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Opinión 27 de abril de 2018

Hay que fortalecer la carrera docente

por Alieto Guadagni

El proyecto recientemente presentado sobre un nuevo régimen para la carrera docente porteña debe ser considerado prestando atención a los grandes desafíos que plantea la educación requerida en este siglo XXI. Para que mejore nuestra escuela, es necesario avanzar por el sendero de una mejor preparación de nuestros maestros. Con este propósito, es útil prestar atención a la experiencia de las naciones que encararon nuevas políticas de formación docente y obtuvieron buenos resultados. Esto ocurrió en países con altos puntajes en la Prueba PISA, donde se concretaron grandes avances en las últimas décadas, gracias a los nuevos programas de formación de sus docentes.

En Finlandia, Corea del Sur, Singapur y Australia, los programas de formación docente son responsabilidad de las universidades. El caso finlandés es ilustrativo, ya que la preparación de los docentes dejó atrás la etapa de cursos de corta duración y avanzó hacia un nuevo diploma de maestría universitaria con duración mínima de cinco años. El ingreso a esta carrera de nivel universitario no es ahora nada fácil, ya que lo consigue apenas uno de cada diez aspirantes. Algo similar ocurre en Corea del Sur, donde ingresan a la universidad para la carrera docente únicamente aquellos aspirantes que se ubiquen en el 5 por ciento superior de los exámenes de graduación secundaria. Esta rigurosidad tiene como objetivo formar maestros bien preparados, consistentes con una profesión vital para una sociedad apta en pos de afrontar las exigencias educativas de este siglo.

En América latina debemos mencionar expresamente el caso del Ecuador, cuya Ley de Educación Superior, promovida por el entonces presidente Rafael Correa, estableció el Examen Nacional para la Educación Superior (ENES), cuya aprobación es ahora requerida para ingresar a la universidad donde se gradúan los docentes. El puntaje exigido para ingresar a la carrera universitaria docente, de 800, es mucho más exigente que para hacerlo en Ciencias Sociales, Ciencias Económicas e Ingeniería, carreras a las que se puede ingresar con 555 puntos.

Estas políticas educativas apuntan a asegurar que los mejores estudiantes secundarios de hoy sean los maestros de mañana. Señalemos que estos países, como la inmensa mayoría, tienen exámenes finales de graduación secundaria, cuyo resultado habilita el ingreso a las universidades públicas o privadas. Por el contrario, la Ley Nacional de Educación vigente en nuestro país prohíbe estos exámenes, ya que consagra el principio del “ingreso irrestricto”.

Ahora bien, si pretendemos que la carrera docente sea la más exigente, debemos simultáneamente avanzar por el sendero del aumento de salarios, que son bajos comparados con otros países, para asegurar que estén entre los mejores sueldos de la administración. Pero atención, y esto es crucial, para asegurar financieramente este incremento sostenido en la remuneración a los maestros debemos, al mismo tiempo, incrementar la cantidad de alumnos por cargo docente, relación que en nuestro país es una de las más bajas no sólo de América latina sino del mundo.

En síntesis: hay que fortalecer la carrera docente de nivel universitario, a la que puedan ingresar únicamente los mejores estudiantes secundarios y que, una vez graduados, reciban los mejores sueldos de la administración pública.

(*): Director del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano.