por Agustín Marangoni

Se aprobó la Ley de reforma previsional. Se escucharon los argumentos de los legisladores oficialistas en la cámara baja al ritmo de las botas en los alrededores del congreso. En limpio: los jubilados que cobran $10.000 mensuales perderán $6300 pesos anuales, de acuerdo con el cálculo nuevo. A partir de abril comenzarán a perder $684 por mes. El Estado se ahorra entonces entre 90.000 y 120.000 millones de pesos, que se usarán para pagar compromisos de deuda. Argentina, en los últimos dos años, contrajo 103.000 millones de dólares de deuda externa.

Mar del Plata es la ciudad con mayor cantidad de jubilados en el país: hay alrededor de 120.000, el equivalente a un 20% del padrón electoral. Además de unos 45.000 chicos contenidos por la Asignación universal por hijo, la cual también fue mutilada a razón de $1050 anuales. Una cuenta simple indica que con este recorte habrá cerca de $700.000.000 de pesos menos circulando en 2018. Lo cual significa menos mercado interno, menos movimiento productivo y menos trabajo.

Esta merma se agrega a los aumentos de entre el 300% y el 800% en los servicios básicos (agua, gas y luz), una inflación que alcanza el 65% entre los últimos dos años en la canasta básica y un aumento de los impuestos municipales del 35%, en el caso más liviano. Resultado: este 20% de vecinos perdió más de un 40% de poder adquisitivo en 24 meses. El impacto se traduce al resto de los sectores de manera directa. La economía, para estas variables, funciona con el rigor de las matemáticas.

Cambiemos, autor y responsable de la reforma, obtuvo cerca del 50% de los votos en las últimas elecciones, según el recuento local. Tal vez alguien de por ahí pensó que este ajuste no lo afectaría o que no estaba en carpeta, tal como anunció el jefe de gabinete, Marcos Peña, en agosto. El terreno está marcado, la reforma golpea a todos por igual y en el corto plazo.