La ONG Luchemos por la Vida puso el caso de Lucía Bernaola como ejemplo para que se modifique la legislación
El homicidio de la adolescente Lucía Bernaola cometido el pasado fin de semana en Mar del Plata por un joven conductor que la arrolló, altamente alcoholizado (1,23g/l de sangre), pone una vez más de manifiesto la urgente necesidad de legislar los Delitos contra la Seguridad Vial, en particular el de la conducción altamente alcoholizada, antes de que otros potenciales homicidas del tránsito, como éste, lleguen a matar.
La conducción con un altísimo grado de alcoholización implica un peligro tan grande para la vida de los terceros, que debe ser sancionado con la máxima expresión de la repulsa social, convirtiéndolo en un “delito”, propuesta de Luchemos por la Vida.
El delito propuesto -entre otros- en dos oportunidades a los legisladores (y que ni siquiera se molestaron en tratar), consiste en penar con prisión e inhabilitación especial para conducir automotores a quien condujere cualquier tipo de vehículo automotor con una concentración alcohólica igual o superior al doble del máximo tolerado por la ley (0,5 g/l de sangre).
Estos delitos ya existen en los países exitosos en su lucha contra las muertes en el tránsito, pudiendo mencionarse el caso cercano de España, vigentes desde hace varios años, y estimándose su implementación una contribución muy importante a la reducción de las muertes en ese país.
Estamos hablando de “delitos”, y no de una simple infracción o contravención, de las cuales la experiencia cotidiana muestra que es fácil escapar con total impunidad.
Resulta fundamental que, además, se realicen continuos controles de alcoholemia en forma regular todos los días del año, impredecibles y difíciles de evitar, en ubicaciones y horarios en que se espera tengan el mayor efecto en pro de la seguridad vial. Seguidos por una sanción efectiva y disuasiva de la cual no se pueda escapar.
En Argentina se realizan muy pocos controles de alcoholemia. En los países exitosos en reducir la conducción alcoholizada y/ o con drogas se realizan enormes cantidades de controles de alcoholemia cada año. A título de ejemplo, en 2015 en España se realizaron 6.136.000 controles y en Francia 9.844.000. En Argentina, aunque no se conocen cifras oficiales, estimamos no se llegan a realizar ni 300.000.
Controles permanentes de alcoholemia por un lado, y transformar la conducción muy alcoholizada en un delito que puede significar al responsable la pérdida de su libertad, transformándose en un simple “delincuente”, con la condena social que ello implica, serán un avance imprescindible para salvar muchas vidas.
(*): Presidente de Luchemos por la Vida.
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