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Deportes 3 de noviembre de 2017

El día que el “Chango” volvió al Centenario…

A 50 años de la Copa Intercontinental que ganó Racing de Avellaneda frente al Celtic escocés.

Foto La Nación.

Por Carlos Alfano / Télam

Muchos años después de su inolvidable zurdazo ante el Celtic escocés, Juan Carlos Cárdenas decidió regresar al estadio Centenario de Montevideo, el escenario del máximo logro en la historia racinguista. Fue para un partido correspondiente a la Copa Libertadores de América, ingresó a la tribuna camuflado y, sin que lo reconocieran, vivió una anécdota increíble.

El partido fue opaco, casi desastrozo. Encima, los uruguayos de Peñarol lo ganaron “a lo guapo”, con campo embarrado y un gol de arremetida de Robert Lima, después de una pelota parada de Bengoechea. En la tribuna Colombres, detrás del arco donde festejaban los uruguayos, un hincha de lujo observaba y sufría: el “Chango” Juan Carlos Cárdenas, el mismo del zurdazo al ángulo contra el Celtic, el que le dio el primer y único título del mundo al Racing Club de Avellaneda.

El técnico de la Academia ese 21 de mayo de 1997 había sido uno de sus compañeros en el inolvidable “Equipo de José”: Alfio “Coco” Basile. Y, estando en Uruguay, el “Chango” pensó que no podía perderse el encuentro de su querido Racing, por la ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores.

“El partido fue muy malo. Encima llovía. A mí me habían invitado al palco, pero como quería verlo desde la tribuna le dije a mi grupo de amigos que fuésemos a alentar desde ahí. No pasaba nada, se jugaba muy mal, pero yo estaba chocho porque lo estaba viendo en el medio de toda la gente”, recuerda el “Chango” Cárdenas, en diálogo con Télam.
Claro que para ingresar a la tribuna visitante y observar el desarrollo del encuentro con tanta tranquilidad, Cárdenas debió refugiarse bajo una vestimenta de camuflaje, para que nadie reconociera a uno de los personajes más famosos de la historia académica desde aquel mítico zurdazo en ese mismo escenario.

“Como llovía, me puse un piloto cerrado hasta arriba y un par de anteojos oscuros, además del paraguas para protegernos del agua. Estaba en medio de toda la gente de Racing, escuchando los cánticos y todo lo que se decía”, añade a su relato el ex delantero de la Academia, décimo goleador histórico del club, con 89 tantos.

Aquella noche, Racing formó con Ignacio González; Mauro Navas, Carlos Galván, José Brusco y Carlos Mac Allister; Pablo Michelini, Claudio Marini, Carlos Netto, Rubén Capria; Marcelo Delgado y Martín Vilallonga.

De pronto, en un avance del conjunto de Avellaneda, tomó la pelota fuera del área uno de los delanteros y encaró hacia el arco; como no le salían a tapar el disparo, probó de lejos, pero su definición fue tan desviada que la pelota terminó en la tribuna visitante, muy cerca de donde se encontraban Cárdenas y su grupo de amigos.

“¡Viste! ¡Viste lo que hizo ese tipo! ¡No lo puedo creer!”, empezó con su enfurecida queja un simpatizante ya entrado en años que, con otra barra de amigos de edad semejante, había viajado especialmente hasta Montevideo para presenciar el encuentro.

“¡Toda la semana pegándole a una pelota en los entrenamientos y cuando llega el partido le pegan así!”, redobló su queja y apuntó su mirada hacia el irreconocible Cárdenas, quien seguía disfrutando de la experiencia pese al desprolijo espectáculo que brindaban los equipos en la cancha.

“¡Yo estuve aquí mismo hace 30 años! ¡Yo vi como el ‘Chango’ Cárdenas la clavaba en un ángulo! ¡Y mirá lo que hace este pibe, mirálo vos, por favor!”, lo increpó el hincha, sin poder reconocer, hasta la actualidad, que su interlocutor era nada más y nada menos que el propio “Chango” Cárdenas.

“Fue una historia increíble. Nunca se dio cuenta que estaba hablando conmigo y tampoco le dije nada. Es el día de hoy que me sigo riendo con aquella anécdota. Y eso es lo lindo que tiene el fútbol y, en particular, la gente de Racing. Ellos son el folcklore y la eternidad de este club. Porque a mí me adoptaron como un hijo mimado, pero Racing es Racing por sus hinchas”, concluyó Cárdenas.