La pesca y la droga, una sociedad histórica
Los narcotraficantes utilizaron a la pesca para garantizar gran cantidad de contrabando al exterior. Algunos de los que no tuvieron éxito dieron lugar a recordados operativos de incautación y decomiso.
Se recuerdan dos grandes golpes al narcotráfico que vinculan a Mar del Plata y su industria pesquera exportadora. Tal vez el más resonante, el que aún es mito, es aquel denominado Operación Langostino, del año 1988. En esa ocasión se logró descubrir en un cargamento congelado casi 600 kilogramos de cocaína que tenían por destino Estados Unidos.
El hallazgo de la droga no fue en Mar del Plata sino en Capital Federal y en Buenos Aires, pero estaba disimulada en cajas de langostino preparados en esta ciudad. Posteriormente se comprobaría que la cocaína había llegado desde Bolivia, controlada por el cartel de Medellín y que utilizaría el Puerto de Buenos Aires como salida del continente. La poco regulada industria pesquera marplatense aportaba las condiciones ideales para preparar el cargamento.
“No existe tiempo para intervenir los containers en Mar del Plata desde su control hasta la subida al barco”, dice una fuente conocedora del comercio marino y explica de ese modo por qué es improbable que la droga salga físicamente desde el puerto local. Por esa característica, en todos los casos descubiertos el contrabando se inicia en Mar del Plata, se transporta por vía terrestre a Buenos Aires y allí se lo intenta embarcar.
Sucedió así en el conocido Operativo Merluza Blanca en 2006. Con permisos para exportar cedidos por empresas pesqueras fantasmas de esta ciudad, los narcotraficantes prepararon el cargamento en cajas de merluza congelada y lo enviaron a un depósito de Retiro para aguardar su salida por el puerto porteño. Sin embargo, la investigación iniciada un año antes por la Justicia Federal de Mar del Plata tenía el dato preciso y llegó al lugar para allanar: dieron con 203 kilogramos de cocaína. Un par de semanas más tarde fue requisado un barco en el puerto de Barcelona que transportaba la misma mercadería. Los sabuesos hallaron otros 387 kilogramos. Días más tarde, un nuevo allanamiento en el depósito de Retiro permitió descubrir 150 kilogramos de cocaína que no habían sido detectados en el primer procedimiento.
La pesca siempre fue un tentador escenario para el tráfico de drogas desde Mar del Plata. Naturalmente, aquí no se producen estupefacientes. De hecho el “paco” –pasta base de cocaína- no existe por estos lados ya que no hay cocinas, por lo tanto no hay materia residual de ese proceso químico. Y el “paco” no se transporta: se consume en las proximidades de donde se fabrica. Pero pese a que esta ciudad no es productora, sí fue elegida como de alta confiabilidad para el camuflado de cargamentos al exterior. La industria pesquera, sus permisos precarios de exportación, el tipo de producto que envasa y, por otro lado, una conexión terrestre directa y sin controles con Buenos Aires hacen de Mar del Plata un sitio ideal para esa etapa.
En junio de 2013 trabajadores de la firma Poseidón, en Puerto Madryn, se toparon con 110 kilogramos de cocaína disimulada en cajas de langostino congelado. El destino era España y el cargamento procedía de Mar del Plata, con empresas fantasmas detrás como habilitadas para la exportación. La droga se acondicionó en Mar del Plata y fue transportada en camioneta hasta Madryn desde donde tenía previsto su salida a España. Aunque nunca se supo el origen de la cocaína, se sospecha que tenía características propias de los cárteles colombianos.
En este sentido hubo una causa que transformó en certeza esa presunción, que fue la confirmación de los vínculos entre Mar del Plata y narcotraficantes de Colombia. Tan así que un ciudadano de ese país fue condenado por financiar y organizar el contrabando. Se trató del operativo Pez Blanco, que permitió detectar media tonelada de cocaína en el puerto belga de Amberes. Fue en junio de 2005 cuando el barco procedente de Argentina hizo una parada obligatoria en su viaje a Hungría. En la requisa se dio con la droga que estaba escondida en merluzas congeladas. La investigación desarrollada en Mar del Plata por el fiscal Daniel Adler determinó toda una maniobra mixta, con empresarios pesqueros fantasmas, un veterinario alterando actas y certificados, y la participación de un cártel colombiano.
En agosto de 2015 un barco salió de Mar del Plata con un cargamento de calamares congelados. Pasó todos los controles de Aduana y se dirigió hacia Dock Sud, donde nuevamente fue revisado. Nada ilegal, nada extraño, nada raro. Un barco en pleno modo comercial rumbo a Reggio Calabria. Sin embargo, en aquel puerto italiano la policía descubrió otra realidad: en la bodega del buque de bandera panameña había ocultos 49 kilogramos de cocaína de máxima pureza. Se cree que en trayecto por el océano Atlántico se traspasó la droga desde otro barco.
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