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Cultura 10 de octubre de 2017

“El mensajero” rescata el valor de Robert Cox

El periodista inglés, director del diario Buenos Aires Herald, salvó a muchas personas de ser secuestradas y desaparecidas durante la última dictadura cívico militar.

Robert Cox, director del diario Buenos Aires Herald durante la última dictadura cívico militar. Foto: Télam / Ernesto Doldán.

El enorme trabajo periodístico del británico Robert Cox, director del diario Buenos Aires Herald durante la última dictadura cívico militar, y la valentía que demostró en sus artículos, que sirvieron para proteger y salvar de un seguro secuestro y desaparición a muchas personas, son los ejes de “El mensajero“, un valioso documental del periodista australiano radicado en Buenos Aires Jayson MacNamara.

“La historia de Cox tiene los componentes de una película de Hollywood. Era un personaje muy tranquilo, sin el perfil para enfrentarse con los que eran asesinos. Gracias a él, el Herald se convirtió en un refugio para los parientes de desaparecidos en un contexto de silencio puro. Su trabajo llevó a salvar muchas vidas. Es una historia muy fuerte sobre la libertad de prensa y el rol del periodismo en tiempos difíciles”, afirmó el director.

La película, que llegará a las salas locales el jueves próximo, rescata la labor periodística de Cox, a quien no muestra como un héroe sino como una persona llena de temores y contradicciones, que primero se consideraba “amigo” del dictador Jorge Rafael Videla, ya que creía que venía a poner un orden necesario, pero luego tomó conciencia de la tragedia humana que estaba ocurriendo en el país y empezó a investigarla.

Según McNamara, el documental “se pregunta qué es lo que un periodista debe hacer y cuál es su papel en un situación de silencio y de peligro físico, y hasta dónde puede llegar con su trabajo. En el caso de Cox hay que reconocer que tenía cierta protección porque era extranjero. Eso le permitió desarrollar su trabajo de investigación un poco en las sombras, hasta que se hizo conocido y tuvo notoriedad internacional”.

Considerado como funcional a la izquierda o a la derecha, según lo evaluara el gobierno militar o lo hicieran Montoneros y ERP, Cox debió hacer equilibrio en una delgada cuerda floja en un momento muy violento del país, en plena dictadura, donde la represión, los asesinatos y los secuestros eran cosa de todos los días, donde recibió numerosas amenazas de muerte y donde, además, su diario fue allanado en más de una oportunidad.

“Es una película sobre el papel que jugó el periodismo en aquella época, pero creo que seguirá siendo relevante mucho tiempo más. Hay varios paralelos entre aquella época y la actualidad, sobre todo cuando se busca estigmatizar a Santiago Maldonado, y se empieza a preguntar ‘quién es’ o a decir ‘algo habrá hecho’. Eso recuerda la construcción del otro como un malo, lo que puede ayudar a justificar situaciones muy graves”, advirtió el cineasta.

En una entrevista con Télam, McNamara -quien conoció a Cox en 2013, cuando empezó a trabajar como redactor en el Buenos Aires Herald- admitió que “el personaje quizás sea un poco chocante, porque si no se conoce bien la historia, al principio uno se encuentra a una persona indiferente y negada, que no quería ver la complicidad de la cúpula militar en los crímenes, los secuestros y las desapariciones”.

“Al principio Cox defendía la inocencia de los militares de alto rango, pero poco a poco fue tomando conciencia de lo que pasaba, pero sabía que debía cuidar mucho sus palabras y tomar un discurso bastante prudente, como para pasar desapercibido y no perjudicar tampoco su trabajo, que ya empezaba a dar buenos frutos, en algunos casos salvando vidas humanas”, agregó.

Jayson MacNamara - Robert Cox

Seleccionada en la Competencia Oficial de Derechos Humanos del último Bafici, la película usa archivos gráficos, fotográficos y cinematográficos de la época, se nutre de valiosas entrevistas y, especialmente, en uno de sus momentos más intensos, muestra la participación de Cox en el juicio contra las Juntas militares, en donde primero no pudo declarar debido a un malestar físico, pero luego lo hizo revelando todo lo que sabía.

Con archivos inéditos de la BBC, las emisoras públicas de Holanda, Alemania y Finlandia, y las agencias de noticias Associated Press y Reuters, la película aborda también el conflicto entre las Madres de Plaza de Mayo y Cox en relación a la forma en que el Buenos Aires Herald se refería a aquellos desaparecidos que pertenecían al ERP o a Montoneros, usando términos como “terroristas” o “subversivos”.

“Cuando él vio la película, resaltó la honestidad del modo en que lo muestra. Tiene una aceptación con su propia historia muy admirable y está más que documentado su apoyo al golpe militar porque pensaba que iba a restablecer el orden y pronto iba a volver la democracia. Pero poco a poco se fue dando cuenta de lo que ocurría, sobre todo porque la democracia no volvía y empezaron a llegar familiares de desaparecidos al diario”, recordó McNamara.

El director y periodista australiano aseguró que “el trabajo periodístico que hacía Cox era un contrapeso necesario frente a la propaganda del gobierno militar, cuyo objetivo era mostrar a Buenos Aires como un oasis de tranquilidad, tal como decía Videla. Había un fuerte trabajo de propaganda desde los noticieros televisivos para encubrir lo que estaba pasando en el país”.

“Quizás la riqueza de un retrato de Cox es que no es una figura heroica típica de la dictatura, por sus cualidades ideológicas y por lo que significaba ser inglés y liberal en la Argentina. La idea era mostrarlo con sus claroscuros, porque la época era muy compleja y los que lo vivieron, tanto los buenos y los malos, tienen sus grises también”, consideró McNamara.