CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Opinión 25 de abril de 2017

De qué se puede trabajar en Mar del Plata

Es la ciudad con el mayor índice de desocupación del país: 10,6%. Sin embargo, hay trabajo. El problema es que hay muy pocos preparados para ocupar esos puestos. Cuáles son los sectores que hoy demandan empleo y qué depara el futuro.

por Agustín Marangoni

La semana pasada hubo un encuentro en la casa madre de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Ginebra, Suiza. El objetivo fue analizar el futuro del mapa laboral en el mundo. Se escucharon voces de distintos sectores y se presentaron cifras delicadas. De acuerdo al avance de la tecnificación de los mecanismos productivos, hay un 42% de la población mundial que se encuentra en una situación vulnerable. Esto quiere decir que sus trabajos van a desparecer, o que ya no son necesarios o que fácilmente pueden ser reemplazados por un robot. El año que viene, según pronósticos de mínima, habrá 2,7 millones de nuevos desocupados. El total: 203,7 millones. Y la curva sigue ascendiendo.

Un desocupado es una persona que busca trabajo pero no encuentra. Aquellas que no buscan quedan afuera de estos números, se las toma como personas que no se ofrecen, por la razón que sea. En la Argentina hay 1,4 millones de desocupados, según las mediciones del último trimestre de 2016 publicadas por el Indec. La ciudad que lidera la tabla a nivel nacional es Mar del Plata, con un 10,6%. Lo que equivale a 31 mil personas. Además, se registran 57 mil que buscan otro trabajo y 40 mil subocupados. Los gremios dicen que el porcentaje es, en realidad, del 19%. Y buena parte del empresariado también asegura que es mayor a lo que anunció el Indec. Sin embargo, en Mar del Plata hay demanda de trabajo. No es una contradicción. Son señales de los tiempos que corren: hace falta mano de obra calificada.

El grueso del mapa laboral marplatense está concentrado en las pequeñas, medianas y microempresas. Más del 90% de los puestos laborales se generan en estos tres ejes. Las grandes empresas absorben menos del 10%. Y están los autónomos, que lentamente mezclan sus figuras. Según explica Blas Taladrid, secretario de la UCIP, en los últimos años se ha dado un cambio en relación a las profesiones clásicas. Quienes se movían libremente por el mercado, ahora se enlazan con otros sectores productivos. Por ejemplo, el martillero que también invierte en la construcción. O el arquitecto que es empleado en una empresa.

En el primer escalón de los sectores que tienen oferta de trabajo no satisfecha se ubican las industrias Tics (Tecnologías de la información y de la comunicación). Hoy Mar del Plata tiene entre 500 y 600 puestos laborales que nadie los cubre, al punto que hay empresas migrando a otras ciudades que tienen mayor caudal de trabajadores calificados y apoyo de los gobiernos municipales para formarlos. El sector antes tomaba ingenieros. Después comenzó a tomar alumnos avanzados de ingeniería y programación. Hoy busca, incluso, jóvenes autodidactas que prueben videojuegos y sean capaces de sugerir correcciones a las versiones beta. “Hay ahí una potencialidad muy fuerte y una gran desconocimiento. Los jóvenes todavía se vuelcan a las carreras clásicas. Estos nuevos sectores son lo que tienen demanda. Y ni hablar las ingenierías, en especial la química, los materiales y el petróleo”, explica Taladrid.

Otro sector que tiene demanda de mano de obra es el frutihortícola. Acá el asunto es más difícil, se da la particularidad que no hay personas dispuestas a ejercer este trabajo. Es sacrificado, sin duda, pero rentable. Más del 90% del empleo en este cordón está en manos de la comunidad boliviana, de larga tradición en el cultivo y la cosecha. Aunque en los últimos años se está registrando un caudal de trabajadores que llegan desde el puerto. El cambio tecnológico en la pesca generó un cambio irreversible, los barcos factoría y la tecnificación de los frigoríficos redujeron el trabajo de planta en algunos casos. El año pasado el Soip contabilizó 500 despidos. En lo que va de 2017 se le pueden sumar 100 del Frigorífico Bermejo y 60 de una cooperativa de Loba Pesquera. Esos trabajadores, muy de a poco, se están acercando al sector frutihortícola. Otros se desempeñan en áreas de la construcción como albañilería y pintura, o siguen en el pescado pero de manera informal.

La tendencia es global. Las pymes generan más del 80% del trabajo. Las grandes firmas tienden a tecnificarse y tienen una organización interna basada en la productividad extrema, entonces requieren menos mano de obra. El cálculo es simple: un almacén tiene un empleado en 20 metros cuadrados. Una gran cadena de supermercados tal vez tiene 200 empleados, pero ocupa 10 mil metros cuadrados de superficie. Las pequeñas y medianas empresas trabajan con metodologías artesanales. Hay sólo 20 empresas en Mar del Plata más grandes que una pyme Tramo 2, que son las de mayor tamaño. En total, según datos de la UCIP, hay 1700 industrias, sin contar las que ofrecen servicios, como las Tics.

trabajar_mdpEn el último año y medio, el consumo bajó y la producción se estancó. De acuerdo con los cálculos que presentó el Indec el jueves pasado, el nivel de facturación de febrero en los supermercados cayó, en términos reales, un 19,3% interanual. En los shoppings, un 22,1%. Por eso las empresas recortan personal: son más de 120 mil los puestos que se perdieron sólo en el sector privado a nivel nacional desde el cambio de gobierno. Pero también están las empresas que deciden mantener su planta completa. No porque necesiten de sus tareas en este momento preciso, sino porque saben, por experiencia, que de necesitarla en un futuro próximo les va a ser muy difícil recuperarla. En la década de 1990, producto de las políticas que permitieron el ingreso indiscriminado de artículos importados y la pulverización de la industria nacional, el empresariado dejó en la calle a miles de trabajadores. Cuando los necesitaron, ya no estaban disponibles. Y los que sí estaban disponibles no tenían los conocimientos para desarrollar las tareas que exigía el mercado. “Capacitar a un trabajador industrial tiene un costo alto. No se lo puede cortar a la primera de cambio”, explica el secretario de la Ucip.

En relación a este panorama, la oferta laboral de la ciudad exhibe dos caminos. Por un lado, hay una gran cantidad de mano de obra no calificada. Es imposible medirlo con precisión, pero es un porcentaje mayoritario dentro de los diez puntos y medio de desocupación. Y por otro, hay mano de obra sobrecalificada: al haber cinco universidades está saturada la oferta de profesionales de carreras tradicionales. “Lo que falta es el término medio. El que empuja el lápiz, como se dice en la jerga. Faltan oficiales industriales, falta una buena formación de oficios”, explica Taladrid. El mercado marplatense hoy tiene demanda de personas que sepan trabajar la madera, el aluminio y el pvc con las nuevas tecnologías. También hay demanda permanente de techistas, plomeros, gasistas, albañiles, pintores, ajustadores y demás tareas primarias de la construcción, siempre y cuando trabajen a los tiempos del mercado y cuenten con las herramientas actualizadas. En la industria textil hace falta personal que sepa de terminado de prendas. Al haberse tecnificado la fabricación de los paños, el punto sensible está en los últimos eslabones de la cadena productiva. En algunas fábricas hasta pusieron en funcionamiento espacios de formación para generar mano de obra calificada.

Taladrid pone el acento en la necesidad de cambiar la denominada Matriz productiva. Acá vale la explicación: la matriz productiva es la interacción de todos los actores de una sociedad para utilizar los recursos a su disposición y producir bienes, conocimiento, productos y servicios que permitan el desarrollo de la comunidad. Es la variable sensible que desde el análisis social dispone los factores cuantificables de la economía. “Nosotros empezamos a concientizar sobre la necesidad de formar mano de obra en base a las nuevas tecnologías. El futuro está en despertar las nuevas vocaciones”, señala Taladrid. Pero claro, son procesos que requieren de tiempo. No es fácil barajar y dar de nuevo. Tiene un costo grande, hay que volver a capacitar gente y desandar una tradición de trabajo. “Cuesta, pero el mismo mercado te obliga a desandar caminos a medida que la gente no consigue trabajo. Hay quienes que no saben lo que es una industria Tic. Hay que empezar de alguna manera”, agrega.

A las cuentas. Son 31 mil los desocupados en Mar del Plata. Las Tics representan 600 fuentes de trabajo. Todavía quedarían 29.400 personas libradas al azar. Pero el cálculo no es lineal. Si este sector se desarrolla generaría más de 4000 puestos en un plazo de cuatro años. Taladrid asegura que la clave, como siempre, está en el valor agregado. El problema es la inercia pendular de las políticas económicas. Un gobierno protege la industria, otro abre las importaciones. Uno piensa en procesar la materia prima, otro piensa en un modelo agroexportador. Los cambios tan bruscos complican la previsibilidad y las proyecciones a largo plazo.

Un punto agudo en el análisis del mapa laboral es la incidencia de las prometidas, y postergadas, inversiones. El secretario de la Ucip explica que pueden representar un factor positivo siempre y cuando estén bien dirigidas. Uno de los ejemplos críticos es Chile, donde el mercado está concentrado en grandes cadenas que tienen bancos detrás. El mercado se moldeó para hacer eficiente la venta y la comercialización. Casi no se produce nada, salvo vino y cobre. Todo es importado y multiplicado por franquicias. “Ese tipo de inversiones no son interesantes para nosotros. Porque vienen a vender, a generar utilidades sin valor agregado. A nosotros nos sirve la inversión que llega en industria e infraestructura. No nos sirve la inversión en comercio ni el capital golondrina que vive de la especulación financiera”, explica Taladrid.

La realidad es que con las políticas vigentes, que no fomentan la formación de mano de obra capacitada y que buscan enfriar la economía a partir del ingreso de productos importados que compiten de igual a igual en el mercado interno, el mapa laboral de Mar del Plata no tiene posibilidad de mejorar. Hay trabajo, pero no hay quiénes sepan desarrollarlo. El problema es grave y todos los índices apuntan a que la situación va a ser más compleja a medida que pase el tiempo. El único horizonte es apostar, y muy fuerte, a los conocimientos necesarios para aplicar en el futuro inmediato. Es decir, hoy.



Lo más visto hoy