El Grand Slam de Real Madrid, el “siamo fuori” de Italia
Cristiano Ronaldo se llevó otra vez los títulos y los premios más allá de la gran actuación de Messi en el Bernabeu. Harry Kane y Hamsik, el poder del gol.
.Real Madrid campeón del Mundial de Clubes y de todo en 2017. Italia sin Mundial, el gran impacto. Kane, el máximo goleador. Hamsik, el que pasó a Maradona en Nápoli.
por Vito Amalfitano
@vitomundial
Paradojas mágicas del fútbol. Real Madrid, el club más poderoso del mundo, redondeó en 2017 el mejor año de su riquísima historia, con cinco títulos, y, sin embargo, sus seguidores lo terminaron con tristeza y cuestionamientos al entrenador por la categórica derrota de fin de temporada ante el Barcelona de Messi en el Bernabeu.
Real Madrid, en efecto, es la divisa más ganadora del fútbol mundial. Y, en ese plano, en 2017, alcanzó lo que nunca antes, una especie de “Gran Slam del fútbol”: Se quedó con la Liga de España, la Supercopa de España, la Supercopa de Europa, la Liga de Campeones y el Mundial de Clubes, en el que venció en la final a Gremio de Porto Alegre, el campeón de América tras la final que muy bien le ganó a Lanús. Real Madrid dueño de España, de Europa, del mundo.
La duodécima Champions, la Liga 33, la décima Supercopa de España, la cuarta Supercopa de Europa y por sexta vez campeón del mundo. Además, este Real Madrid es el primer bicampeón de la Champions desde el nuevo formato y desde que repitió el extraordinario Milan de Arrigo Sacchi, en las temporadas 89/90.
Este Real Madrid de Zidane y Cristiano Ronaldo alcanzó por primera vez en 59 años el “doblete” de Champions y Liga. No lo lograba desde los tiempos de Alfredo Di Stéfano.
En su impresionante andar por 2017 Real Madrid le hizo seis goles a Bayern Munich en semifinales de Champions y cuatro a Juventus nada menos que en la final. Cristiano Ronaldo llegó a 12 en el máximo torneo continental y fue elegido por la FIFA como el futbolista del año, una vez más.
Sin embargo, y a pesar de toda esa impresionante foja de servicios de 2017, Zidane disparó en el vestuario del Bernabeu el sábado de la goleada de Barcelona: “estamos jodidos”. Todo porque Messi frotó la lámpara una vez más y su equipo dio un paso en falso en “la Casa Blanca”.
Esa tarde parecía que Lío se consagraba como el goleador del año en el mundo, con su tanto número 54. Pero el inglés Harry Kane, de Tottenham, marcó seis goles en cuatro días y llegó a 56.
Si de goleadores hablamos, el eslovaco Marek Hamsik superó a fin de año nada menos que a Diego Maradona como goleador histórico de Nápoli con 116 tantos. No solo es un dato estadístico. No es casual. Con Hamsik como uno de sus estandartes Nápoli se consagró ya “campeón de invierno” en Italia y está en la “pole” para tratar de alcanzar justamente su primer “Scudetto” desde que se fue Diego. Y con un estilo futbolístico muy diferente al viejo y característico “catenaccio” italiano. Como para vislumbrar cuál debe ser la salida para el futuro en la península.
Es que ese fue el gran impacto del fútbol internacional, no solo de este 2017 sino de muchos años a esta parte. La eliminación de Italia del Mundial. Un desastre que aun quizá no se dimensionó lo suficiente.
Para un país de una tradición futbolera como la que tiene Italia,-similar a la de Argentina-, será muy difícil soportar un Mundial en ausencia. Pero seguramente servirá para replantear todo y para pensar en una “refundación” al estilo de las que experimentaron Alemania y España,-con distintas necesidades, claro-, que en los últimos años priorizaron el trabajo de la técnica en divisiones inferiores para que sus selecciones no queden “presas” de lo que provocó el auge de los jugadores “comunitarios” y no oriundos en sus ligas.
Alemania, la mejor escuela de fútbol integral, actual selección campeona del mundo, revalidó títulos al quedarse con la Copa Confederaciones en Rusia. España, también con la continuación de una línea que prioriza la posesión como un valor supremo del fútbol, empezó justamente a dejar afuera a Italia del Mundial con una goleada lascerante, en una gran lección de conducción del siempre vigente Andrés Iniesta.
Italia deberá experimentar ese proceso a largo plazo por el que pasaron Alemania y España. Alemania para reconvertirse, sin dejar de ser “superpotencia” del fútbol mundial. España para meterse por fín en el concierto de los campeones del mundo, como lo hizo en Sudáfrica.
Pero Italia tendrá que elegir los entrenadores adecuados para esa reversión desde las bases. Porque si cuenta con un “producto” propio como Lorenzo Insigne y lo deja en el bancó como hizo el DT Ventura en el decisivo partido con Suecia, de poco servirían las intenciones de cambio.
También lo de Italia cabe como espejo de lo que estuvo a punto de pasar con el fútbol argentino, que también necesita una refundación en serio, y no con el maquillaje de una “Superliga” que solo tiene el nombre. Ya se expresó en el balance nacional publicado anteriormente
http://www.lacapitalmdp.com/el-ano-en-el-que-seguimos-viviendo-en-peligro la Selección estuvo al borde del abismo, y no fue casualidad. Malas elecciones acumuladas, pérdida de identidad.
Y lo de Italia también sirve como advertencia “táctica”. El grande-grande que quedó afuera del Mundial insistió con el capricho antinatural de los tres o cinco defensores. Una estadística conceptual que casi nunca falla: practicamente único seleccionado exitoso en la historia con ese dispositivo fue Argentina 86 y porque tuvo al mejor Maradona, el jugador con más capacidad de desequilibrio por sí sólo en una Copa del Mundo. Teléfono para Sampaoli entonces: es con cuatro en el fondo, para empezar. O rezar para que Messi alcance la dimensión de ese Diego en Rusia.
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