Cierta vez la bailarina Paloma Herrera hizo declaraciones en el diario Perfil. Estaba por terminar el año 2011 y la polémica de entonces era la participación de Hernán Piquín en Showmatch. En la entrevista, Hererra no atacó al bailarín, sino que hizo foco en el vínculo entre la danza clásica y la televisión: “Hay que ver hasta qué punto es positivo, y hasta qué punto no. Puede dar a entender que cualquier persona puede bailar, o que hay que bailar para ser famoso y tener el éxito fácil. La gente se confunde: quiere bailar para ser conocida, ser figureti. No es mi forma de ver las cosas. Yo amo el arte, mi carrera, y soy feliz con ella, pero no me dediqué a la danza para hacerme famosa o por dar una entrevista.”

Hay un guiño en la declaración de Herrera: la expresión Figureti. Desde hace varios años ese es el nombre de un personaje de televisión -es más- del programa de Tinelli. Ícono del VideoMatch de los 90, Figureti está interpretado por Fredy Villareal. Aunque en la misma entrevista la bailarina dice no saber lo que ocurre en televisión –y no tenemos por qué no creerle- aparece este giro, inesperado, en su discurso.

Se podrá argumentar que no necesariamente hizo mención al personaje de Villareal, y que el significado de figureti es quizá anterior a su creación. Pero ese no es el punto, la reflexión que busco es la de la permeabilidad del sentido: las palabras remiten a donde las culturas remiten, y hasta el discurso más ascético se vuelve penetrable, aún cuando explícitamente quien habla se pare en la vereda de enfrente. De haberlo podido pensar, seguramente Paloma Herrera hubiera cambiado esa expresión, porque no encaja, no entra dentro del contexto, pero es extremadamente eficaz para describir su idea. Todos sabemos quién o qué es figureti, una palabra que es para cualquiera… aunque no así el arte de la danza. Allí está esa palabra, tan filtrada en el sentido, que Herrera ni la notó.

En su pensamiento el anhelo de notoriedad contrasta con el trayecto del artista, suponiendo que aquello que alcanza visibilidad (la visibilidad es una imposición de la industria del entretenimiento), no se compatibiliza con el verdadero arte. No hay, pues, artista figureti para ella.

Al ganar el certamen de ese año, Piquín miró a cámara y dijo: “Ser popular está bueno”, como si hubiera probado un néctar que le estaba prohibido.