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Cultura 10 de abril de 2017

Para matar la poesía: Programas motores

Por Odda Schumann

www.paramatarlapoesia.com

Uno porque está acostumbrado. Nadie anda por la vida fraccionando el tiempo para ralentizarlo lo suficiente como para ver que el simple gesto de abrir una puerta implica una detención relativamente parcial y a cierta distancia, de modo que el brazo (que no se estira completamente) puede generar un económico cono invertido a la altura del codo que provea de ligereza a la muñeca para poder maniobrar el picaporte.

Y aún así habría que pensar en la cantidad de newtons aplicados en los componentes anatómicos desde el hombro hasta la punta de los dedos. Entonces uno haría un diagnóstico en función del picaporte a manipular y propondría un plan piloto de resolución. Si uno frecuentara ese picaporte, la relación entre fuerza y aplicación de la misma sería más estrecha.

Pero si el picaporte es nuevo, el primer intento será el plan piloto de ejecución, aunque sería ciertamente desquiciante la actitud. ¡No alcanzaría la vida para programar la ardua tarea de cargar un carrito de compras en el supermercado! Incluso si uno quisiera hacerlo no habría modo de descomponer dichos procesos.

Sería un privilegio poder hacerlo. La máxima expresión del movimiento consciente… ¡como si tales cosas estuvieran al alcance de la mano! Llegado un punto (haga la prueba) uno puede limitarse a pensar detenidamente cómo afluye el deseo y se pliega sobre sí mismo, magnificando una potencia que en apariencia podría formar parte de la conciencia, pero que en realidad no hace más que realzar el punto de partida de la voluntad que conecta con el resultado. El programa motor es inaprensible y apenas podemos unir el deseo y el final (querer mover el dedo del pie y, eventualmente, moverlo).

Es así como funciona mister Blanchett: opera como un programa. Patear una pelota se volvió tan natural como tocar un piano o hacer acrobacias terrestres. Todo está en el programa. Interno o externo, da igual. Fíjese, así es como le estoy hablando ahora en su idioma castellano. No sé cómo, pero cargar el programa lo soluciona todo. ¡Qué dilema! Pero así es. Los naturalistas dirán que esto es artificial, pero “lo que no es provisto por natura, no es…” usted me entiende.

Puede ser lo que usted quiera. Solo necesita incorporar el sistema y luego cargar programas. ¡Como una computadora! Sí. Nada de virus ni costos adicionales. Solo el sistema y sus actualizaciones anuales. Nada más. ¿Qué me dice? Podría no volver a dormir si así lo deseara. Incluso podría no tener que pensar este tipo de cosas. ¡Para todo hay un programa! ¿Qué me dice, se lo envuelvo para regalo o se lo lleva puesto?