Por Marcelo Solari

Un primer tiempo de ensueño -otro más- y un segundo para aguantar, resisitir y festejar. Así transcurrió el triunfo que logró concretar Quilmes al superar anoche a Instituto de Córdoba, por 95 a 86, como local, en una nueva jornada de la Liga Nacional de Básquetbol.

Fue un muy buen primer cuarto de Quilmes, que logró establecer una brecha a partir de su arma predilecta: el tiro de tres puntos (5/12 en esos primeros 10 minutos), especialmente por la mano de Enzo Ruiz.

A Instituto le costó encontrale la vuelta a los ajustes defensivos sobre los tiradores, y la consecuencia lógica fue que el local anotó nada menos que 25 puntos en el segmento de apertura.

Tampoco fueron certeros los cambios de nombres propuestos por el entrenador Facundo Müller, y el “tricolor” empezó a adueñarse del juego cada vez con mayor presencia en la retaguardia y buenas decisiones ofensivas.

El predominio del local se acentuó en el segundo parcial. Porque Quilmes mejoró aún más lo bueno que había hecho en el capítulo anterior. Expuso mayor intensidad para cambiar y ayudar en defensa, obligó a pérdidas o malos tiros del rival, cuando pudo correr el contraataque lo hizo bien y distribuyó el gol entre varias manos, incluyendo un aporte soberbio del banco de relevos (24 puntos). Y a diferencia de otras noches, a las virtudes conocidas le agregó el cuidado del balón (apenas 3 pérdidas en la primera mitad).

Tal como le había sucedido a San Martín de Corrientes en aquel primer tiempo del miércoles, Instituto lució obnubilado, superado en forma rotunda por un rival que no le dio posibilidades de desarrollar su juego. Por momentos, fue otro recital de Quilmes, con ese nivel que lleva a preguntarse cómo es posible encontrarlo sumergido en lo profundo de la tabla de posiciones.

Casi como un calco de aquel juego ante los correntinos, los de Javier Bianchelli redujeron a su mínima expresión a Instituto, al que llegaron a aventajar por 22 puntos (53-31).

El regocijo lógico de su gente tenía, también, una lógica incertidumbre por lo que había pasado ante San Martín.
El encargado de activar los fantasmas que comenzaron a sobrevolar el Polideportivo fue Dwayne Davis. El estadounidense encestó tres triples consecutivos y en menos de 3m30s, la ventaja quilmeña disminuyó a 13 (59-46).

Pero eso no fue todo. La presencia de Dennis Horner por Facundo Piñero en la formación con respecto al quinteto inicial le reportó dividendos inmediatos a Instituto, que llegó a trasladarle una enorme presión al local cuando logró situarse a sólo 6 puntos (62-56).

Los murmullos de incredulidad desde las tribunas comenzaron a hacerse audibles, y entonces la cuarta falta personal de Davis resultó una bendición.

Sin llegar a adueñarse del trámite nuevamente, el “tricolor” consiguió mantener a raya a su rival, cerró el capítulo con una ventaja de 11 puntos y se preparó para resistir a pie firme el esperado vendaval de la Gloria en el cuarto final.

Y si bien no volvió a disfrutar de la tranquilidad de otros momentos del juego, en rigor de verdad no sufrió tanto para abrochar el esperado triunfo que se le venía negando.

Con algunos desempeños individuales muy destacados que sirvieron para apuntalar el funcionamiento colectivo: Bruno Sansimoni (20 puntos y 7 asistencias, sus mejores marcas históricas en Liga Nacional), Omar Cantón, Emiliano Basabe y Enzo Ruiz, por citar a los sobresalientes.

Síntesis

Quilmes 95

N. Ferreyra 4, E. Flor 9, E. Ruiz 19, R. Sánchez 9 e I. Basualdo 4 (FI). B. Sansimoni 20, O. Cantón 13, M. Maciel 2, E. Basabe 15, J.E. De la Fuente 0, D. Skidelky 0. DT: Javier Bianchelli

Instituto (C) 86

G. Whelan 10, D. Davis 36 (x), M. Gerlero 2, F. Piñero 11 y S. Clancy 8 (FI). L. González 4, C. Amicucci 2, D. Horner 6, L. Reyes 7. DT: Facundo Müller.

Estadio: Polideportivo Panamericano “Islas Malvinas”.
Arbitros: Pablo Estévez, Alejandro Ramallo y Cristian Alfaro.
Parciales: 25-18, 53-33 y 69-58.