Neurótico petróleo
Por Raquel Pozzi *
Ungidos por la intranquilidad; por la progresiva caída del precio del barril de petróleo y la variabilidad con que opera el precio a nivel global. Estados como Irán y Venezuela, gestionan una alianza pretendiendo generar una reunión extraordinaria con los países exportadores de petróleo, OPEP, con el objetivo de crear un marco de estabilidad de precios ya que Arabia Saudí desde el 2014 ha tomado la decisión de producir petróleo a marcha forzada y no reducir la oferta en un contexto de sobreproducción y posterior derrumbe de los precios del oro negro. El WTI ha perforado los U$S 30 por barril y su caída estrepitosa anuncia que podría llegar a los U$S 20 si los estados productores no aminoran el ritmo de la oferta.
La situación es más dramática para la República Bolivariana de Venezuela que por vez primera en su historia compra petróleo a Estados Unidos. La falta de inversión en tecnología para refinar el hidrocarburo venezolano ha forzado al gobierno de Maduro a comprar 550.000 mil barriles de petróleo West Texas Intermediate (WTI) para diluir el crudo venezolano que es más pesado que el estadounidense en las refinerías de Curazao. Si bien es la primera vez que lo gestiona con Estados Unidos, existen antecedentes de la misma operación con países como Argelia, Nigeria y Angola.
Neurosis impensada.
Mientras Estados Unidos y Arabia Saudí invaden al mundo de crudo, la crisis neurótica se expandió a los países emergentes que durante gran parte de la historia económica fueron los que producían y exportaban y quienes consumían eran los países industrializados. En el S. XXI ésta reversión responde según la Asociación Internacional de Energía (AIEA) por la obtención de petróleo de esquisto de Estados Unidos en las arenas bituminosas de Canadá.
Durante el 2015 con el crecimiento de las economías emergentes el consumo de petróleo se ha centralizado en los países en desarrollo ascendiendo de 95 millones de barriles diarios a 135 millones de barriles de crudo. Pero en los últimos años y con el ascenso al primer puesto de productores como Estados Unidos comenzó a gestarse un giro importante entre los países que producen y los que demandan. El ejemplo claro lo constituye lo expuesto anteriormente sobre Venezuela.
Una gran tensión y crisis tiene otro correlato y que se focaliza en la contracción de economías tan importantes como las de China; Brasil y Rusia, lo que conlleva a la caída del consumo del oro negro. Este escenario presagia una larga espera con respecto al aumento del precio, todo dependerá de la carrera de aceleración o desaceleración de las economías emergentes y del control de la comercialización de petróleo de contrabando por parte del Estado Islámico cuyo precio irrisorio llega a perforar los U$S 20.
La Inmovilidad como patología
La imposibilidad de llegar a un acuerdo en la pugna por reducir la oferta y estabilizar el mercado del crudo subyace de la patología que genera la neurosis por la falta de proyecciones certeras y la ausencia de la empatía con respecto a aquellos países que son productores de petróleo integrantes de la OPEP pero que no pueden hacer frente a los grandes déficits que generan sus economías dependientes y mono-productores.
Las advertencias de algunos analistas se centran en China en el crecimiento industrial y de servicios, lo que representaría un automático descenso en el consumo del crudo. La República Popular de China es la médula por dónde circula la economía global, las modificaciones de las estimaciones del crecimiento han alarmado a quienes lo abastecían con materias primas debido a la progresiva caída de su crecimiento en el último año (6,9%) luego de veinte años de desarrollo a “tasas chinas” (entre 10 y 12 % ).
La caída del precio del petróleo puede desembocar en una especie de círculo vicioso por un lado y virtuoso por el otro. Vicioso porque la reducción de los ingresos por la exportación del crudo lleva indefectiblemente al debilitamiento de las economías que dependen del mismo, provocando una inevitable turbulencia socio-política y Virtuoso porque aquellos estados que sean previsores de sus economías comenzarán a buscar otras alternativas para poder diversificar ingresos y no depender exclusivamente del crudo.
Vicio y virtud se conjugan en un escenario engorroso dónde las políticas económicas que deberán aplicarse dependerán de las fuertes decisiones políticas de los estados que han optado por el modelo de estado benefactor y que en plena contracción de sus economías por: la variabilidad de los precios de las commodities; el fortalecimiento del dólar y la obligada devaluación de sus monedas, por ejemplo, China y Brasil; la neurosis no llegue a los altos mandatarios que son lo que deberán tomar el timón de mando afrontando la avalancha de protestas sociales, habituados a exuberantes ingresos a las reservas de los Estados y al reparto equitativo o no de la riqueza. Frente a un escenario de contracción, de austeridad y de posibles devaluaciones por la falta del ingreso que ocasionaban los altos precios de las commodities, el vicio puede transformarse en virtud si en la esfera política los que regentean la dirección del timón de mando, logran equiparar los reclamos de la sociedad civil con la economía real dejando en el camino el envilecimiento que provoca creer en la infinitud de la economía virtual.
* Profesora en Historia