Por el abuso de tecnología, los nenes tienen dificultades para aprender la lecto-escritura
Un estudio volvió a poner en cuestión el tiempo que las niñas y los niños de 5 años pasan frente a los aparatos electrónicos. Más del 55% tiene un desarrollo psicomotriz por debajo de su edad.
Un trabajo realizado por la kinesióloga marplatense Daniela Gigli reveló que más de la mitad de las niñas y niños tiene algún desfasaje en la coordinación visomanual (ojo y mano) provocada por el uso excesivo de la tecnología.
Esto afecta al aprendizaje de la lecto-escritura, a la maduración cognitiva, a la comprensión textual y hasta a la destreza corporal.
El estudio, que demandó entre 7 y 8 meses de trabajo, con realización de pruebas estandarizadas a los infantes de escuelas públicas y privadas y encuestas a sus padres, fue parte de la tesis de grado de la licenciada en kinesiología, especialista en la actividad psicomotora e integrante del Colegio de Kinesiólogos de la provincia de Buenos Aires (Cokiba).
En charla con este medio, la especialista aseveró que la difusión de estos datos no tiene intención de alarmar o cuestionar el uso de las tecnologías, sino “concientizar sobre el abuso de ellas y sobre la importancia de la participación familiar en la estimulación y el desarrollo de las capacidades de coordinación visomanual”.
“Hoy en día vemos que uno de los factores principales que dificulta que los niños adquieran un desarrollo grafomotor adecuado, es la masificación y el uso sin límite de los avances tecnológicos”, sostuvo.
“Los celulares, tablets, compus y dispositivos (táctiles) para juegos electrónicos y de consola sólo permiten la ejercitación de la mano y en particular del pulgar, dejando de lado aquellas destrezas motoras necesarias para la escritura. Esto conlleva además, a que la acción, exploración e imaginación en el pequeño se manifieste en forma escasa o nula”, explicó Gigli, encargada del área infantil del Servicio de Atención Temprana del Centro Conin Mar del Plata, kinesióloga matriculada del Cokiba y coordinadora de la carrera de Kinesiología de Ufasta.
Trabajo puntual
Para este registro se tomó una muestra no probabilística a 72 niñas y niños que asisten al sistema de educación inicial en Mar del Plata. De ese total, un 55% no cumplió con el desarrollo necesario, es decir que presentaron problemas de coordinación en la vista y en las manos lo que afecta directamente en la escritura.
El 31, 9% de los niños evaluados mostró una coordinación oculomanual (vista y manos) correspondiente a su edad y el 6,94% tenía un desarrollo superior a su edad.
También se observó que el 17% de los estudiantes no sabían escribir su nombre sin ayuda y aún no se habían iniciado ni en la lectura ni en la escritura.
El informe lleva como conclusión que la mayoría de los niños tiene una motricidad fina inferior a su edad, siendo ésta como la de un niño de 4 años.
En la charla, Gigli indicó que “no se observaron variaciones entre niñas y niños y tampoco en cuanto a su concurrencia a establecimientos públicos o privados”.
Si bien se trató de un trabajo puntual, con un objetivo específico “la información obtenida, la repercusión y la temática, me generaron curiosidad y estamos viendo la posibilidad de continuarlo. En primera medida de ampliar la muestra y, luego, hacer un seguimiento. Nos dimos cuenta que es un tema del que quedan muchos hilos por tirar” comentó. De todas formas, reconoció que “por el momento es una idea, se requiere tiempo y mucha gente para la realización de las pruebas y análisis de los resultados”.
Desarrollo motriz
Según los expertos los primeros años de vida en el ser humano son decisivos en la formación y el desarrollo de la inteligencia, personalidad y el comportamiento social que alcanzará el niño en los años venideros. Por lo que al momento del ingreso al sistema escolar, debe poseer un nivel de desarrollo físico, psicológico y social que le permita enfrentar adecuadamente esa situación y sus exigencias.
La motricidad es uno de los núcleos básicos que contribuyen al desarrollo global e integral. Es el soporte de aprendizajes escolares propios de edades tempranas que, de no desarrollarse a su debido momento, repercuten negativamente para alcanzar los niveles de madurez que debieran darse. Tareas como rasgar, cortar, pintar, colorear o enhebrar se relacionan directamente con la capacidad del infante de coordinar su visión con los movimientos de manos y dedos; favoreciendo la motricidad fina, que desempeña un rol protagónico en el posterior aprendizaje de la habilidad manuscrita. Estos ejercicios suponen la representación mental de la acción, antes de realizarla, por lo que se pueden definir como una sucesión ordenada, funcional y precisa de movimientos ojo-mano, que implican un adecuado funcionamiento de los órganos visuales y una actividad reguladora del sistema nervioso central, para que se produzca la respuesta adecuada, en este caso las grafías del niño. “La lecto-escritura -según la Licenciada Gigli- es un proceso cognitivo que requiere de cierta madurez perceptiva, especialmente en las áreas visual, auditiva y de motricidad”.
“Lo que demostró el estudio no es irreversible. No se trata de prohibir los dispositivos, ni mucho menos, pero si es importante que, desde los primeros garabatos, se estimule y promueva que los chicos realicen otras actividades con cuentos, juegos de mesa, encastres, colorear, dibujar, etc, pero de manera sostenida en el tiempo, no aislada”, apuntó.
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