Cómo funcionaba el taller en el que se aplicaba kambó y bufo a los asistentes
Los detenidos fueron dejados ya en libertad y son miembros de una organización española liderada por un argentino. Aseguraron al fiscal que les habían dicho que en Argentina el bufo y el kambó no estaban prohibidos.
Una empresa española dirigida por un santafesino es la responsable de los encuentros como el celebrado el viernes por la tarde en Mar del Plata y durante el cual la policía detuvo a dos de los organizadores por prover a los asistentes bufo y kambó, potentes psicoalteradores extraídos de sapos mexicanos.
Esta tarde los detenidos, un ciudadano español de 24 años y una puntana de 40, concluyeron sus extensas declaraciones ante el fiscal Leandro Favaro, quien les imputa los cargos de tenencia de material estupefaciente con fines de comercialización, además de la provisión de estupefaciente de forma onerosa.
Ambos dijeron al fiscal que los abogados de la empresa Inner Mastery, con sede en Madrid y cuyo director es el santafesino Alberto Varela, les habían asesorado que ni el bufo ni el kambó contenían en su composición sustancias penadas por la ley argentina. Sí, en cambio, les habían advertido de la ayahuasca, de modo que no incluyeron en el encuentro esta última.
Tras sus declaraciones, la pareja fue dejada en libertad, indicaron a LA CAPITAL las fuentes consultadas. No obstante, debido a que a los concurrentes al taller se les aplicaba la droga podría estar configurado allí un delito de competencia de la Justicia Federal.
El taller de expericiencias alucinógenas que ayer fue interrumpido por la policía en un centro cultural de Río Negro al 4400 es uno de los tantos que se realizan alrededor del mundo -Inner Mastery está presente en 20 países- y que también ya había tenido alguna versión en Argentina semanas atrás.
Sin embargo, la policía local y el fiscal Favaro descubrieron que por medio de redes sociales se difundía un evento de ese tipo en la ciudad.
Para el taller en Mar del Plata se habían anotado 5 personas, las que pagaron un mínimo de 2.500 pesos a cambio de recibir la aplicación del bufo o kambó. Estas sustancias se extraen de anfibios hallados principalmente en regiones de la selva mexicana y amazónica, aunque se las sintetiza y luego se las cristaliza. En definitiva, lo que se obtiene son escamas y por ello al bufo de la conoce como “Escamas de sapo”.
De acuerdo a los ampliamente investigado en el campo científico, el bufo es un alucinógeno basado en la presencia de dimetiltriptamina, un compuesto que se lo encuentra en animales y plantas. El ser humano también lo produce en muy bajas cantidades en el cerebro y algunos médicos aseguran que surge en experiencias cercanas a la muerte.
Con el kambó sucede algo similar y para la cultura chamánica es un poderoso veneno que, aplicado en dosis bajas, lo “cura todo”.
Lo que se ofrecía el viernes en Mar del Plata era un taller para experimentar los efectos de estos alucinógenos, los que estarían penados por la ley, ya que su compuesto principal -al menos en el bufo- es la dimetiltriptamina (DMT) que figura en el puesto 111 de las sustancias prohibidas.
El taller de
la polémica
De acuerdo a la declaración de la mujer detenida, el bufo y el kambó fue provisto por la empresa en Uruguay, país al que llegó luego de su elaboración en España. La cadena de manufactura se inicia en México, con la extración del veneno de los sapos.
La inscripción para el taller de Mar del Plata se efectuó por internet y el interesado debió llenar un formulario y asesorarse -si lo creía necesario- con un tal Sergio, cuyo número teléfonico aparecía en el anuncio.
“Taller vivencial de Bufo y Kambó, ‘La vacuna de la selva’, desintoxiación completa del organismo y la experiencia cumbre de unidad y fusión completa con la totalidad, el infinito y la eternidad”, era la descripción del encuentro con una duración de 10 horas, desde las 9 a las 19.
En base a sus declaraciones, el joven español, que es psicólogo, estaba a cargo de la logística y de realizar entrevistas a quienes se iban a someter a la experiencia del taller, mientras que la mujer era quien aplicaba el bufo y los kambó.
Según trascendió, la explicación dada por ambos detenidos fue que se trata de una terapia para atacar diferentes patologías, aunque entre la documentación secuestrada durante el taller no se distinguen historias clínicas o certificados de los concurrentes con algún tipo de enfermedad.
Lo cierto es que lo que aparentaba el encuentro era algo más vinculado a la experiencia alucinógena de quienes pagaban que a un tratamiento para mejorar la salud. Pero había ciertas reestricciones, de acuerdo a un instructivo publicado por la propia empresa española: “quienes quieran participar dos experiencias, primero es con Kambó, ya que enraíza y conecta con el cuerpo, y luego con Bufo Alvarius, ya que expanden la consciencia hasta llegar a la fusión con la unidad y/o las limitaciones de las que queremos trascender. También se puede utilizar esta opción de 2 sesiones para realizar dos sesiones de Bufo. Para el Kambó se debe dejar pasar por lo menos 24 horas entre cada sesión. El Bufo se puede tener 2 o más sesiones en el mismo taller”.
Los más arriesgados, los que querían 3 experiencias “con Kambó + Bufo Alvarius deben participar de talleres de día completo, en ese caso por la tarde se realizaría Bufo, según qué sustancias hubieran tomado por la mañana. También se puede utilizar esta opción para realizar tres sesiones de Bufo. Ya que para el Kambó se debe dejar pasar por lo menos 24 horas entre cada sesión. En un taller de medio día o de un día solo se puede aplicar una sesión de Kambó pero con Bufo se pueden realizar 3 sesiones dentro del mismo taller sea de medio día o de día entero.
Los 5 concurrentes al taller de Mar del Plata fueron citados como testigos de la causa.
En tanto se aguardan los peritajes químicos a todo el material secuestrado a fines de determinar con precisión qué otros compuestos poseen. Y también para saber si se sostiene la imputación del artículo 5 de la ley 23737, en su inciso E, que indica que será reprimido con prisión de cuatro (4) a quince (15) años a quien “entregue, suministre, aplique o facilite a otros estupefacientes a título oneroso. Si lo fuese a título gratuito, se aplicará prisión de tres (3) a doce (12) años”.
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