Siwa, una revista-libro para hilvanar la historia del viento
Literatura y geografía se unen en esta interesante propuesta, formada por textos diversos: relatos, poesías, ensayos y otros, todos atravesados por el concepto del viento. Escriben cuarenta escritores.
“Siwa”, revista-libro de literatura geográfica que invita a ser leída en calma y sin orden, siguiendo los grabados antiguos que le dan su peculiar estética peregrina y expedicionaria, regresa tras dos años con una “Historia natural y moral de los vientos”, hilvanada por cuarenta escritores y editada por los periodistas y libreros Salvador Gargiulo, Christian Kupchik, Héctor Roque Pitt y Esther Soto.
En la quinta entrega de “Siwa”, proyecto de quinientos ejemplares ilustrado con imágenes de los siglos XVIII y XIX, comulgan ensayos, poesías, relatos, viñetas, textos sobre ritos, mitos y tradiciones elaborados entre otros por Luis Chitarroni, María Sonia Cristoff, Alejandro Winograd, Gonzalo Monterroso, Jorge Consiglio y Miguel Grinberg.
El proyecto, nacido en 2007, puede encontrar antecedentes en revistas de arte de inicios de siglo XX o en la edición de los “Cuadernos de Mr. Crusoe”, que contaron con un único número publicado en 1967, y regresa con el viento y sus acepciones como excusa incluyendo, entre sus convidados, también a Eduardo Grüner, Luis Sagasti, Hernán Ronsino, Luis Gusmán y Hugo Padeletti.
“Una publicación ocasional del Club Burton cuya tirada única de quinientos ejemplares tiende a desaparecer con las primeras sudestadas”, advierten los editores sobre el volumen que busca abarcar la “anemofilia”, Término que sugiere “una atracción por todo lo que incumbe a los vientos”.
– ¿Qué significa Siwa?
– Salvador Gargiulo: Siwa es un oasis al sudoeste de Alejandría, uno de los sitios más desolados de Egipto. Existía allí un famoso oráculo, el del dios Ammon, al cual acudió Alejandro de Macedonia para cerciorarse de su futuro. Arriano cuenta que el sacerdote egipcio lo saludó como hijo de Ammon, dios al que los romanos identificaban con Júpiter. El Atlas Jackson de 1920 conserva el nombre oracular del oasis: Siwa.
– ¿Cómo se gestó esta revista?
– “Siwa” nace del ocaso de otra publicación, “Otros países y continentes”, dirigida por Gonzalo Monterroso. Era la época principios de los 90 donde el modelo de la guía turística abría el juego a formatos menos taxativos y anónimos. Pienso en la colección Los Libros del Viajero, en las guías “Fodor’s” y “Trotamundos”. La década del 90 exhumó una buena cantidad de libros de viajes. Sin duda, los quinientos años del descubrimiento de América tuvieron que ver. “Otros países y continentes”, cuyo último número apareció en 1997, y después “Siwa”, desde 2007, surgen de nuestra afición por los mapas y los nombres raros de ciudades más raras aún.
– ¿Cómo evolucionó la publicación hasta el presente?
– La primera entrega sirvió para constatar un territorio. No había asunto fijo: eran las esquirlas de cuanto nos convocaba las que criaban la revista: mapas, islas, faros, puentes, libros ciertos, probables e imposibles, desiertos y otros parajes. “Siwa” pudo haber sido y de algún modo lo es una revista sobre libros extraños, reales e imaginarios de viajes y afines. Hubo entonces que sentar estéticas y derroteros. Nada de fotografías, sólo grabados entresacados de enciclopedias del siglo XIX, tipografías apegadas aún a sus moldes de plomo, y amplios márgenes para apreciar el vacío que abraza y conmina lo escrito. Para el segundo número postulamos un dossier temático: el imaginario de los puntos cardinales. Y por gracia del hallazgo fue esta la tesitura que se impuso en las entregas siguientes.
– ¿Por qué el viento en esta quinta edición?
– El viento es a su vez sustantivo común y abstracto. Hay territorios modelados por el viento. Cada tres segundos incorporamos y soltamos ráfagas de aire. El viento, que es espíritu y sopla donde quiere, se reviste de significados y nos pareció un buen estribillo para este número.
– ¿Y qué es la “literatura geográfica”?
– Es la fascinación por la toponomástica, los confines, la cartografía falsaria, lo que callan las descripciones. ¿Habrá intuido Marco Polo que la posteridad lo trataría, Calvino y Borges mediante, como una aventura literaria? ¿Habrá sospechado Ibn Batuta que su obra, dedicada a guiar a los peregrinos musulmanes a La Meca, sería leída como cualquier cosa menos como guía de viajeros? El tiempo y los editores han hecho que estos textos terminaran vertiendo sus aguas en el gran estuario de la literatura.
– ¿Cómo es el proceso de búsqueda de material y autores?
– Todo comienza con el hallazgo de una idea, que a su vez debe decantar en un enunciado. Esta búsqueda puede llevar meses o años. A veces que el entusiasmo inicial resulta engañoso: las premisas demasiado ardientes suelen ser traicioneras a la hora de volcarlas al papel. Cuando la palabra resiste la prueba de los días, damos por terminada la búsqueda y comenzamos a elaborar un índice tentativo, que es distribuido luego a nuestros autores. En muchas colaboraciones el viento fue comparsa y telón; en algunos, pura evocación; en otros, protagonista absoluto. Y en otros más fue sencillamente el hilo que pulsa otros temas, los enlaza, los pervierte, los transfigura.
– ¿Es lo mismo leer esta revista en papel que en una pantalla?
– “Siwa” abomina el formato digital. A pedido de algunos lectores decidimos subir a nuestra página Web los tres primeros números, sencillamente porque están agotados y no tenemos intenciones de reimprimirlos. Pero leer en pantalla equivale a privarse al menos de dos de los sentidos que intervienen en la apreciación de un libro: el tacto y el olfato. Siwa huele. Siwa tiene textura, peso, volumen. Su contratapa numerada y firmada asegura que cada ejemplar es único e irrepetible. Del papel a la pantalla sobrevive lo escrito, sí. Pero “Siwa” no es solamente escritura: debe, al menos una vez, pesar sobre el esternón, que es su sitio de encaje cuando se la lleva a la cama.
– ¿Qué tipo de lectura propone “Siwa”?
– Si existiese un metrónomo de lectura, “Siwa” debería ser leída al ritmo de larghetto, como un aria. Conviven allí casi cuarenta autores, en un microclima que vuelven propicia la lectura. Y si bien tal metrónomo no existe, es nuestra sugerencia que los lectores eviten todo apuro: el oasis es también un laberinto. Esta es una revista cara, inestable e impuntual. No cuenta con publicidad ni apoyo institucional. Sus lectores son los garantes de cada nueva edición. Nadie aquí gana dinero: lo recaudado se distribuye entre el diseñador y la imprenta, que es todo lo que necesitamos para emprender un nuevo viaje. Siwa no busca captar un lector: lo inventa.