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03-05-2015

"El problema no es la tecnología, sino que los estudiantes se aburran"

La especialista Miriam Kap considera que cuando el alumno se aburre "el problema es que el docente no está haciendo algo como para generar un espacio de atención genuina".

por Albertina Marquestau

¿Qué sienten los docentes frente al desafío de incorporar las nuevas tecnologías? ¿A qué se debe la distancia entre lo que dicen y lo que hacen en las aulas? ¿Qué nuevos estilos docentes emergen en ambientes de alta disposición tecnológica? Estos fueron algunos de los interrogantes que se planteó Miriam Kap en su libro "Conmovidos por las tecnologías. Pensar las prácticas desde la subjetividad docente" que publicó Prometeo y sobre el que reflexiona en este espacio.

La utilización de las nuevas tecnologías en el aula implica muchas cosas, tanto es así que los sentimientos del docente pueden colaborar o no con el uso de estas herramientas.

"En la investigación hay un fuerte componente afectivo en la utilización o no de las nuevas tecnologías, donde se ponen en juego dimensiones muy complejas que tienen que ver con el poder, con el lugar del saber, con la identificación del otro como docente y de uno mismo", asegura la licenciada en Ciencias de la Educación quien añade: "El problema no es la tecnología, sino que los estudiantes se aburran en la clase".

- ¿Por qué elegiste abordar el tema de las nuevas tecnologías desde la mirada docente?

- Mi actividad profesional tiene que ver con la formación docente, tanto en los espacios de los institutos donde trabajo, como en la universidad. En ambos lugares mi intención es reflexionar acerca de las prácticas de la enseñanza. Cuando llegaron las netbooks comencé a preguntarme: ¿Por qué no la usamos? ¿Qué es lo que está pasando con nosotros que no podamos dar el paso cualitativo de tener el hard (la materialidad) y no poder utilizarla como una práctica de enseñanza con intencionalidad pedagógica? A raíz de esto empecé a preguntar a los docentes ¿por qué la usamos y por qué no?

- ¿Y qué respuestas tuviste?

- Lo que me di cuenta después de todos los años que estuve trabajando en esta investigación, es que hay un fuerte componente afectivo en la utilización o no de las nuevas tecnologías donde se ponen en juego dimensiones muy complejas que tienen que ver con el poder, con el lugar del saber, con la identificación del otro como docente y de uno mismo. Por lo tanto lo que se corre pero no se anula, es el eje de la capacitación. Es necesaria, pero no es suficiente para que el docente incorpore estas tecnologías. Elijo el docente porque pienso en las prácticas de la enseñanza enriquecidas, que potencien los aprendizajes, y cómo podemos hacer los educadores para favorecer los aprendizajes en los estudiantes.

- En este marco, ¿apareció algún sentimiento de abandono por parte de los docentes?

- Sí, en algún momento apareció. La investigación es fuertemente narrativa así que hubo un montón de entrevistas y observaciones en las que los docentes dicen: Nos tiraron las netbooks por la cabeza, jamás nos preguntaron si queríamos, podíamos y sabíamos utilizarlas. Por lo tanto, eso también ofició de resistencia. Tengo la computadora, quieren que la use, ¿para qué?

- Vos decís que los sentimientos juegan un papel fuerte a la hora de la utilización o no de las netbooks en el aula ¿cómo es eso?

- Primero desde el recorrido e incluso desde un marco teórico que está fundamentado por las nuevas corrientes pedagógicas se afirma que sin el espacio de la consideración de las emociones de los docentes no hay posibilidad de reflexionar sobre estas prácticas, ni de enseñar ni de aprender. Junto con esta línea teórica aparece en los docentes de manera explícita o subrepticia, la explicitación de sus emociones, de sus afectos o pasiones, entonces los docentes que están a favor de las nuevas tecnologías se manifiestan apasionados, comprometidos, intrigados, curiosos, y toman a las nuevas tecnologías como un desafío, pero sienten a la vez incertidumbre, que el piso ya no es el mismo, que están corriendo un riesgo muy grande que están dispuestos a enfrentar, eso es lo interesante. Del otro lado están aquellos docentes que no utilizan las tecnologías dicen que se está intentando sacar el lugar del docente, que tienen miedo, que ahora los estudiantes van a saber más que ellos, que les genera angustia, inseguridad; y también sienten que el piso se les mueve pero no están dispuestos a correr ese riesgo. Ahora el problema es por qué unos sí y otros no, son rasgos muy difíciles de discernir en este tipo de investigación. Son cuestiones multidimensionales que probablemente estén más ligadas a un rasgo de carácter o de personalidad que a una formación sistemática. Obviamente que el trayecto formativo de estos docentes va a tener alguna influencia pero también el rasgo que lo hace ser vanguardista, adelantado o pionero en distintos aspectos, viene también de su propia vida. Aquel que toma el riesgo es una persona que en otros relatos de su propia vida también toma riesgos. Tampoco es necesario que todos los docentes utilicen las nuevas tecnologías.

No todos

- ¿Por qué no todos los docentes deben utilizar las nuevas tecnologías?

- Porque las nuevas tecnologías deben ser usadas críticamente, con un criterio pedagógico. Es decir, tienen que pensarse como movilizadoras del aprendizaje del otro. Si yo voy a usar esas tecnologías como antes usaba la tiza y el pizarrón, entonces no tiene mucho sentido. Lo que a mí me parece interesante de esto es que aquellos que tengan ganas de usarla y que puedan hacerlo, perciban que es un entorno más que un recurso o una herramienta y entonces, avancen. Y a todos los otros docentes que actualmente no las están utilizando, podemos acompañarlos en el descubrimiento de este entorno, pero no podemos obligarlos porque sino estamos reproduciendo algo que las propias tecnologías como concepto de entorno, no quisieran. La tecnología es un espacio de apertura, no de reproducción. Al principio yo tenía una posición totalmente optimista y pensaba que todo el mundo debía utilizar las nuevas tecnologías en el aula...después de este trabajo, cambió.

- Los docentes, ¿se sienten acompañados para poner en práctica el uso de las nuevas tecnologías en el aula?

- Actualmente hay un movimiento de formación docente muy grande con propuestas del Instituto Nacional de Formación Docente que está trabajando muchísimo sobre el tema. Así que hay un acompañamiento formal que a su vez es opcional porque quien lo hace está predispuesto a eso. Sin embargo, incluso en estos planes de formación que son interesantes y necesarios, no dejan de ser instrumentales. Es decir, al docente se le enseña a utilizar la máquina y los recursos que están dentro, sin embargo lo interesante sería que pueda comprender que la necesidad de utilizar estas tecnologías no está centradas en el docente sino en el estudiante. Lo que hay que descubrir es cuáles son los usos que le da el estudiante, no cuál es el potencial de la máquina, así es como el docente realmente va a favorecer el aprendizaje. Cuando pienso mi clase lo primero que tengo que hacer es imaginar a quien tengo adelante, y la computadora en algunos sentido me ata a los recursos disponibles.

- ¿Por ejemplo?

- Puedo utilizar el Twitter para favorecer determinadas prácticas discursivas, para trabajar la capacidad de síntesis. Con el Facebook, por ejemplo, puedo trabajar en que revisemos el concepto de amigo, o voy a utilizarlo para crear un grupo cerrado y armar un aula virtual. En realidad el espacio de formación docente lo único que requiere es un lugar de una mirada atenta al joven y luego sí ver cómo utilizamos esas nuevas tecnologías. No acotarla a lo que encontramos adentro de la computadora.

Relación

- Y los docentes, ¿qué actitud sienten que tienen lo jóvenes con ellos en estos procesos?

- La verdad es que casi todos los docentes con los que estuve conversando lo que dicen es que los chicos son muy solidarios con el adulto. Reconocen que en algunos aspectos los chicos saben más que el docente, eso igualmente no rompe la relación asimétrica entre ambos pero al docente le da miedo. El estudiante se acerca y enseña y no hay una actitud de menosprecio hacia el adulto siempre que vean que el adulto es permeable al discurso de los jóvenes. Si el adulto les dice, cierren las computadoras lo que genera es una relación de resistencia mutua. Si un joven percibe que el docente tiene un modelo comunicacional lineal, es difícil que se genere un vínculo bueno. Es una posición simétrica de la que no se sale y no podemos pretender que sea el adolescente que se corra de ese lugar, sino que tiene que ser el adulto quien lo haga. El adulto tiene la posición de enseñar, de transmitir un conocimiento, de no perder el lugar de la simetría, pero debe entender y ser poroso de lo que le está pasando hoy a los jóvenes y dar lugar a eso. Es bueno que el docente diga que no sabe y pida ayuda al alumno.

- Y el celular, ¿qué papel juega?

- La mayoría de los docentes tienen una distancia entre el discurso y lo que realmente sucede en el aula. Hay una brecha entre lo que dicen y lo que hacen. La mayoría de los docentes te van a decir que están a favor de las nuevas tecnologías sin embargo cuando llegan al aula dicen, apaguen los celulares. Ahí tenemos un conflicto muy grande porque el celular es tanta tecnología como una netbook. Podemos incorporar el celular para decirles que busquen en google alguna información, formar entre todos un proceso de investigación para intervenir en Wikipedia, por ejemplo. Ahí hay un proceso de investigación y estás utilizando el celular o las computadoras. Cuando los estudiantes se aburren en muchos casos empiezan a mandarse mensajes, pero esto no es nuevo, antes se usaban los papelitos...el problema es que se aburran, no la tecnología. El problema es que el docente no está haciendo algo ahí como para generar un espacio de atención genuina. Y el docente no se tiene que convertir en un actor, pero tiene que entender cuáles son las claves que hacen que al otro le interese estar ahí, porque los chicos están en la escuela por obligación, no es una cuestión placentera.