Venezuela a la deriva y en pedazos, por la crisis terminal que atraviesa y por una conjunción de episodios ensombrecidos por la rareza, generando mayor vertiginosidad a la crítica situación política, económica y social que recrudece día a día sumando muertes en las calles, fusilados por fuerzas paramilitares que actúan profundizando el caos imprudente que lleva adelante Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
La irresponsabilidad del mandatario y de todos sus acólitos ha superado la capacidad de asombro ante el clamoroso llamado “a combatir” para defender la revolución chavista.
Entre discursos divagantes el presidente venezolano aclama por la violencia en un país sumido por la desdicha irracional que ha engendrado el atropello institucional a la constitución venezolana. Ante las reiteradas amenazas, la crisis absoluta es de larga data y se perpetúa cada día con más potencia.
La responsabilidad del acontecimiento del helicóptero que sobrevoló y atacó el Tribunal Supremo de Justicia fue asumido por un desconocido, hasta ahora, Oscar Pérez: miembro de la policía científica; Inspector del cuerpo de investigaciones científicas, penales y criminalística; miembro de las brigadas de acciones especiales y jefe de operaciones aéreas; actor y productor de cine.
Cabe preguntarnos ¿A quién responde Oscar Pérez? La respuesta es incierta aún para los venezolanos. Para la oposición es un integrante del madurismo y es el vehículo que utilizó el gobierno para gestionar el llamado a las armas ante el acorralamiento que sufre el mandatario, por un pueblo enardecido por la crisis total y los muertos que recogen diariamente.
Para el oficialismo, Oscar Pérez, que ya tiene orden de captura, es piloto del ex ministro del Interior Miguel Rodríguez Torres, opositor al presidente por lo tanto la hipótesis de un “ataque terrorista” cierra la eterna idea de conspiración de la oposición conjuntamente con el apoyo de los EEUU por parte del gobierno.
“Muerte suspendida”
Paradoja nada grata, el piloto protagonizó como actor en el año 2015 el film “Muerte suspendida” Las imágenes del helicóptero que pertenece a la policía científica sobrevolando el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) lanzando granadas que no explotaron y disparando al Ministerio del Interior en Caracas, proclaman la idea de una puesta en escena montada por una facción rebelde dentro de las filas de la policía caraqueña o bien una torpe idea del oficialismo agitando con contundencia la confusión.
El cartel que pendía del helicóptero con la inscripción “350 Libertad” invocaba el artículo de la constitución de 1999 que le otorga marco legal a la desobediencia civil instando a los venezolanos a resistir y a rebelarse contra Nicolás Maduro. La proclama de Oscar Pérez frente a los medios televisivos expresa entre otras cosas que se trata de una “coalición entre funcionarios militares, policiales y civiles en la búsqueda del equilibrio contra el gobierno transitorio criminal considerándose nacionalistas patriotas e institucionalistas, guerreros de dios con una misión civil al servicio del pueblo”.
La puesta en escena de la proclama se asemeja a las formas de comunicación que ha tenido históricamente la guerrilla latinoamericana y la visualización de encapuchados armados condice con la idea primaria del gobierno que se trata de un ataque terrorista y un complot destituyente.
Venezuela en pedazos
Las esperanzas de una salida ligera de la crisis terminal que hunde en el peor de los fangos a la República bolivariana se diluyen cuando estos episodios al estilo Steven Spielberg confunden y cargan de tufillo al ambiente excesivamente exaltado
Mientras el ejecutivo se empecina en seguir sosteniendo los vestigios de una revolución “traicionada” por el elegido de Hugo Frías Chávez, los muertos que lucharon por la ilusa libertad yacen sin el consuelo de haber logrado la racionalidad de quien lleva adelante esta alocada idea de la eterna conspiración.
Presos políticos torturados, jueces perseguidos, paramilitares apuntando directamente a la cabeza de los civiles, las “no noticias”, la falta de alimentos indispensables para sobrevivir y tantos otros atropellos del ejecutivo contra la vida de sus propios conciudadanos nos llevan a esbozar con mucha tristeza la ausencia de pensamientos positivos que le otorguen un fin a esta situación tortuosa.
Venezuela sumida en la pobreza de todo se autodestruye lentamente pero existe en el corazón de todos los latinoamericanos un halito de esperanza cuando la población civil resiste a la autocracia tiránica enarbolando los principios constitucionales con garabatos escritos en trozos de cartón o telas deshilachadas por el tiempo que dura la crisis.
Venezuela a la deriva y en pedazos… pero de pie, soportando el paso del tiempo a sabiendas que tarde o temprano la justicia de la vida recaerá en aquellos que sentados en la comodidad del poder político creen en la infinitud de su fortaleza que desangra agónicamente la ilusión de un pueblo que a esta altura sólo pretende sobrevivir.
(*): . Profesora en Historia.
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