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Interés general 4 de marzo de 2017

Una pizzería reemplazó al legendario bar La Perla

Había cerrado sus puertas el 14 de enero tras haber acunado a los más famosos músicos del rock nacional, poetas, escritores y bohemios de los años 60.

Vista del tradicional bar La Perla, cuna del rock naciona. Foto: Télam / Laura Cano.

La apertura de un local de la cadena de pizzerías La Americana en la esquina de Avenida Rivadavia y Jujuy, en el barrio porteño de Balvanera, borró las huellas del legendario bar La Perla, que había cerrado sus puertas el 14 de enero tras haber acunado a los más famosos músicos del rock nacional, poetas, escritores y bohemios de los años 60 y en cuyo baño Tanguito y Litto Nebbia compusieron el tema “La Balsa”.

“Estamos adaptándonos, esto es otra cosa, solo pizzas y empanadas. Por suerte mantuvimos nuestros puestos de trabajo”, comentó con nostalgia a Télam uno de los empleados de La Americana que conservó su puesto luego de 24 años de trabajo en La Perla.

Si bien los nuevos dueños de la pizzería, que abrió sus puertas hace diez días, retuvieron a los nueve empleados que hace dos décadas trabajaban en el famoso bar que acogió a músicos como León Giego, Nebbia y Willi Quiroga (Wilfrido Aníbal Quiroga, fundador de Vox Dei) y bandas como Alma y Vida, entre otras, hoy se respiraba allí una profunda tristeza y melancolía por lo vivido y lo que se fue.

No quedaron para el recuerdo ni las fotos de los músicos que pasaron por allí y colgaban de las paredes de La Perla, el escenario legendario con su batería instalada y los muebles “de bar de barrio”: todo fue reemplazado por carteles con la figura del chef de La Americana e imágenes de pizzas extra grandes y empanadas, además de televisores LED.

“Estamos todos en el aire, no tenemos ganas de seguir, pero es nuestro laburo y nos vamos a adaptar”, aseguró a Télam otro mozo, que trabaja allí desde hace 18 años, para quién “cambió todo, desde lo estético hasta la gente que frecuenta el lugar.

“Es muy fuerte todo lo que vivimos acá. Llegaban los viernes y sabíamos que teníamos música y cultura asegurada. Cerrábamos las puertas para hacer prueba de sonido y comíamos con todos los músicos”, describió el empleado y recordó: “¿Sabes lo que era esto? Los artistas tocaban y bajaban a charlar con la gente que los venía a ver”.

Una placa de la Legislatura porteña que reza “Aquí se creó el tema que por su trascendencia popular inició lo que luego se llamó el rock nacional: La Balsa, de Litto Nebbia y Ramses VII (Tanguito), editado en 1967”, brilla aún en una de las paredes blancas de La Americana junto con otra colgada en la puerta, que recuerda que el bar La Perla fue declarado de interés cultural, sin mencionar que también era un bar Notable de la Ciudad.

En el baño de la nueva pizzería sobrevivió la lámina con la letra de La Balsa y la foto de Tanguito, que según uno de los dueños se quedará ahí “por respeto”.

Rodolfo García, baterista y músico fundador de las bandas Almendra junto a Luis Alberto Spinetta, Edelmiro Molinari y Emilio del Guercio, y Aquelarre, fue quien se hizo cargo de la programación artística de La Perla en 2010 y reavivó el espíritu de los años 60 con shows que convocaron a músicos argentinos reconocidos del rock, como Javier Martínez, Alejandro Medina, Ricardo Soulé y Miguel Cantilo.

“Rodolfo, aparte de ser un genio en la música, tenía mucha convocatoria entre los artistas y un importante apoyo oficial, y eso ayudó mucho a que este lugar volviese a ser una fiesta del rock, pero después se fue y vino una chica de 24 años colombiana que no sabía nada. Eso sepultó todo”, comentó a Télam otro antiguo empleado de La Perla.

“Hay cosas que nacen, se desarrollan y van a más; otras, mueren y esto estaba llamado a ese destino, por eso me fui antes de verlo caer”, rememoró a Télam Rodolfo García, quien aclaró que sentía que el compromiso artístico estaba solo de su parte y de los músicos. “Solo teníamos innumerables inconvenientes por parte de los dueños y no daban bola a lo que pasaba allí adentro”, admitió.

Según el músico, el primer día de cada mes la programación estaba publicada y disponible para el público y pese a que los dueños no publicitaban los shows en televisión, radio, ni periódicos, “las noches de los viernes y sábados estallaban de gente en La Perla”.

“A la noche no hay nadie en esa zona y sin embargo se transformó en un punto de encuentro de músicos, no solo por los que tocaban sino que era punto de reunión y muchos que venían de las provincias alucinaban y se sacaban fotos con los músicos”, recordó.

Pero el final del espacio cultural se adivinaba hace tres años atrás. “El dueño llegó a decirme que no quería publicitar ni la programación, así que le dije que se buscara a alguien con agenda y que hiciera algo bueno, pero pusieron a alguien para marketing, y hoy, finalmente, se terminó de ir La Perla”.