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Arte y Espectáculos 22 de noviembre de 2017

Susú Pecoraro recuerda “Camila”

La 32 edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata presentó en su tercera jornada la sección “Iluminar la Luz”, en la que una restaurada versión de “Camila”, de María Luisa Bemberg, fue la inmejorable excusa para un diálogo con Susú Pecoraro.

Por Walter C. Medina

El impacto de la película producida por Lita Stantic llega hasta nuestros días, no sólo por el reconocimiento de la cinta como una de las más valientes del cine nacional, sino porque a pesar del tiempo transcurrido desde el año de su estreno, hay algo en su temática que aún permanece tan vigente como entonces. De este impacto, y de cómo “Camila” representó un antes y un después en su carrera, habló la actriz Susú Pecoraro.
– Lita Stantic considera que, además de haberse transformado en un clásico indiscutible del cine nacional, “Camila” sigue vigente. ¿Cuál es tu opinión acerca de esta vigencia?
– Lo que sucede es que la película toca tantos temas y está tomada desde tantos ángulos….Uno se queda con la historia de amor, pero hay mucho más detrás de esa historia de amor. Para mi la vigencia que tiene Camila se debe a varias razones. Una de ellas es esto mismo que hablábamos con Lita, acerca de la violencia machista. Pero además tiene vigencia porque está muy bien hecha. A veces uno no se da cuenta; cuando hay algo que está muy bien hecho lo damos por sentado y creemos que es la historia, o solo la actuación o sólo la dirección. Y no es así, porque esta misma historia la hemos visto contada de otra forma y nadie lo comentó. Quiero decir que Camila está muy bien contada pero también tiene muy buena dirección, el mejor iluminador, el mejor en cada lugar; la mejor vestuarista, la mejor ambientadora. También es fundamental cómo trabajamos los personajes, los actores, etc. A mi me gusta pensar en que cuando las cosas se dan, es porque hay también un misterio que explica el por qué se dieron todas estas cosas en ese momento; quizás porque había toda una energía especial.

– ¿Qué recuerdos tenés del rodaje de Camila?
– En ese momento no podíamos halar, no podíamos contar nada de lo que estábamos filmando. Era el año del inicio de la democracia y había una energía de querer hacer las cosas muy bien, de cambiarlas, de darlas vuelta. Y teníamos también esa valentía… yo venía haciendo un programa de denuncia, con Miguel Angel Solá, con Leonor Manso, con Ana María Picchio, en fin, un grupo muy fuerte. En ese momento ya estábamos haciendo cosas fuertes, y parecía como que ya estaba todo por explotar, esa era la sensación que se vivía en ese momento. Pero cuando comienzo a viajar con la película, me doy cuenta que en todos los países sucedía lo mismo en cuanto a la reacción del público. Yo me preguntaba por qué sucedía lo mismo en Italia, en Francia, en Cuba, en Checoslovaquia; por qué la gente se enamoraba de la película.

– ¿Creés que quizás el impacto que causó también estuviera relacionado con que, que por tratarse de una película de época, estuviesen tan cuidados los detalles?
– Si, lo técnico es importante. Está tan bien hecha que parece que estuviese recién hecha. Hay una cosa que el otro día conversaba con Lita… las películas de época, a veces, son muy difíciles de hacer bien. Yo, cuando empezamos, tenía miedo de que fuera un Billiken. Yo decía “yo no quiero que sea como las películas argentinas en las que los actores están disfrazados”. Entonces trabajé con la vestuarista ensuciando la ropa; la tirábamos al piso, la llenábamos de tierra… tratábamos de que la película estuviera viva. Mi personaje tenía que estar vivo y lo que le sucedía tenía que sucederle de verdad. Por eso no me permitía hacer ni una sola escena que no fuera real, que no estuviera viva; obviamente tenía actores para poder hacerlo, lo tenía a Alterio y a Imanol, es decir que tenía con quien hacerlo, pero aún así yo soy muy exigente. Y me lo decían, “Susú, qué exigente”, pero después me decían. “tenías razón”. Soy tremendamente exigente cuando trabajo, pero si yo sé lo que quiero contar y cómo, hasta que no lo logro no abandono. Entonces el resultado es que no se ve, en la película, que está hecha en los años ’80. Parece que es una película de época que podría haber estado hecha en cualquier otro año; ¿por qué?, porque no se filtra la época, algo que es muy difícil. Vos ves una película de de época, rodada en los años ’70, y ves en el pelo del actor, o en el maquillaje de la nariz… hay algo que decís “esta película se filmó en los ’70”. Ahí te das cuenta de que el ojo no está puesto de manera tan exigente. El cine de época debe estar muy cuidado en detalles como en la manera de hablar, de moverse, etc. En Camila la exigencia es máxima. Nos hemos movido por todo el país con tal de que no se viera nada, pero no una antena, sino nada. Nos íbamos a Colonia o al medio del campo, nos quedábamos a veces sin nafta y no podíamos volver. Hasta eso llegamos. Todo estuvo hecho con tanta delicadeza que el resultado es este que es. La gente en los cines se ponía de pie y aplaudía, como diciendo “por fin algo nuestro, por fin nosotros estamos contando una historia”. Y para mi eso es el cine.

– La repercusión internacional de “Camila” dejó muchas anécdotas. ¿Podés contarme alguna?
– Lo más fuerte que pasó fue en Cuba. Cuando llegué allá, García Márquez la había visto. Apenas llegamos a La Habana para el festival, él me decía “vení a comer con nosotros”. Y yo no sabía que era él, pero a partir de ahí García Márquez fue mi amigo, tanto él como Mercedes, su mujer. Y esa llegada a Cuba fue muy fuerte porque el papá del Che también me dijo que la película le había llegado mucho. Todo esto sucedía apenas llegados a Cuba, con la película ya estrenada en el festival. A Fidel Castro le sorprendió que la película estuviera hecha por mujeres. Y me preguntó “¿y tu cómo haces para actuar así?”. Para mi fue muy fuerte porque aprendí mucho de esas experiencias gracias a todo lo que sucedió con “Camila”.

La notoriedad de la película en Cuba fue tan extraordinaria, que cineastas e intelectuales asistieron a las salas cada vez que se proyectó. La internacionalidad de “Camila” creció.

La repercusión en Hollywood

Susú Pecoraro viajó a Hollywood, donde muevas e inesperadas reacciones pasaron a formar parte de lo mejor del anecdotario de los ecos de “Camila”.

– Sucedió exactamente lo mismo. La película se proyectó en la Semana de Cine Argentino y a la gente le encantó. Estábamos en Los Ángeles y había muchos actores de aquel momento que habían visto la película. Una anécdota graciosa se produjo cuando un día, por contar un ejemplo, la actriz que interpretaba a La Mujer Maravilla vino a saludarme porque había visto “Camila”. Esto por supuesto era lo que la película estaba produciendo en la gente.

Los sucesos que siguieron a continuación, en torno a la repercusión de la película, dan cuenta de un fenómeno cinematográfico extraordinario. Pecoraro los narra con una sencillez solo digna de una gran actriz. Mi asombro no tiene límites. La actriz me enseña una imagen de aquellos años que guarda en su teléfono. Se trata nada más ni nada menos que de Miles Davis, que posa junto a Pecoraro, exhibiendo una sonrisa escasísimas veces registrada por una cámara fotográfica. Es uno de los máximos exponente del jazz de todos los tiempos. Y posa junto a Pecoraro denotando en su expresión, una clara muestra de admiración por la actriz.

“Su mujer, Cicely, había visto la película. Era una negra divina que me hablaba acerca de “Camila”. Estábamos en un restaurante de Rodeo Drive y ella se quedó a mi lado. Entonces en un momento veo que entra un hombre y se produce un silencio en todas las mesas. El tipo empieza a acercarse, estaba vestido con una especie de sobretodo largo, negro, que se habría como una capa. Y lo veo que venía hacia mi con una cara de malo que yo pensé “acá está pasando algo”. Y en realidad venía hacia la mesa porque venía hacia ella, que era su mujer”.

Miles Davis estaba fuera del restaurante esperando a su mujer, que, impactada por “Camila” y por la actuación de Susú, había decidido permanecer junto a la actriz. La imagen que quedó registrada, en la que Davis sonríe junto a Pecoraro, fue tomada fuera del restaurante en el que se produjo este inesperado encuentro, que da cuenta del fenomenal impacto de “Camila” en el mundo.

Susú narra este anecdótico suceso con una naturalidad y una humildad que solo cabe en el espíritu de los verdaderos artistas.

“Camila” también produjo el encuentro entre Pecoraro y destacadas figuras de la literatura como Eduardo Galeano y Mario Benedetti.

“Todo esto lo hizo “Camila”. La gente me vio, y pudo darse cuenta de quién era yo, a través de esta película”.