El almirante Brown en Cabo Corrientes
Por Luis Fernando Furlan. Magíster en Defensa Nacional.
El cabo Corrientes es uno de los tantos y pintorescos paseos de Mar del Plata. A su relevancia turística y paisajística se le agrega el haber sido escenario de las actividades del almirante Guillermo Brown (1777-1857), máximo héroe naval de nuestro país. La importancia histórica de aquel emblemático lugar está indicada por un monolito que corona las imponentes formaciones pétreas que emergen del Mar Argentino, y por unas placas conmemorativas ubicadas en el paseo costanero circundante.
En 1826 nuestro país (entonces Provincias Unidas del Río de la Plata) se hallaba en guerra con el Imperio del Brasil por la disputa del Río de la Plata y la Banda Oriental. Los aspectos marítimos y navales fueron muy importantes por las características del teatro de la guerra. Así el Imperio del Brasil desplegó su poderosa flota en el Río de la Plata para bloquear la ciudad de Buenos Aires, y las costas aledañas. Como nuestras fuerzas navales fueron disueltas tras el triunfo contra los españoles de Montevideo en 1814, fue necesario contar con un nuevo poder naval. Con gran esfuerzo se formó una flota, que fue puesta una vez más al mando del almirante Brown, conductor de la campaña naval de 1814.
La lucha contra las fuerzas navales imperiales en el escenario rioplatense fue muy dura. Pese a la notable actuación de nuestra flota en los combates de Los Pozos (11 de junio de 1826) y Quilmes (29 y 30 de julio de 1826), el Imperio del Brasil mantuvo el bloqueo.
Para contrarrestar aquella situación de bloqueo, el gobierno de las Provincias Unidas decidió, en 1826, reforzar la flota, e iniciar una campaña naval de corso sobre las costas brasileñas. Para cumplir dichos objetivos se compraron en Chile la fragata Buenos Aires y las corbetas Montevideo y Chacabuco. Fue en ese contexto cuando se eligió cabo Corrientes para planificar las nuevas actividades navales.
Por instrucciones del gobierno, las naves adquiridas en Chile debían fondear frente a cabo Corrientes, donde serían recibidas por el almirante Guillermo Brown, quien quedaría al mando de las mismas; además, cabo Corrientes sería considerado como una suerte de centro de operaciones donde se terminaría de organizar aquella escuadra para desde allí iniciar la campaña corsaria sobre el litoral del Imperio del Brasil.
Los tres buques zarparon de Valparaíso el 6 de agosto de 1826, hacia cabo Corrientes. La navegación fue muy difícil. La corbeta Montevideo, por su pésimo estado, no pudo pasar al Atlántico y regresó a Chile, mientras que la fragata Buenos Aires se hundió en la zona del Cabo de Hornos. Solamente la corbeta Chacabuco, al mando del capitán Santiago Jorge Bynon, continuó la travesía hasta cabo Corrientes.
Conductor naval
En tanto, el almirante Brown viajó a la zona de cabo Corrientes para esperar a los buques, y asumir el mando. Previendo que se trataría de una misión prolongada, solicitó que, durante su ausencia, el total de sus haberes se destinara a su familia. Según sus Memorias, el gobierno lo envió por tierra al cabo Corrientes, que era el punto de reunión, para embarcarse allí y ejecutar con esa fuerza auxiliar una diversión sobre la costa del Brasil (?), por haberse concentrado en el Río de la Plata casi toda la fuerza imperial.
El 15 de agosto de 1826, en carruaje, y acompañado por el teniente coronel Francisco Sayós, Brown partió de Buenos Aires. Como escolta se agregaron 40 hombres del fortín Kakel Huincul (cercano a la actual ciudad de Maipú). El periplo terrestre culminó el 23 de agosto, cuando llegaron a Macedo; allí se alojaron en la estancia de Francisco Sáenz Valiente (zona de Mar Chiquita), donde recibieron todo tipo de auxilios.
Para establecer contacto con los buques que venían de Chile, se buscó un punto alto y visible para instalar allí señales (banderas de distintos colores) y fogatas a fin de concretar las comunicaciones. Se eligieron las elevadas formaciones rocosas de cabo Corrientes. Brown señaló a esa zona como árida y carente de leña, y destacó el bajo fondo y la muy brava que es la mar continuamente por toda la costa. Desde Macedo, por medio de dos pequeñas embarcaciones, se abasteció a aquella posición con agua, víveres y leña.
El 5 de octubre Brown partió a Buenos Aires, al no tener noticias sobre los buques de Chile, y por su deficiente estado de salud. En cabo Corrientes dejó un destacamento para auxiliar a aquellos buques. Al día siguiente, la Chacabuco llegó a cabo Corrientes.
Mientras Guillermo Brown se recuperaba de sus dolencias en Buenos Aires, la Chacabuco permanecía en cabo Corrientes. Allí fue apoyada por la gente que había dejado el Almirante antes de partir, en tanto esperaba la llegada de aquel jefe naval.
El 26 de octubre de 1826 el Almirante partió una vez más para cabo Corrientes. Esta vez lo hizo por vía marítima, al mando de una escuadrilla formada por la goleta Sarandí (donde enarboló su insignia), y los bergantines República y Congreso. Los dos últimos buques fueron interceptados por la fuerza brasileña bloqueadora, y regresaron a Buenos Aires. La goleta Sarandí continuó sola la navegación hacia las costas del Sur. Las instrucciones de corso establecían como un punto de reunión cabo Corrientes, y que desde allí se iniciaría el crucero después sobre la costa del Brasil, para tomar presas, hundir, incendiar, y destruir, ajustándose a los usos de la guerra.
El 30 de octubre de 1826 la Sarandí y la Chacabuco se encontraron en cabo Corrientes. El Almirante Brown informó al Ministro de Guerra y Marina que en este momento que son las doce del día acabo de incorporarme con la corbeta Chacabuco, (?) me dirijo sobre la costa del Brasil conforme a las instrucciones (?). Frente a cabo Corrientes, en vela, octubre 30 de 1826. Como la Chacabuco estaba en malas condiciones, comunicó a la tripulación que la corbeta debía carenarse (repararse) para luego participar en el corso, pero, según otra de sus notas, todos a una voz quisieron ir al crucero y no a carenar. (?). En vela sobre el cabo Corrientes. Octubre 30 de 1826. En cabo Corrientes, Brown finalizó los preparativos, y al día siguiente zarparon desde allí a las costas del Brasil para cumplir una campaña corsaria de dos meses, que será intensa y provechosa.
Así, el maravilloso enclave de cabo Corrientes, orgullo de marplatenses y deleite de turistas, fue uno de los escenarios donde el Almirante Guillermo Brown desplegó su experiencia de conductor naval, y se convirtió en un sitio significativo para la estrategia nacional en la guerra contra el Imperio del Brasil.