"Los chicos no están motivados en la escuela, necesitan que los escuchen"
Con 23 años de trayectoria en educación alternativa, Sandra Majluf afirma que "hay un despertado interés" por este tipo de educación que respeta el proceso de desarrollo humano.
"Los niños dicen lo que necesitan, el tema es que no los escuchamos", asegura Sandra Majluf, directora del Instituto de Educación Superior Terra Nova de Ushuaia que lleva adelante el sistema de educación experimental, libre.
Con 23 años de trayectoria en educación alternativa, Majluf afirma que "hay un despertado interés" por este tipo de educación que respeta el proceso de desarrollo humano y la posibilidad de que el hombre puede construirse a sí mismo. Partiendo de esta base, los proyectos de educación libre se caracterizan por acompañar a los niños en este proceso, hacer propuestas y dar el ambiente necesario, pero con la idea principal de la no-directividad, es decir, no interferir en la toma de decisiones, ni dirigirla. Esto se traduce en dejar al niño ser. Aulas abiertas donde no hay obligación de sentarse en un banco, chicos que eligen qué materias quieren estudiar y docentes que acompañan y satisfacen las demandas son, en resumidas cuentas, algunos ejes que caracterizan a estos espacios educativos.
-¿Por qué cree que surge la necesidad de buscar una escuela alternativa?
-Creo que es porque todos nos damos cuenta de que el sistema actual está colapsando, que los chicos cada vez menos quieren ir a la escuela, que no hay mucho interés. Por el otro lado todo esto está acompañado por el hecho de que los padres tienen más conciencia, están respetando un poco más el querer y sentir de los niños. Son dos cosas: los niños que vienen más despiertos, y los padres que tienen más conciencia y no quieren repetir el modelo que ellos mismos han vivido desde la escuela. Por ejemplo durante muchos años esos padres estudiaron cosas que no les interesaban y que les decían que probablemente les iban a servir para algo cuando sean grandes, pero resulta que cuando llegás a grande ves que no te sirvió para nada, que fue tiempo perdido. Mucha gente de una generación de 30-40 años está trabajando de cosas que no les gustan, no son felices y está muy fuerte esa conciencia de que no queremos repetir eso en los hijos. Queremos que nuestros hijos sean felices. Es notable el cambio que uno ve cuando los niños entran a la escuela o al jardín y salen de la secundaria. Son otras personas, entonces nos preguntamos qué pasó en el medio. Y en la respuesta aparecen la escuela, la sociedad, la familia y todos los condicionamientos que los adultos ponemos sobre los niños, todo lo que nosotros creemos que ellos necesitan y a veces también imponemos. El trabajo de los papás es despojarse de todos esos condicionamientos para poder ver a los niños tal cual son y respetarlos desde ese lugar.
-Usted dice dejarlos elegir, ser, todo lo que promueve la educación libre...
-Hay como un espectro de tipos de escuela que están en esa intención, algunas más o menos libres. Aún en una escuela tradicional y con clases muy dirigidas uno puede tener una actitud de estar en libertad y respetar a los niños. Hay mucho camino por hacer y a veces no lo hacemos porque pensamos que tienen que darse miles de condiciones ideales. Yo siento que hay que fortalecer a los maestros que se dan cuenta que mucho de lo que hoy hacen no les sirve, no son felices y, por lo tanto, los niños tampoco. Entonces hay que ayudar a los maestros, primero a conectarse con su sentir porque ellos saben por dónde hay que ir. En ese despertar del maestro luego se da el acompañamiento al niño de manera natural porque los niños van diciendo lo que necesitan, el tema es que no los escuchamos. Por eso al trabajo hay que hacerlo con los maestros, con los padres y con todas las personas que tengan niños a su cargo.
Los docentes
-Hace mucho hincapié en el rol del docente sobre el que tiene una mirada positiva en estos tiempos en los que se cargan muchas culpas sobre ellos...
-Yo por un lado estoy trabajando en la apertura de escuelas libres, donde se crean espacios direccionados para los niños, donde cada uno de los chicos se acerca al espacio que le interesa. Y donde hay maestros que van acompañando ese proceso y que son muy buenos observadores para ver qué es lo que están necesitando por si no está en el espacio, traerlo; o convocar a las personas necesarias para que el chico pueda desarrollar la habilidad. Y también trabajo en Pedagogía 3000 que provee herramientas pedagógicas para vincularse de otra manera con los niños y trabajarlo en las escuelas tradicionales. Siento que no es una cosa en contra de la otra, sino que tienen que estar todas esas posibilidades porque cada uno transita el camino por donde puede. Lo que veo es que en una escuela tradicional si uno habla de la escuela libre a veces los maestros se sienten frustrados y consideran que no pueden hacerlo o que el sistema no lo permite, hay un sentimiento de frustración. Por eso hay que fortalecer a los maestros para que sigan su sentir porque si piensan que no está bien la educación se preguntan qué pasa que no la podemos cambiar. Y lo que pasa son nuestros propios condicionamientos, porque todos tenemos la fortaleza para hacer muchas cosas.
-En su recorrida por otros países, ¿Cómo está posicionada la Argentina con el tema de educación libre?
-En Argentina, Brasil y Uruguay hay un gran despertar de la conciencia respecto de cómo proteger a los niños. Uruguay es más silencioso pero a la vez profundo. En Brasil hay como una explosión en el tema. Y nosotros estamos en el medio. Estuve en Córdoba, Entre Ríos, Mendoza y Buenos Aires, y hay muchos grupos de padres abriendo escuelas libres. Siento que hay una fuerza de renovación muy grande en la que tuvo mucho que ver la película "La educación prohibida", ya que logró reunir todas las experiencias sobre el tema e hizo que nos conociéramos y así supiéramos que no estábamos solos en esto.