“Pedimos perdón corriendo, enmascarando el fin, por eso te busqué, por eso diseñé la máquina de ser feliz. Plateada y lunar, remotamente digital, no tiene que hacer bien, no tiene que hacer mal, es inocencia artificial. Prende y se apaga sola, sale después de hora…” Charlie.
Fabi Fernández Nerd (así gusta que se lo mencione) me decía en noviembre de 2016 que ya circulaban por las rutas de yankilandia, camiones guiados por una computadora que no chocaba, no se dormía y trasladaba camiones de una costa a la otra. “The Continental”. Ja. Cuando inauguraron el tren que hacía ese recorrido (el primer ferrocarril transcontinental de los Estados Unidos, una línea de ferrocarril que unió la ciudad de Omaha (Nebraska) con Sacramento en los años 1860, uniendo así la red de ferrocarriles del Este de los Estados Unidos con California, en la costa del Pacífico) cuando lo inauguraron definieron el secreto de los fletes. Trenes y barcazas. También de la civilización y el predominio de los países continentes. El mismo secreto que despanzurró Menem, para beneficio de Good Year, Firestone y Hugo Moyano (el Hoffa en miniatura). El camión experimental cambió un paradigma, sobre el 2016, en un pacto con el sindicato que llevaría un conductor de testigo, pero que conduciría la máquina. Llegó sin problemas. Otro mundo. Otros sindicatos.
En una visita a la fábrica alemana de la casa BMW el feliz propietario de un auto de línea especial, en aquellos años ‘80/’90s, se asombraba de que la máquina que ensamblaba ―en rigor que el galpón donde estaban las máquinas ensambladoras― no tenía luces de ambiente. La respuesta que recibió fue categórica: “Los robots no necesitan iluminación, sólo precisión”.
En febrero de 2017 todos los programas de divulgación en televisión, aún los de información general sin mucha producción, repetían una nota. Una máquina (computadora 3D) construía una casa de cemento, redonda, según diseño, en 24 horas. Sólo quedaba fuera de la programación algún cable de televisión y/o wi-fi. Un día una casa.
En este mismo tórrido febrero del sur del mundo, la necesidad de entrar en una entidad bancaria se debía más al ‘frescor’ del aire acondicionado central que a la necesidad de manejar dinero físico. No hay colas en los bancos, sólo en los cajeros los fines de semana. Las casas de comida que no aceptan dinero electrónico se delatan: son evasores fiscales.
SMATA. UOM. Camioneros. Construcción. Bancarios. Textiles desde el 1900. El saber pide su lugar. Las universidades a distancia resuelven buena parte de los problemas del conocimiento precario y esencial. Computadora y conexión. Poco más. Es a todo o nada.
Una charla con Federico Seineldín (empresas “Arbusto” y “Enjambre”) sirve para entender que el lenguaje binario y los algoritmos no necesitan otra cosa que eso: dominio de un nuevo lenguaje. El lenguaje del “telefonito”. Los muchachos de la selva de La Matanza (Buenos Aires) de Empalme Graneros (Rosario) y Arrabales (Medellín, Colombia) en 18 meses de estudio son especialistas en leer, interpretar y organizar programas que Municipalidades y Empresas periodísticas necesitan. Todas las empresas que deciden aceptar el siglo XXI. Hay más de 400.000 puestos en faltante en América. En Argentina 50.000 necesidades empresariales que, de modo explícito, las universidades no capacitan porque (debemos aclararlo) sin otra necesidad que el hambre de comida y porvenir pibes que no están drogados y aceptan el orden del conocimiento se capacitan. El siglo está dentro de ellos. Algunas universidades atrasan. Algunos militantes universitarios atrasan absolutamente.
Una máquina 3D define un ojo, una operación, cateterismos, trasplantes. Una máquina cosechadora tiene cabina presurizada, conexión 4G, define la humedad del grano, los quintales por Ha. El rinde y la calidad resueltos y mediante un GPS, la máquina dobla antes de llegar al final del lote (alambrados hay pocos, cuando vea alambrados en la zona núcleo de Argentina le indicarán que hay ganado, la soja no se escapa).
En los súper market la máquina tickeadora elimina a las chicas del súper y su forma de vida, acomodada a estantes, góndolas y la lucha por el descanso dominical (ja, como en el 1900).
No es Mauricio, que apunta a un discurso libreempresista sin presunción de grandeza ni es CFK con un discurso protorevolucionario con premeditación de malignidad y retroceso. De aislamiento. Son y no son.
No son los gremialistas, necesitados de presumir de la defensa de sus subordinados teledirigidos ni son los empresarios prebendarios que no asoman al mundo porque saben que vienen degollando a vagos, mal entretenidos y viciosos. Son y no son. Es Argentina que se aleja.
El mundo apunta para un lado y sobre la bisectriz del coxis y el periné del mundo, queremos cazar con una escopeta de madera una liebre de felicidad.
¿Vivimos o no vivimos para buscar la felicidad? La individual, la colectiva…
“…Nuestros órganos son susceptibles de un sentimiento o una modificación que nos gusta y nos hace amar la vida. Si la impresión de ese sentimiento es breve, se trata del placer; si más larga, de la voluptuosidad; si permanente, de la felicidad. Es siempre la misma sensación que sólo difiere por su duración y su vivacidad” (Julien Offray de La Mettrie, pero no respondo por la traducción). Corría el 1700… ¿qué cambió?
El 2030 está por aquí nomás. Asusta saber que se perderán el 50% de los puestos de trabajo, que trabajar es un bien que cotiza mucho más allá de la plusvalía. Asusta que se discutan temas menores y no se estudie qué hacer con la renta, el capital, el salario y las horas del día. La vida en sociedad, para decirlo como corresponde. La sociedad. La justicia social, la igualdad y la fraternidad dentro de la legalidad. Si. No.
La tercera revolución industrial (con la tiranía del conocimiento) está tocando a la puerta o mejor, están tocando las campanas, nos hacemos los sordos pero sabemos por quien redoblan, lo hacen por nuestra impenetrable idiotez.
Avísenle a Tinelli, a Massa, a Lousteau, a Recalde, a Laspina, a Kicillof, a Vidal, a los que tienen siglo XXI por delante. El resto no tiene, no tenemos problemas. La estamos pasando bomba. Estamos fumando en la puertita de la Santa Bárbara.