El Superclásico se siente en la playa y genera malestar en algunos balnearios
Las hinchadas de Boca y River decidieron pasar el día en las costas de la ciudad. Desde el sector de alquileres de sombra optaron por no permitir la oferta de estadía por día en los complejos. Señalaron su descontento por los disturbios generados.
El Superclásico de Verano trajo más enojos que alegrías a algunos veraneantes y empresarios de la ciudad. A horas de que Boca y River se enfrenten en el Estadio José María Minella, las playas de la ciudad se encuentran colmadas por sus hinchas que, pese a los operativos de seguridad dispuestos en los puntos de encuentro centrales, generan el descontento de marplatenses y turistas que habían previsto disfrutar de una jornada de descanso y agobiante calor.
Con heladeritas, equipos de música y redoblantes, fanáticos viajaron de diferentes lugares de la provincia y el país para darse cita en Mar del Plata, capital del fútbol argentino durante la temporada. Sin intenciones de hacer noche en la ciudad, y por ende sin reserva de habitaciones de hotel donde descansar las horas previas al partido, centenares de grupos optaron por aprovechar el buen clima y hacer tiempo en la costa.
Así las cosas, Playa Serena y Punta Mogotes se convirtieron, previo acuerdo para evitar mayores disturbios, en una fiesta “xeneise” y “millonaria”, respectivamente. De todas maneras, algunos grupos de fanáticos minoritarios prefirieron apostarse en otras zonas más céntricas.
El despliegue de música y exaltación, sin embargo, no cayó bien a todos los veraneantes que estaban dispuestos a compartir el espacio público. De hecho, varias personas, en su mayoría familias, decidían retirarse del lugar al percibir los nuevos visitantes.
“Está complicado”, señaló Esteban, de La Plata, mientras esquivaba un grupo de hinchas de River que entonaban sin cuidado la tercera canción de cancha de la última media hora. Junto a su señora e hija habían decidido resignar la zona de Punta Mogotes que habían elegido desde hacía dos días, cuando recién habían llegado a la ciudad para pasar el fin de semana.
Quienes también optaron por dejar de lado sus intereses fueron los concesionarios de los balnearios quienes, asustados por un posible “desbande”, prefirieron restringir los alquileres por día y reservar las instalaciones de los complejos a los clientes de temporada completa o a aquellos que habían dado aviso los días previos.
“Este año decidimos no alquilar por día porque tenemos miedo a no poder manejarlos y terminamos incomodando a los que vienen siempre”, señalaron desde la administración del número 12 que, vale destacar, se encuentra ubicado al lado de una de las tres entradas públicas de la zona.
“Lo peor es que terminamos vendiéndonos perjudicados porque es el fin de semana más importante del verano y, encima, un domingo”, agregaron.
En la misma línea se pronunció el empresario Juan Salvi del sector de Varese y Playa Grande, quien puso el foco en la suciedad y los disturbios que se generan en las playas cuando eventos de estas características tienen lugar en la ciudad.
“Muchos están en la zona de Playa Grande y eso da lugar a momentos de incomodidad a los turistas que asisten. Si bien está controlado porque hay bastante presencia policial, nos están llegando varias quejas de los visitantes”, señaló.
En este sentido, Salvi aseguró que “se genera mucha basura, ruidos molestos y consumo excesivo de alcohol en toda la playa pública”, algo que perjudica el índice de ocupación en algunos balnearios más cercanos a los epicentros de festejos.
Lo cierto es que la gran mayoría de los fanáticos que se encuentran deambulando por las playas y las calles de la ciudad arribaron este domingo cerca de las 6 de la mañana. Los colectivos encargados de traerlos se dirigieron sin escala a las playas acordadas para cada club.
Muchos también aprovecharon el viaje para hacer un negocio y desplegar, en los pasillos públicos, camisetas, gorras y banderas del equipo de fútbol simpatizante. Las precios de ningún producto superaban los $200, una oferta tentadora para los que querían cambiar “el uniforme”.
“Salimos a la 1 de la madrugada de Buenos Aires y ahora estamos descansando”, señaló Paula, una joven que se encontraba almozarnado en uno de los chiringos de Mogotes con cuatro amigos. De fondo, la música del local se mezclaba con los cánticos de los fanáticos que, llevados por la alegría del momento, no cesaban de alentar.
La “millonaria” aseguró a esta cronista que se quedarían en el lugar hasta las seis de la tarde, hora en la que comenzarían la caravana hacia el Estadio donde aseguró, claro, que ganaba River.
La larga estadía de los hinchas en las playas generó también que tanto los operativos de seguridad como los turnos de los guardavidas se extiendan más de lo habitual.
Así lo señaló Oscar Pérez, guardavidas de Punta Mogotes, quien apuntó duramente contra la Agencia de Prevención contra la Violencia en el Deporte (A.Pre.Vi.De) al asegurar que no había “suficientes” efectivos de seguridad en el lugar.
“Nadie de la Aprevide vino acá a controlar absolutamente nada. Esto es un descontrol, están todos tomando alcohol, lo que genera que, a la ya poca conciencia que tienen a la hora de meterse al mar, se le sume la poca precaución que genera no estar sobrio”, señaló, asegurando que este domingo “se multiplican por 10 la cantidad de rescates”.
A su vez destacó que el Municipio no realizó refuerzos de guardavidas en la zona, sino que “los encargados de sector optaron por organizar mejor al equipo”. “Nosotros hoy decidimos hacer doble turno todos”, subrayaron.
“A Mar del Plata el fútbol de verano no le beneficia a nadie. Al contrario, nos perjudica”, concluyó.