Alerta naranja 2018
Por Raquel Pozzi. Profesora en Historia/Analista en Política Internacional
El año nuevo no estrena conflictos sino que se profundizan a la luz de movimientos de protestas, de discursos hueros y superlativa insensatez. Bastante raída está la situación en el mundo, pero en la Península Arábiga cada vez más rancia y como tiránica férula en la vecindad huele a revueltas en la República Islámica de Irán que nos aventó con protestas que generaron mil y una interpretaciones.
La lógica era justamente esa, si el año 2017 había comenzado con la asunción de Trump a la presidencia de los EEUU, el año 2018 nos ayunó con acontecimientos en alerta naranja. Irán, desde el año 2009 no protagonizaba manifestaciones pero en diciembre del 2017 la neurosis de la muchedumbre parecía desalinear los pilares de la arquitectura política de Irán, o por lo menos, preocupar.
Quizás es cuestionable la idea generalizada que la economía subsume a la política pero en el caso del estado persa pueda ser una de las fundamentaciones en una configuración geográfica dónde los guarismos económicos han dejado en el patio de atrás a la mayoría de las poblaciones del interior y a todo el esquema tribal (kurda, árabe, baluch, pasthun, bakh, tajik, dagestani y otras) que sobrevivieron los tiempos de la revolución islámica de 1979.
Lo cierto es que una de las treinta provincias, Khuzestan, fue el escenario dónde comenzaron las protestas, específicamente en la capital Ahvaz, territorio con larga historia de pertenencia a otros estados (ej. Iraq) repartido por innumerables pactos entre Reino Unido y Francia, basta con mencionar el pacto Sykes-Picot (1916). Concretamente los manifestantes se atrevieron a ofender la visión que se tiene del régimen iraní a través de cánticos tales como: ¡La nación es un mendigo, mientras lo clérigos viven como Dios! ¡Ni Gaza, ni Líbano mi vida está en Irán!
En pocas palabras los vitoreo dejaban entrever el descontento por el aumento del desempleo, moneda devaluada, déficit fiscal y la escalada inflacionaria en un contexto regional turbulento que no da treguas a la cúpula del clero y la guardia revolucionaria y dónde la fuerza de la inversión económica desde la gestión de Rouhani cambió el eje centrípeto hacia afuera: en la lucha contra el ISIS; el financiamiento de los houtíes contra Arabia Saudita y el fortalecimiento de los cuadros políticos como militares de los shiies en la región. Aunque la suspensión de las sanciones a Irán ratificadas por Donald Trump significó brisas de calma, el escozor que advierten las poblaciones más alejadas de Teherán es que toda la retórica de inversiones se está cayendo en pedazos.
Los bancos operan con cierta cautela por los temores a las sanciones, un ejemplo concreto es el Banco Francés Paribas quien experimentó el puño de EEUU, obligado a pagar multas fastuosas por operar no sólo en Irán sino en Cuba y Sudán. No está nada fácil para Rouhani cumplir las promesas de inversiones en más de 50 mil millones de dólares, el goteo es lento y la calma se pierde desde las provincias del oeste al noreste.
Algunos analistas apuntan a la cúpula ultra-conservadora que todavía responde al clérigo Ebrahim Raisi allegado al líder religioso el ayatolá Alí Khamenei y ex presidente Mahmud Ahmadineyad quienes pretenden un modelo alternativo en las relaciones exteriores: alejar a Irán de Occidente y recostarse en el regazo de la guerra contra Israel y sus aliados.
El apoyo de Trump a las manifestaciones en twitter, las expresiones de Netanyahu, el resurgir de las voces del partido comunista Tudeh y MEK movilizaron los tentáculos de Khamenei haciendo lobbie en contramarchas a favor del régimen y censurando las redes sociales. Si bien la calma ha vuelto, fue un aventón importante donde quedó claro que fuerzas exógenas intentan destruir el statu-quo hegemónico de la región.
Discursos hueros y superlativa insensatez
Entre los artilugios infantiles de Donald Trump y Kim Jon-Un con el botón más grande para generar una tercera guerra, suena casi bizarra la reunión entre los mandatarios de Corea del Sur y Corea del Norte para acordar acercamientos tibios con el pretexto de la participación de los norcoreanos en los XXIII juegos olímpicos de Pyeongchang 2018. Estrepitosamente Kim Jun-Un pretende cambiar el juguete peligroso del discurso bélico por la competencia leal que prolifera los mejores valores deportivos.
Creer en la ingenuidad del líder norcoreano sería fatal pero esta reunión expone un laberinto difícil de recorrer ya que condenar la participación en los juegos olímpicos a Corea del Norte sería políticamente incorrecto, sin embargo es tal el dislate y la bipolaridad de la conducta de los líderes que imbuye los ánimos en un cono ensombrecido por la superlativa insensatez: jugar con la guerra y participar en el deporte.
El año 2018 comenzó amenazante, Vladimir Putin sufre las consecuencias del apoyo a Al – Assad en Siria, como un boomerang las células terroristas en el Cáucaso Norte comenzaron a despertar y como si esto fuese poco para quebrantar el ánimo estoico de Putin, al sur de Turkmenistán en Afganistán, los talibanes son nuevamente la noticia, aunque desconcertante ya que ISIS/Daesh ha trasladado parte del ejército muyahidín a Kabul dónde atentados de gran envergadura amenazan la paz.
Trump introduce el dedo en la llaga al reducir el financiamiento que EEUU propina a Pakistán, claro mensaje a Islamabab para que observe las actividades cuasi volcánicas del grupo terrorista Tafkir Wal Hijra y la llegada de otro grupo de yihadistas en Cachemira para luchar contra los talibanes y hacerse del potencial nuclear de la República Islámica de Pakistán. Complicada la situación para Vladimir Putin y para el líder chino Xi Jinping, la ruta de la seda II tiene que esperar la resolución de estos conflictos que atentan contra la red ferroviaria asiática una de las tantas obras fastuosas de China.
Entre el histrionismo neonato de algunos líderes mundiales y los absurdos que utilizan para sus lúdicas alocuciones, los analistas requieren de un diván para platicar en solitario intentando comprender la esquizofrenia que reina en las altas esferas, en el mientras tanto dejamos como ejercicio de la memoria la mención de guerras fratricidas en Yemen, Somalia, Sudán y otros; el eterno problema de los refugiados de Rohingyas sumando la tragedia de los balseros venezolanos; la catástrofe del hambre, las epidemias que se expanden como polvo y los efectos letales del cambio climático.
El planeta está en un hervidero de acontecimientos nefastos que atacan todos los flancos pero la defensa es la tenue y frígida acción de organismos que están fuera de juego pero que pretenden enquistarse para mantener dentro de su puño las decisiones menos certeras pero eficaces a la hora de repartir las culpas a los que menos detentan pero contra los que más atentan. Alerta naranja enero 2018.
@raquelpozzitang
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