independiente. De modo que, por contraste, el macrismo contó con ese handicap a favor. Yo percibo que no hubo necesariamente un enamoramiento, no creo que políticos con una cierta frialdad natural como el actual presidente puedan suscitar entusiasmo. Yo creo que lo que domina sigue siendo ‘bueno esto no es precisamente lo mejor pero que no vuelva lo que estaba establecido antes’, pero sí veo que el juicio crítico crece. Y no está mal que crezca, los gobiernos en su desarrollo van produciendo desgaste. Hay un déficit en la calidad informativa de este gobierno, pero los gobiernos no tienen dificultades sólo porque haya un déficit de calidad informativa, sino porque producen actos que incomodan a franjas más o menos importantes de la sociedad argentina.

– ¿Como el descontento por el aumento de las tarifas?

– Sí, un caso es el de las tarifas, que mucha gente lo sufre y percibo que en este momento lo está sufriendo tanto o más la clase media, por las características de la actualización. Pero pienso, también, en la herencia recibida y que el precio de los servicios públicos no se compadecía de ninguna manera con la realidad. No puede ser que un Estado esté subsidiando de la forma que lo hacía el Estado argentino. Argentina tiene mucho de país inviable si no cambia. Es insostenible la magnitud del déficit público, es inviable la magnitud del gasto público, sobre todo concentrado en salarios por tener una importante cantidad de empleados públicos, y esto lleva a plantear la viabilidad de algunas provincias. Es un tema terrible porque la identidad de un hombre en relación con su propio terruño es algo que se corresponde con sus afectos más profundos, pero hay provincias que no producen la riqueza compatible con la necesidad de desarrollarse y de crecer.

– ¿Y qué puede decir de la sociedad argentina? ¿Está dividida como muchos se encargan de resaltar?

– Tenemos por un lado una sociedad inarticulada, que no trabaja sistemáticamente; una sociedad que no tiene claro adónde ir. La misma sociedad que fue, y con la misma fuerza, con el menemismo hacia un extremo del liberalismo, una década después iba en dirección contraria. Es una sociedad que no sabe adónde quiere ir. Y no veo el cambio en nuestra sociedad. Entonces yo más que preguntar por el gobierno de Macri, que sigue siendo para mí, a pesar de las diferencias que tengo en muchos órdenes, un alivio respecto a lo que fue el kirchnerismo. Creo que debemos plantearnos y preguntarnos qué es lo que quiere la sociedad argentina hacer de sí misma porque creo que no tiene una idea de visión de país.

– ¿Eso hace que sea tan impredecible el resultado de las elecciones del año que viene?

– Si no ocurrieran cambios extraordinarios, frente a la segmentación del peronismo, este gobierno tiene chances. Para la reelección del Presidente o para una candidatura suponiendo, que no lo creo, que la gobernadora de Buenos Aires quiera. Creo que de todo el elenco oficial la figura que sabe transmitir mejor una emoción política, que tiene una habilidad manifiestamente mayor para hacer la conexión con el otro y con los otros, es la gobernadora. Esto no lo da la experiencia ni la academia; esto la experiencia y la academia lo pulen y lo mejoran, pero es un don. Así como Messi tiene el don para jugar al fútbol, esta mujer tiene un don para conectarse con la sociedad. Pero en política nunca está dicha la última palabra, el peronismo está segmentado hoy, no sé si el año que viene logrará un cierto tipo de unidad que signifique una competencia muy difícil de superar para el oficialismo. Si fuera así espero que el peronismo aprenda de sus errores del pasado.

– ¿Qué opina de la intervención del Partido Justicialista?

– No la entiendo. Entiendo cualquier decisión en función de los argumentos y los argumentos de la jueza interviniente para la intervención son propios o apropiados para un documento político, pero no para una sentencia judicial. Quisiera creer que la Cámara Electoral va a revocar esa decisión por sus fundamentos.

– ¿Cree que Argentina va dejar de tener, como usted dijo, “mucho de país inviable”?

– Voy a contestar que sí. Soy padre de cuatro hijos y de seis nietos y lo peor es que soy parte, con mi mujer, de una típica familia de clase media partida por la mitad. Con dos hijos sobre cuatro en el exterior y con tres nietos sobre seis que viven en el exterior y en países muy lejanos. Somos parte de esa Argentina del éxodo en lugar de ser la Argentina de la convocatoria y de la inclusión que dio lugar a que nuestros antepasados vinieran a estas tierras, esa es la Argentina que yo quiero para el futuro. Nunca debemos perder la fe y por eso debemos decir lo que pensamos y tratar, cada uno desde su lugar, procurar que las cosas se hagan de mejor manera de lo que se han hecho hasta acá.