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Opinión 17 de noviembre de 2017

La Iglesia le marca la cancha al gobierno por la reforma laboral

por Guillermo Villarreal

La nueva mesa ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina manifestó su disposición a contribuir al diálogo de los argentinos, al presentarse esta semana en sociedad, pero advirtió que no dejará de alzar la voz ante situaciones sociales que considere injustas.

De movida, el flamante jefe de la Iglesia vernácula, monseñor Oscar Ojea (San Isidro), le marcó la cancha al Gobierno por la reforma laboral y lo hizo de forma tajante: “El trabajo no es una mercancía, sino que hace a la dignidad de la persona”.

El prelado, de perfil conciliador y con una prédica en sintonía con el papa Francisco, expresó su preocupación por la desocupación y el cierre de fuentes de empleo, y ratificó que la Iglesia está dispuesta a intervenir o interceder frente a situaciones de conflicto.

“Toda la sociedad es un poco responsable de que los hermanos puedan conservar las fuentes de trabajo y que no se vulneren los derechos de los trabajadores”, sostuvo, y agregó: “Somos muy sensibles a esto. Vamos a estar al lado de estas situaciones”.

La Casa Rosada pareció entender el mensaje eclesiástico y esbozó una suerte de respuesta a través del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, uno de los funcionarios con más llegada al pontífice argentino.

“Nosotros creemos que se tienen que agotar todas las instancias de diálogo, y vamos a apostar a eso. Después analizaremos, si no llegamos a un acuerdo, si podemos encapsular la mayor parte de los acuerdos posibles, que son muchos”, replicó el responsable de la cartera laboral.

El Gobierno actuó en consecuencia y logró esta semana un acuerdo clave con el triunvirato que conduce la CGT para avanzar en la iniciativa e intentar sancionarla antes de fin de año, pese al rechazo de sectores de la oposición.

Los residentes de Balcarce 50 consideran que ese “consenso” logrado con la cúpula de la principal central obrera, es apenas un primer paso para imponer el proyecto de reforma laboral que modificará las reglas del empleo en el país.

Mientras tanto se mueven con sigilo, a sabiendas de que la iniciativa impulsada por Triaca y las cámaras empresarias es resistida por las centrales obreras combativas y los movimientos populares.

Precisamente los grupos que más diálogo tienen con el flamante presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, el jesuita Jorge Lugones, un obispo de estrecha confianza del Papa e inspirador de la encíclica “Laudato si'” sobre desarrollo y medio ambiente.

El acceso del prelado lomense a esa comisión estratégica de la Iglesia causó “preocupación” en el entorno del presidente Mauricio Macri, cuyos operadores advirtieron -ante una consulta de DyN- que monseñor Lugones puede ser un “obstáculo duro de salvar” en el camino para aprobar sin cambios el proyecto de reforma laboral.

Otro obstáculo surgió del mismo seno de la CGT, a raíz de la decisión del camionero Pablo Moyano de conformar una multisectorial para resistir la iniciativa gubernamental, con una consigna casi calcada de las primeras declaraciones de monseñor Ojea: “El trabajo no es mercancía, el trabajo es dignidad”.

Moyano hijo, secretario gremial de la CGT, estuvo el 8 de noviembre en el Vaticano y le transmitió a Francisco su preocupación por este tema durante una audiencia gestionada por Gustavo Vera, el ex legislador porteño y amigo trosko del pontífice.

Cuando el Papa le preguntó cómo estaba su padre (Hugo Moyano) y cómo andaban las cosas, el dirigente camionero respondió: “Estamos luchando contra la reforma laboral”.

“Moyanito” volverá la próxima semana a Roma, para participar de un encuentro organizado por un dicasterio vaticano, y al que asistirán otros sindicalistas argentinos y de otros 40 países, para intentar responder a la pregunta: ¿Por qué el mundo del trabajo sigue siendo la clave del desarrollo en el mundo global.

En la versión de octubre de El Video del Papa, Francisco advirtió sobre las consecuencias que la falta de trabajo genera en la vida del hombre y exhortó a denunciar las situaciones en las que se violan los derechos de los trabajadores.

Con regiones en el mundo que en 2016 alcanzaron un nivel de desempleo de más del 25%, el pontífice sostuvo que el desempleo daña la dignidad de las personas y resiente valores fundamentales de su integridad.

DyN.