Actividad física y peso corporal: dos caras, un cuerpo
por Virginia Busnelli
Cuando éramos cazadores recolectores, hace ya más de 10.000 años, nuestros patrones de subsistencia implicaban altas demandas de esfuerzo físico. El sedentarismo recién comienza a aparecer a partir de la agricultura y se va intensificado con la revolución industrial y cada vez más hacia la actualidad.
Hoy en día existen múltiples factores que influyen en nuestra actividad física diaria y en nuestro peso corporal. Desde los trabajos de oficina sedentarios, la menor demanda en tareas del hogar, transporte y comunicación gracias a los avances tecnológicos, la alimentación desorganizada y la facilidad del delivery, la falta de tiempo para realizar algún tipo de actividad física, el estrés del día a día y el déficit de información acerca de sus beneficios para la salud, son algunas de las variables que conllevan al aumento mundial del sedentarismo acompañado del sobrepeso u obesidad.
Estos comportamientos, algunos involuntarios y otros no tanto, son los que nos predisponen a cambios metabólicos como son la hipertensión arterial, sobrepeso, hiperglucemia e hiperlipidemia aumentando el riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles (cáncer, obesidad, diabetes, enfermedades respiratorias, etc.). Numerosos estudios han demostrado el importante papel que una insuficiente actividad física tiene en favorecer el desarrollo o el mantenimiento de la obesidad, tanto en los niños como en los adultos y en los adultos mayores. El sedentarismo es una de las causas principales del sobrepeso y la obesidad, aunque sabemos que son múltiples los factores que inciden, como: genéticos, metabólicos, psicosociales, psicológicos, inadecuada alimentación, entre otros.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que al menos un 60% de la población mundial no realiza el mínimo de actividad física recomendado por día equivalente a 30 minutos de actividad física moderada.
Es por eso, que siempre se aconseja sumar una rutina de actividad física a nuestra vida diaria, esto equivale a sumar un hábito saludable que nos va a acompañar en el camino de mejorar nuestra calidad de vida. Es importante destacar, también, que para lograr el descenso de peso, la recomendación resulta mayor en la cantidad de tiempo pero sin deber superar, en principio, los 60 minutos.
Entre los beneficios de sumar actividad física a nuestra rutina diaria destacamos que:
– Aumenta el gasto energético, disminuyendo la masa grasa (el peso) y aumentando la masa muscular
– Regula la presión arterial
– Disminuye el riesgo de desarrollo de diabetes y mejora su evolución
– Aumenta el HDL (colesterol bueno)
– Favorece la fluidez de la sangre (menos formación de trombosis)
– Disminuye la formación de varices
– Aumenta las conexiones neuronales por ende disminuye el riesgo de padecer Alzheimer
– Aumenta la sensación de bienestar, generando endorfinas y favoreciendo la autoestima
– Aumenta el sistema de defensas (inmunidad)
– El ejercicio aeróbico aumenta la capacidad respiratoria.
Es una cuestión de proponerse estar bien y sobre todo, incorporar hábitos saludables.
(*): Médica especialista en Nutrición. Directora Médica de CRENYF. MN 110351.
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