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La Ciudad 20 de agosto de 2017

“Hasta el final llevaré esta diócesis en mi corazón”

El obispo saliente, monseñor Antonio Marino, se despidió de la diócesis con una emotiva homilía. El próximo asume funciones Gabriel Mestre, actualmente vicario general de la diócesis de Mar del Plata.

Antonio Marino.

En el marco de el sexagésimo aniversario de la diócesis de Mar del Plata, el obispo saliente monseñor Antonio Marino se despidió de los fieles con una emotiva homilía en la que agradeció por estos seis años de servicio.

En marzo de este año, mes en el que cumplió los 75 años, edad establecida por el Vaticano para que los obispos abandonen sus funciones, el religioso comunicó su renuncia y despertó entonces las expectativas frente a quién sería su sucesor.

Tras varios meses, el Papa Francisco decidió que quien ocupará a partir del próximo sábado 26 de agosto el cargo de obispo será actual vicario general de la diócesis de Mar del Plata, Gabriel Mestre.

“Hasta el final llevaré esta diócesis en mi corazón. La comunión espiritual, el amor y la oración ignoran los límites de la distancia. Inauguro la categoría de “obispo emérito de Mar del Plata”, expresión en la cual el primer término indica el cese del gobierno pastoral, y el segundo, la permanencia de un vínculo de comunión”, señaló Marino.

“Dejo el gobierno pero no dejo de ser obispo. Aspiro a no ser un simple pensionado episcopal. Por el contrario, siguiendo las orientaciones de la Iglesia, buscaré con humildad mi nuevo cauce para seguir expresando este “oficio de amor” que me fue conferido y que espero continuar hasta la muerte”, agregó.

Agradecido

Aprovechó también para agradecer la colaboración de todos los que participan de la institución. “No es mi intención ser exhaustivo. Debo especial agradecimiento a mis colaboradores, sacerdotes y laicos de la Curia episcopal por su esmerado servicio en estos años. Digo lo mismo de todos aquellos sacerdotes, diáconos, consagradas o laicos, a quienes he confiado responsabilidades diocesanas en las distintas áreas de la pastoral. Imposible nombrar a todos en esta ocasión. Espero haberles expresado con mis gestos más que con mis palabras, la sinceridad de mi agradecimiento. Que el mismo Señor sea su recompensa”.

Las visitas pastorales

A su vez, destacó que: “En la vida de un obispo no hay mayor alegría que la experiencia de la misión, en el contacto directo con el Pueblo de Dios. Por eso, me siento impulsado a mencionar la honda huella que dejaron en mi alma las ocho visitas pastorales a parroquias de la periferia de Mar del Plata, que implicaban una semana entera de trabajo”.

“En medio de lacerantes situaciones sociales y un panorama poco alentador, no me he cansado de invitar a la misión permanente, a salir a anunciar “a tiempo y a destiempo”, a ofrecer nuestra riqueza que es Cristo. Recuerdo esos días como mi plenitud espiritual y pastoral”, aseguró.

A propósito de su salida, señaló que la “Misa tiene un sentido especial de acción de gracias, pues mirando hacia atrás se agolpan los motivos de gratitud en proporción inversa al tiempo que tengo para expresarlos”.

“Poco más de seis años han transcurrido desde mi llegada a la diócesis. Tiempo relativamente breve si lo medimos con el calendario y el reloj, pero espiritualmente muy intenso, computado desde el corazón y la sinceridad de la entrega”, siguió.

Y respecto su función, agregó: “Quien recibe oficios en la Iglesia, y en especial la carga episcopal, acepta llevar por amor y plena convicción el peso de dificultades y conflictos, la complejidad cotidiana de las relaciones humanas y el límite inherente a nuestra condición pecadora”.

Haciendo referencia a vastos pasajes de la Biblia, Marino concluyó: “La pasión de la Iglesia a lo largo de los tiempos no puede ser otra que ésta: anunciar a Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador de todos los hombres, centro del universo y de la historia”.

Sobre Gabriel Mestre

Respecto el nuevo obispo, quien asumirá el próximo fin de semana, Marino dedicó unas sentidas palabras: “No puedo dejar de mencionar a mi vicario general, el padre Gabriel Mestre, a quien pronto impondré las manos, junto con otros obispos, para constituirlo como mi sucesor en esta sede episcopal. Le reconozco su fiel y valiosa colaboración y el trabajo responsable. Invito a todos a rezar por él y a preparar este gran acontecimiento con espíritu de fe y de amor a la Iglesia”.



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