“Primas”, un valiente y bello documental sobre las víctimas de los abusos sexuales
La reconstrucción de la vida de dos jóvenes que atesoran historias dolorosas es el tema de este documental, que pone el foco en la importancia del arte y propone una mirada siempre constructiva.
“La pregunta que me hice fue si era más difícil curarse o crecer”. Verdadero torbellino, mujer histriónica, la directora Laura Bari se refirió así al disparador de su nueva película, “Primas”, que retrata -bajo el signo de género documental muy poco ortodoxo- la historia de dos adolescentes que fueron víctimas de abusos sexuales.
Rocío y Aldana son dos adolescentes vitales, con sonrisas encendidas, proyectos y mundos interiores sensibles, aunque tienen historias dolorosas. La primera vivió un hecho horroroso que casi le cuesta la vida y del que le quedan visibles cicatrices corporales: medio cuerpo quemado. La segunda fue abusada por su padre. Lo curioso es que ambas son parte de la familia de la directora.
Podría haberse convertido en un película sobre el desgarro, los sueños rotos y la inocencia quebrada. Podría haberse enfocado en el odio. Sin embargo, la mirada siempre constructiva de la cineasta logró otra cosa. Un filme que busca belleza en medio de la naturaleza, que apuesta a la vida y a la reconstrucción de las jóvenes víctimas, ambas vinculadas al arte. En la actualidad, Rocío estudia artes visuales en Bahía Blanca y Aldana teatro en Córdoba.
Justamente, “Primas”, que se proyectó ayer en la competencia internacional de este Festival de Cine, dedica un segmento importante al arte y a las actividades artísticas, como una “forma de transformación y de crecimiento”, según palabras de Bari. Esa parece ser la premisa de la historia: el arte permite sublimar todos los dolores.
“Trabajamos con el cuerpo lo que no se puede decir con palabras”, agregó la directora sobre un segmento especial del filme en el que las protagonistas bailan, realizan un entrenamiento en danza-teatro en Montreal y son maquilladas como amazonas-guerreras en el Circo del Sol.
“La película es una invitación a que se diga (el drama que vivieron) y a transmitir el arte”, repitió la cineasta. “Comunicar te libera, es muy bueno, empezás a crecer y a trabajar lo que te pasó y a convertirlo en arte y a darlo”, entendió Aldana sobre la propuesta del filme: contar de manera directa los abusos a los que estuvieron sometidas. Hablar del tema, buscar ayuda y recurrir a la Justicia para exigir condena a los culpables, aunque esa instancia no resulte una buena experiencia. “Que no sea un tabú”, pidió Rocío, siempre sonriente.
Bari contó, interrumpida varias veces por los aplausos de espectadores, que construyó su filme en el tiempo que le quedaba libre de los viajes que realizaba a Argentina, ya que vive y trabaja en Canadá. “Investigamos el cuerpo, el corazón y lo unimos con el cerebro, y lo que queda es el alma, con eso nos tenemos que quedar”, agregó Bari, quien se mostró consustanciada con la naturaleza, de allí la fuerte presencia que tiene en el entorno natural en la pantalla.
Antes de la proyección y tras la conferencia que se realizó en el Auditorium, la cineasta pidió que los espectadores dibujaran con sus manos corazones. Un símbolo amoroso con el que quiso rodear a las valientes protagonistas de su tercera película.