15 años después, Amy Adams vuelve a convertirse en princesa en “Desencantada”
¿De qué se trata en realidad el "vivieron felices para siempre"?
"Desencantada".
La reconocida actriz Amy Adams vuelve a ponerse en los zapatos de la soñadora princesa Giselle para la comedia musical “Desencantada”, secuela del filme de 2007 que la llevó a la fama como una doncella de fantasía animada que debe aprender a vivir en la Nueva York real, ya se encuentra en la plataforma de streaming Disney+ con una propuesta que retoma las aventuras de la protagonista 15 años después, cuando “ya no es más un pez fuera del agua en el mundo”.
Así lo definió en diálogo con Télam el director de la cinta, el realizador y coreógrafo Adam Shankman -también conocido por títulos como “Hairspray” (2007) y “La era del rock” (2012)-, quien aseguró que instantáneamente supo hacia dónde quería llevar el proyecto cuando llegó a sus manos.
Se trataba de toda una oportunidad: “Encantada”, la original de Kevin Lima, había sido un verdadero éxito tanto para la crítica como en la taquilla, ganando estatus de favorita para el público de Disney, y obtuvo tres premios Saturn junto a cinco nominaciones en los Globos de Oro y los Oscar, que destacaron el trabajo del compositor Alan Menken y el letrista Stephen Schwartz, quienes habían tenido geniales pasos por “Pocahontas” (1995) y “El jorobado de Notre Dame” (1996).
En esa historia, Giselle era una jovencita que es exiliada de su mundo animado de Andalasia por la reina Narissa (Susan Sarandon), quien decide deshacerse de ella al ver amenazada su posición en el trono por su enamoramiento e inminente matrimonio con el príncipe Edward (James Marsden).
La maldición la lleva a transformarse en un personaje de carne y hueso en Nueva York, donde sus arquetípicas características de cuento de hadas -cantar, hablar con los animales y ver la vida color de rosas- choca de lleno con una sociedad que no comprende, pero en la que halla a su verdadero amor en Robert (Patrick Dempsey), un abogado y padre soltero.
Ahora, en “Desencantada”, Giselle y Robert son padres de una pequeña bebé y la ya adolescente Morgan (Gabriella Baldacchino) en plena mudanza de la gran ciudad a la tranquila comunidad suburbana de Monroeville, controlada por la antipática Malvina Monroe (Maya Rudolph).
Sin embargo, las ilusiones de la protagonista pronto se verán en problemas al notar que sus relaciones familiares están cambiando y no se parecen tanto a lo que imaginaba, y en medio de una gran frustración, intenta usar la magia de Andalasa para solucionar todos sus problemas y miedos.
Por supuesto, todo sale mal cuando convierte el lugar en un cuento de hadas en el que ella misma se sumerge en el rol de madrastra malvada y termina por poner en riesgo a los suyos, por lo que debe buscar la manera de revertir el hecho y descubrir su propia versión del “felices para siempre”.
A poco de su lanzamiento, Shankman habló con esta agencia sobre la creación de esta secuela que mantiene su tono de homenaje y parodia a los clásicos de Disney y que cuenta una vez más en su elenco con Marsden e Idina Menzel junto a Yvette Nicole Brown, Jayma Mays, Kolton Stewart y Oscar Núñez.
Télam: ¿Llegaste al proyecto con alguna idea particular que sabías que querías usar?
Adam Shankman: Me incorporé hace seis años, fue durante una reunión sobre un montón de proyectos diferentes, y este realmente me atrajo mucho, sabía lo que quería hacer con él. Los productores se embarcaron con esa visión que tenía, así que lo desarrollamos desde ahí mismo. Las ideas principales que tenían eran sobre cómo Giselle se había desarrollado, cómo accidentalmente quedó en el rol de madrastra, algo malo en su mente; y por otro lado la cuestión de que ella ya no es más un pez fuera del agua en el mundo real, y cómo hacer que todos los demás sí lo fueran. Y también explorar la idea de “felices para siempre”, de cómo realmente luce eso. Eso era un foco para mí.
T: Al igual que “Encantada”, esta película juega con la autoparodia del mundo Disney. ¿Cómo es tener semejante catálogo a disposición?
AS: Es como un buffet (risas). De alguna manera ni siquiera pedí permiso, solo seguía agregando más y más en la película, si pensaba en algo lo sumaba. Hay una tonelada de cosas que casi ni se ven, creo que la gente podría mirarla durante años y no llegar a identificar todo. Fue muy divertido, y también creó una textura más interesante a la hora de contar esta historia. No lo encontré limitante ni restrictivo para nada, porque ya conocía cuál era mi espacio y pude crear mis propias reglas dentro.
T: Pudiste trabajar con el dúo Alan Menken-Stephen Schwartz, ¿cómo fue ese proceso creativo?
AS: Fue una de las experiencias más geniales de mi vida, una que nunca voy a olvidar. Son dos de mis héroes, yo los idolatro, así que estar en una situación en la que podía darles órdenes fue increíble (risas). Poder sentarme y charlar con ellos sobre el proceso, inventar soluciones musicales a diferentes problemas, expresar tanto a través de los personajes… Son dos maestros de su arte. Suena trillado, pero es lo mejor que me pudo haber pasado, realmente.
T: ¿Qué desafíos hay en hacer una película tanto para el público que todavía recuerda la original como para audiencias nuevas?
AS: Creo que en este caso particular, fue el hecho de que las cosas que hicieron a la primera, como Giselle siendo como un bebé recién nacido en el mundo, ya no era cierto para el personaje. Y también que no podía ser una comedia romántica, pero que siguiera siendo una comedia, con los personajes creciendo y evolucionando, y aún así asegurarse de que se sintiera como la primera. Balancear todo eso contra el hecho de que la primera ya lo consiguió, ese fue el gran desafío.