A la Superliga le faltan 19 fechas. Y Boca tiene nueve puntos de ventaja sobre su más inmediato perseguidor. Y a River le lleva 12. Nunca en fútbol se puede decir que algo está terminado. Sino pregúntenle al mismo River, que hasta el minuto 135 de una serie de 180 estaba 3 a 0 arriba para llegar a la final de la Libertadores y la perdió 4 a 3.
Sin embargo, la solidez, el juego y el peso de las individualidades de Boca dejan poco margen para la duda sobre el destino de un campeonato que, por ahora, pierde emoción en la definición. No obstante, el equipo de Guillermo también tendrá competencia copera para priorizar en el arranque de 2018, por lo cuál le viene bien este “colchón” para una presunción de pérdida de puntos por la segura elección de disputar algunos partidos con formación alternativa.
Los números encaminan a Boca a una supuesta nueva consagración. Y hasta ponen en duda el formato de la Superliga y seguramente, como pasa en los últimos tiempos con las decisiones dirigenciales, correrán hacia adelante con cambios que no terminen de definir la identidad del certamen, que debería terminar en un torneo todos contra todos a dos ruedas, como pasa en las verdaderas “Superligas” del mundo. También habría que repensar el “reparto” del dinero de los derechos de televisación, para que la brecha entre los dos más poderosos y el resto no se agrande más.
Porque más allá de estas disquisiciones sobre un certamen que pierde emoción en el arranque , la realidad es que Boca pudo armar una verdadera “selección de América” y hoy es lejos el mejor plantel de Argentina, o el mejor cúmulo de individualidades en un equipo titular al menos. Para hablar de “equipo” en realidad habría que considerar a Lanús como el que más creció en los últimos tiempos, por su forma de jugar y funcionamiento, por lo que tiene y por el lugar que ha alcanzado en América. Y en eso, el “juego de equipo”, aun con los 21 goles a favor y dos en contra, se pueden poner cosas en cuestión en Boca, que ante River, su primer rival bien fuerte en el campeonato, fue dominado, aunque más no sea territorialmente, hasta el tiro libre de Cardona y también antes y después del gol de Ponzio.
No obstante, este domingo, aun sin haber jugado, en efecto, su mejor partido del campeonato ni mucho menos, Boca ha demostrado todo su poderío individual. Con un arquero que se asienta. Un 2 como Goltz que ya se transforma en pilar. Un Magallán que no desentona en la zaga,-que hasta este campeonato siempre era un talón de Aquiles para la divisa de La Ribera-. Con tres colombianos de selección que son muy importantes para el equipo: Barrios motor imprescindible, Fabra lateral consolidado y Cardona que se ganó a la gente definitivamente el domingo con un gol riquelmeano y ganador de partido. Con un uruguayo de selección, muy jóven, Nández, pero que viene ya de ser capitán de Peñarol, y que demostró su personalidad y dinámica en el Superclásico. Con un 9 que ya desde Boca se ganó el puesto de, al menos por ahora, nada menos que centrodelantero de la Selección Argentina, Darío Benedetto.
Hasta ahora todo de maravillas. Pero en fútbol nunca se sabe. Hasta el lunes pasado River “iba en coche” y hasta el final del primer tiempo con Lanús estaba ya en la final de la Libertadores. Y hoy, una semana después, entró en una crisis impensada tras una de las peores semanas de su historia. Quizá la peor tras la del descenso. River tiene muchas menos certezas en jugadores y en números, los dos estandartes del sostén anímico del domingo, Enzo Pérez y Leonardo Ponzio son jugadores grandes, y evidentemente necesitará refuerzos para 2018 después que las salidas de Driussi y Alario dañaran seriamente su poderío ofensivo.
Tiene River ahora el desafío consuelo de ir por la Copa Argentina para aspirar a una “revancha” oficial con Boca, por la Supercopa Argentina, porque sino tendrá que esperar para ello hasta después del Mundial. Aún si lograra ese objetivo, Marcelo Gallardo -si sigue- y su dirigencia estarán dudando incluso de la conveniencia de la disputa del Superclásico de verano en Mar del Plata. Aún con esos interrogantes, como ha pasado en otras oportunidades, quizá finalmente se concrete ese choque tradicional, por única vez en el año con las tribunas divididas exactamente por mitades y con los colores más cautivantes de nuestro fútbol, frente a frente. Por ahí, ante este panorama, sea menos amistoso que nunca.
¿Y si hay final de Supercopa argentina en Mar del Plata y “matan dos pájaros de un tiro” ante lo apretado del calendario?