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Opinión 18 de marzo de 2016

La crisis de Brasil y sus posibles consecuencias económicas para Argentina

por Carlos Lamiral

La crisis de Brasil afecta ya a la Argentina desde hace un año y la perspectiva es que siga en ese terreno a lo largo del 2016, tanto porque el derrumbe provoca menores exportaciones, como también porque la primera economía de América del Sur tendrá excedentes de producción que tratará de volcar en sus vecinos.
De acuerdo con datos de enero del Fondo Monetario Internacional (FMI), se espera que la economía brasileña tenga una recesión del orden del 3,5 por ciento de su PBI en 2016.
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) informó que en 2015 se registró una caída de la producción industrial del 8,3 por ciento y que se perdieron de 1,5 millones de puestos de trabajo.
Y en un reciente sondeo del Banco Central brasileño, el promedio de los economistas consultados pronosticó que la producción industrial a nivel local caerá otro el 4 por ciento durante 2016.
Esos datos se reflejan nítidamente en los números del comercio internacional argentino. La consultora Abeceb.com informó que por primera vez en ocho meses, en febrero, crecieron las importaciones desde ese mercado, en un 11 por ciento.
Pero por otro lado, las exportaciones hacia el mercado vecino bajaron 30,9 por ciento. Se trata principalmente de productos industriales.
Las automotrices reportaron en febrero exportaciones por 14.178 unidades, 41,5 por ciento menos que en igual mes del 2015. De ese total, el 82,6 por ciento se dirigen al mercado brasileño.
La persistente baja de las ventas en el sector automotor local, orientado a abastecer al mercado brasileño, a su vez disparó programas de suspensiones y reducción de horas extras en las terminales argentinas, las cuales por el momento han evitado despidos.
Con esos datos, en la última reunión de la Junta Directiva de la Unión Industrial Argentina (UIA) hubo caras de preocupación.
Los industriales están temerosos de que Brasil quiera exportar su crisis por dos vías: comprando menos, como ya lo está haciendo, y por otro, tratando de descargar excedentes.
Por lo menos, datos del comercio exterior dan sustento a esos temores, con lo cual no se descarta que se vuelvan a producir tensiones comerciales entre los dos países en los próximos meses.
Por lo pronto, la crisis política y económica en la que se debate el máximo socio del Mercosur es más que un estornudo que “nos provoca neumonía”, tal cual la calificó hace unos días la canciller Susana Malcorra.
“Una situación de tensión política como la que se genera no ayuda a la resolución de algunas complejidades económicas que está encontrando Brasil. Espero que esto avance dentro de los cauces de la ley y se resuelva lo antes posible”, expresó la canciller argentina.
En otro aspecto, dada la endeblez política de Dilma Rousseff, es probable que se frenen las expectativas de avance rápido de un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, en el que hoy por hoy, tanto Argentina como su socio, se están focalizando en el capítulo de inversiones.
Los plazos para un intercambio de ofertas pasaron del primer trimestre de este año, para el segundo, con miras a una nueva demora.
En el plano financiero, las calificadoras de riesgo degradaron los bonos de Brasil casi a niveles de títulos basura, pero paradójicamente, la posibilidad de un juicio político a Rousseff genera también expectativas favorables entre algunos inversores.
Algunos comienzan a suponer que la crisis política va en vías de resolverse ante una potencial salida del PT del gobierno, lo cual consideran un paso en la resolución de la crisis económica en el mediano plazo.

DyN.