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Opinión 29 de abril de 2017

Benjamín Netanyahu y la gente que piensa distinto

por Alberto Galeano

Benjamín Netanyahu ha dado otra muestra de intolerancia al no recibir al vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, porque el diplomático pensaba reunirse con organizaciones israelíes que critican los asentamientos en los territorios palestinos.

En una semana en la que se conmemoró en Israel el Día del Recuerdo del Holocausto que causó seis millones de muertos durante la Segunda Guerra Mundial, en su mayoría judíos, Netanyahu canceló una reunión que tenía prevista con Gabriel.

El diplomático alemán trata de reactivar la solución de los “dos Estados” en el conflicto entre israelíes y palestinos, cuyas negociaciones están suspendidas desde hace más de tres años, tras fracasar un plan del ahora ex secretario de Estado norteamericano, John Kerry.

Gabriel, del Partido Social Demócrata (SPD), ya tuvo sus encontronazos con el gobierno israelí, pues en 2012 acusó a Israel de establecer “un régimen de apartheid” en la ciudad cisjordana de Hebron.

Al enterarse de que el vicecanciller alemán se iba a reunir con representantes de Breaking The Silence (una ONG de ex militares que recoge testimonios sobre abusos del ejército israelí en territorios palestinos), y con B’T Selem -que reúne casos de violaciones a los derechos humanos- Netanyahu canceló su encuentro con el diplomático.

“Estoy llevando la relaciones exteriores de Israel a niveles florecientes sin precedentes. Pero lo estoy haciendo a través de orgullosas políticas nacionalistas y no agachando la cabeza y rebajándome”, dijo Netanyahu.

Alemania reaccionó mal a la decisión del premier israelí. El portavoz del gobierno germano, Steffen Seibert, dijo que la canciller Angela Merkel deploraba que no se haya realizado el encuentro con Gabriel.

El vocero dio un ejemplo contundente: se preguntó que pasaría si Netanyahu viaja a Alemania y no puede reunirse con líderes de la oposición germana.

“La línea de Netanyahu con respecto a Gabriel tiene que ver con muchos factores internos en Israel. En la derecha israelí la animosidad hacia las fuentes de financiamiento de ONG’s críticas de los asentamientos y la política israelí en Cisjordania, es un factor común”, dijo a Télam Mario Sznajder, profesor del Departamento de Política y Ciencia de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

“El otro punto es que la política del gobierno de Netanyahu cree gozar mucho más del apoyo del gobierno de (el presidente estadounidense, Donald) Trump, menos crítico de los asentamientos que su antecesor (Barack) Obama”, señaló.

En medio del escándalo, la oficina del primer ministro israelí difundió un comunicado en el que señaló: Netanyahu “sigue la política de no reunirse con visitantes extranjeros que mantienen encuentros con grupos que difaman a los soldados israelíes al llamarlos criminales de guerra”.

Además del conflicto con los palestinos, hay otros temas que obsesionan a Netanyahu, como la guerra civil en Siria y el papel que juega en ella la milicia libanesa de Hezbollah en apoyo del presidente sirio, Bashar al Assad.

Esta semana, Israel destruyó un depósito de armas de dicho grupo cerca del aeropuerto de Damasco, la capital de ese país, que había sido enviado por Teherán a la guerrilla chiita, dijeron informes de prensa.

Incluso la agencia oficial siria Sana reconoció que una posición militar al suroeste del aeropuerto internacional de Damasco fue blanco de “una agresión israelí con varios misiles”.

No es la primera vez que ocurre un hecho de estas características, ya que el pasado 17 de marzo un ataque israelí cerca de Palmira provocó una respuesta antiaérea siria. El misil, sin embargo, fue interceptado cuando se dirigía a territorio israelí.

No hay duda de que Israel parece fortalecido con la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos. Esa es, quizá, la principal razón para entender algunas actitudes nacionalistas de Netanyahu.

Trump, por otra parte, cumplió sus primeros cien días de gobierno con una aprobación del 42%, la más baja para un mandatario estadounidense.

Lo paradójico -según una encuesta realizada por el diario The Washington Post y la cadena ABC- es que pese a no conformar a los estadounidense, el magnate logró una aceptación del 73% a su iniciativa para que las empresas mantengan los puestos de trabajo en el país.

Con respecto a la crisis entre israelíes y palestinos, Trump sabe que no existe una solución fácil sobre el terreno. Sin embargo se ha mostrado activo reuniéndose con Netanyahu en febrero y ahora hará lo mismo con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, el próximo 3 de mayo, en Washington.

A pesar de sus buenas intenciones, los proyectos de Netanyahu y de Trump no siempre concuerdan con la realidad.

El reciente ataque con misiles tomahawks a Siria (país al que acusa de lanzar armas químicas contra los rebeldes que luchan contra el gobierno), las amenazas contra Corea del Norte por su programa nuclear, las disputas comerciales con China, la deportación de decenas de inmigrantes, son una muestra de los primeros cien días de la presidencia de Trump.

Lo cierto es que tuvo más fracasos que aciertos.

Con respecto al conflicto entre israelíes y palestinos, el magnate ha sugerido la posibilidad de crear un “Estado o dos estados” en Medio Oriente, propuesta que ya fue rechazada por la ONU que dijo que la solución de los “dos Estados” es el único camino posible.

Por eso se aguarda con cierta expectativa la reunión que mantendrá Trump con Abbas el próximo miércoles en la Casa Blanca, ya que podría dejar un panorama mucho más claro sobre este conflicto que siempre está latente en el escenario mundial.

Télam.