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Interés general 16 de noviembre de 2017

Un mediador judicial salvó la vida de 400 mil gallinas

Una resolución a tiempo para un conflicto un tanto singular.

Por Fernando del Rio

La vida de 400 mil gallinas estaba en juego. Como si 400 mil puños se cerraran sobre el pescuezo de la generosa ave y comenzarán su labor constrictora segundo a segundo. A más tiempo sin solucionarse el problema, más acogotado el pobre plumífero. No tan así, pero como idea figurativa puede funcionar.

La situación se vivió a raíz de un conflicto sindical en una de las plantas de La Fabiola SA, acaso la más grande productora avícola de la provincia de Buenos Aires, con capacidad para generar gran parte de los huevos que se consumen en el país.

La historia -la misma que acoge en sus páginas más agrias las disputas sangrientas entre sindicalistas- dirá que el gremio de Camioneros se envalentonó con la empresa ovoproductora y le exigió que sus trabajadores cambiaran de gremio. Con indisimulable gula pidió que los obreros se unieran a sus filas y abandonaran a la Uatre, acaso aprovechándose de la vulnerabilidad en la que quedaron los rurales tras la partida del referente Momo Venegas hace poco tiempo.

Pero no fue en términos negociables sino imperativos. Los muchachos que responden a Moyano -por esta zona a Eva- se apostaron en el acceso de las granjas Fabiola, de Hipólito Yrigoyen sin número de General Pirán y la planta de Coronel Vidal, en el kilómetro 340.5 de la Autovía 2. Entonces, al mejor estilo de lo sucedido en el sitio de Leningrado, los hombres bloquearon la salida y generaron hambre. Sí, hambre. Es que en esas dos granjas se realiza el tratamiento de los cereales y la fabricación del alimento balanceado con el que se nutren las gallinas de las otras plantas, las de Berazategui, La Plata y Tandil.

Con el lema “gallina muerta no cacarea y menos que menos pone huevos” se inició un reclamo de urgencia, porque en dos días el animal comienza a declinar hasta fenecer. Ese puño ciñéndose segundo a segundo.

El reclamo para levantar el asedio no funcionó porque , los sindicalistas se mostraron intransigentes, de modo que no quedó otra opción a la empresa que recurrir a la justicia.

El fiscal Rodolfo Moure, que nunca imaginó tener que aplicar el derecho para salvar de la muerte a una población tan importante de gallinas, intervino y al ver que no avanzaba el acuerdo tomó la decisión de desalojar y poner preso a quienes se opusieran. También dio como alternativa una audiencia para las partes con el mediador Sergio Irigoin, del Ministerio Público Fiscal de Mar del Plata.

Las charlas prosperaron y los sindicalistas pudieron comprender el alcance inhumano del método de queja. El acuerdo llegó a tiempo y los camiones pudieron salir hacia las plantas donde las famélicas aves esperaban la visita con desesperada hospitalidad.