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Deportes 14 de marzo de 2018

De Mar del Plata a Mendoza

por Vito Amalfitano

Lo que tiene una le falta a la otra. A Mendoza lo superó el acontecimiento en su capacidad hotelera y toda su infraestructura. Pero este Boca – River, la segunda final de la historia entre los dos más grandes del fútbol argentino, no se jugó en Mar del Plata porque el estadio no está en las mejores condiciones y porque tiene menor capacidad que el Malvinas Argentinas, entre otras cosas.

Parece mentira que un acontecimiento de algo más de 40.000 personas haga colapsar el sistema hotelero de una ciudad como Mendoza. Pero, en efecto, muchos hinchas y algunos periodistas nos quedamos sin alojamiento, hasta que nos dio una mano el colega Sebastián Amato, de Frecuencia Fútbol y la gente de Cadena Xeneize, además de la camaradería del local Ariel Ortiz, de Radio Libertad 91.7 y Cadena Tres Mendoza.

Así fue como Fernando Ottolino, encargado del hotel Ibis Mendoza, dónde al final nos alojamos muy confortablemente en la zona Lateral Sur del Acceso Este de la ciudad, nos confesó: “No tengo más lugar desde hace varios días, y muchos hoteles están en las mismas condiciones, realmente este partido ha generado una expectativa increíble, incluso ha venido mucha gente sin entrada”. La previsión de Seba Amato hizo que igual tuviéramos una plaza en tan bello lugar.

Sería impensado que para Mar del Plata un Boca – River fuera un problema por sí solo para su capacidad hotelera.

Es cierto que se cubre toda el fin de semana del Superclásico en nuestra ciudad, pero eso no solo es por el partido sino porque es justamente el punto álgido de la temporada, cuando llegan turistas de todo el país para todas las atracciones. Un Boca – River en marzo, en cambio, para Mar del Plata, en su capacidad hotelera e infraestructura en general, con centros gastronómicos, sería “un juego de niños”.

Pero, a 40 años del Mundial 78, con un tiempo de vida igual al de este estadio Malvinas Argentinas, el Minella no ha tenido igual mantenimiento y sobretodo no está bien ahora.

Además, su capacidad es menor en unas 10.000 plazas a este escenario que está al borde del Cerro La Gloria. Pues entonces, si queremos en serio soñar con una Mar del Plata subsede del Mundial 2030 (en un país, además, dónde no se sabe que ocurrirá mañana, con todas las variables económicas quebradas), como alguna vez se pensó en aquella Copa del Mundo y como, sobretodo, verdaderos pioneros soñaron con los Panamericanos del 95, habrá que estudiar seriamente las condiciones del Minella, trabajar urgentemente sobre ellas, y analizar la posibilidad de un estadio nuevo para aquel futuro tan imprevisible.

Lo que tiene una le falta a la otra. Mar del Plata cuenta con una gran infraestructura y capacidad hotelera, y de primer nivel, y de todas las categorías. A Mendoza le falta algo de eso, pero tiene un estadio más grande y en mejores condiciones, y seguramente más “capacidad de seducción” de sus autoridades, con respecto a las de nuestra ciudad y de nuestra provincia, que a punto estuvieron de perder el fútbol de verano. Para pensarlo y repensarlo. Todos.



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