Recuerdos desconocidos del fiscal que investigó el "Caso Monzón"
El doctor Carlos Pellizza fue el fiscal que investigó el "Caso Monzón". Al cumplirse 25 años del hecho aceptó dialogar con LA CAPITAL. Rememoró las instancias de aquel proceso y reveló aspectos desconocidos.
por Gustavo Visciarelli
Pasó gran parte de su vida en el Poder Judicial bonaerense y se jubiló hace cuatro años. Hoy ejerce su profesión de abogado con el mismo bajo perfil que lo caracterizó en sus tiempos de funcionario judicial. El doctor Carlos Pellizza se sorprende de que haya transcurrido un cuarto de siglo desde aquella mañana del 14 de febrero de 1988 cuando ?muy temprano llegó un patrullero a mi casa. Me comunicaron que había habido un hecho de sangre muy grave en el que estaba involucrado Monzón. ¿Qué sentí? Ha pasado mucho tiempo? pero debió ser conmocionante?.
Pellizza se había desempeñado como secretario de un juzgado de primera instancia hasta el 10 de diciembre de 1987, fecha en que asumió como fiscal. Su primer turno en tal función se extendió desde el 1 al 15 de febrero de 1988, de manera que tuvo un inesperado bautismo de fuego: investigar el caso de mayor resonancia mundial en la historia policial argentina. "No dejó de ser un curso acelerado en varias materias. Fue una experiencia enorme", recuerda.
La mañana del hecho
El mismo patrullero que llegó hasta su domicilio fue el que lo trasladó hasta la vivienda de Pedro Zanny 1567 donde yacía el cuerpo de Alicia Muñiz. "El hecho ocurrió en una casa de La Florida y yo vivía cerca de ahí, en Los Tilos, dos barrios separados solamente por las vías del tren...", rememora.
Su primer recuerdo se refiere a "la conmoción enorme que había en el barrio, pese a que era domingo y casi de madrugada. La medida inicial fue tratar de poner un poco de orden. Fue inmediata la presencia del entonces secretario del juzgado de turno, el doctor Oscar Deniro, que también era flamante en ese cargo y estuvo muy a la altura de las circunstancias. La policía estaba tomando las medidas mínimas. Había gente que no tenía nada que hacer y que por suerte no llegó a contaminar nada porque la policía preservó el escenario del hecho".
Monzón detenido
Mientras ello ocurría, Carlos Monzón estaba internado en el Hospital Interzonal a causa de las heridas que sufrió en la caída desde el balcón. Las diligencias iniciales marcaron su suerte procesal y ese mismo día quedó detenido por "homicidio simple".
- ¿Qué fundamentó la rápida presunción de que Alicia Muñiz había sido asesinada?
- Uno ve un cadáver en el piso debajo de un balcón y hay margen para pensar en muchas cosas. Ayudó la asistencia cercana de médicos de policía experimentados que a poco andar se dieron cuenta de que no había sido un accidente. No costó mucho hacerse a la idea de que era un hecho grave, doloso, idea que se fue ratificando en el curso de la investigación.
- Ese mismo domingo usted se entrevistó con Monzón en el hospital.
- Una vez que estuvieron encaminadas las diligencias en el lugar del hecho me pareció indispensable ver personalmente a Monzón y verificar su estado. Recuerdo haber ido con uno de los médicos de policía. Monzón estaba consciente, lúcido, se quejaba del dolor. No hubiera sido posible un interrogatorio en esas circunstancias.
- Al día siguiente Monzón declaró en el hospital.
- La indagatoria se realizó en una habitación. Ya había sido designado defensor el doctor Jorge De la Canale que incluso le aconsejó a Monzón negarse a declarar. Monzón, pese a la insistencia del abogado, prefirió dar su versión de los hechos. Dictó una declaración bastante extensa.
- ¿Qué impresión personal le dio en esos dos primeros encuentros?
- En ese momento uno estaba en presencia de un hombre cuya mujer, madre de su hijo, había fallecido por su culpa o no. Ese hombre estaba internado; estaba lastimado; estaba en el curso de un acto procesal que tenía mucha importancia para él, de modo que no estaban dadas las condiciones para que verdaderamente se revelara su personalidad. Por supuesto que deja indicios y me pareció un hombre que era muy dueño de sí mismo. No se le notaba demasiada preocupación por lo que había pasado.
- ¿Cree que la situación de Monzón hubiera cambiado si se negaba a declarar?
- Yo no sé el resultado final. Quizás declarando de otra manera o haciéndole caso al defensor hubiera dificultado la colección de la prueba en su contra. Pero intervinieron peritos muy competentes y eso quedó demostrado en el juicio oral. Le hubiera resultado muy difícil a Monzón escapar del valor de la prueba científica. El error más grande fue no obedecer a su letrado, que es un abogado muy hábil y muy prestigioso.
- ¿La reconstrucción del hecho empeoró su situación?
- Sí, porque ahí se ponen en evidencia muchas cosas que no coincidían. Eran visibles los esfuerzos de Monzón por tratar de acomodar su versión a lo material, pero su versión ya estaba escrita. Quedó en evidencia un intento de mentir para mejorar su situación.
Los rastros de sangre
Uno de los entretelones no esclarecidos del "Caso Monzón" fue el de las manchas de sangre que aparecieron en torno a la casa. Tal aspecto no resultó de trascendencia para el Tribunal que condenó a Monzón. Y Pellizza, que investigó con ahínco aquellos rastros, se somete a la perspectiva del tiempo y le otorga razón a los jueces al afirmar: "El Tribunal no entró en eso porque sostuvo que no incidía en el esquema básico del hecho: había un autor, había una víctima, había un mecanismo de muerte. Ese recorrido de sangre que rodeaba la casa no quitaba ni agregaba nada al hecho típico. Pudo haberle incorporado un matiz como que después de esto alguien caminó sangrando o antes del hecho pudo haber un cachetazo que generó una hemorragia en alguien".
- Pero las manchas de sangre merecieron todo un capítulo investigativo que tuvo que afrontarse con vieja tecnología.
- En ese entonces no estaba a disposición de la justicia la tecnología del ADN. A nivel local se llegaba a los subgrupos. Y el destino quiso que la víctima y el imputado tuvieran el mismo grupo y subgrupo. En su momento el tema de la sangre nos confundió mucho. Uno después lo ve con otra perspectiva, como lo hizo el Tribunal.
La ropa de Alicia Muñiz
Otro capítulo enigmático perdura en torno a las prendas que vistió Alicia Muñiz en la madrugada del 13 al 14 de febrero, cuando salió con Carlos Monzón para disfrutar de una velada que terminó trágicamente.
La policía secuestró en la casa algunas vestimentas pero éstas fueron desconocidas por Monzón cuando se las exhibieron en el juicio. La frase que empleó fue tajante y cuestionada: "Con esa ropa, no sale conmigo".
"Esas prendas -dice Pellizza- fueron secuestradas y se suponía que eran las que usó Alicia en base a las descripciones obtenidas. También había algunas fotos, pero resultó que habían sido tomadas en otra oportunidad. Nunca pudimos tener certeza".
- Pero también existió la versión de que la ropa podría haber sido sustraída de la casa.
- Después del hecho y por la actividad del particular damnificado, el abogado Rodolfo Vega Lesich, apareció una persona que decía tener parentesco con alguien que había tenido acceso a la casa y que se había llevado algo de la ropa que habría sido comprometedora. La única apoyatura que tenía eso es la falta de certeza de que esa ropa existiera. Investigamos esa versión, pero no llegamos a nada.
- También se habló de un pijama que tendría puesto Monzón en el momento del hecho...
- El testigo Báez habla de un cambio de ropa de Monzón. Refiere que después de tirar a Alicia por el balcón se quita un pijama y que se pone un short. Ese pijama necesariamente debió tener algún rastro de sangre pero nunca fue hallado. Esa es una de las cosas que quedaron sin esclarecer totalmente, al igual que algunas pertenencias que Alicia habría tenido en la cartera. Pero insisto -y lo dijo también el Tribunal en el fallo- nada de eso impidió la reconstrucción perfecta del hecho típico: víctima, autor y modalidad del hecho.
- También existió la versión de que en la casa había droga que fue retirada...
- Eso motivó la intervención de la Justicia Federal, que allanó la casa bastante después. Dicho así, que alguien entró y se llevó droga, no es una idea que se aproxime a lo que sucedió si es que sucedió. Ingresó gente naturalmente, había familiares con derecho a saber lo que pasaba, había allegados que en la medida que no alteraran lo que a nosotros nos había interesado nada impedía que ingresaran. A la instrucción le interesaba la puerta de entrada, el vidrio roto con la maceta, el balcón, la habitación, el piso. Cuando se hizo toda la tarea de recolección de datos relacionados con el homicidio, bueno, si es que hubiera habido alguna cosa que se comentó que hubo, tranquilamente pudo haberse retirado.
Los dos Daniel
- También generó dudas la cuestión de que, después del hecho, Monzón llamara al casero a los gritos sin ser atendido durante varios minutos, cosa que despertó a todos los vecinos.
- Dudas no. Certeza. Era una mentira. Este hombre escucha porque tenía una habitación abajo, cerca de la entrada. No pudo seguir haciéndose el dormido ante el macetazo que le tiró Monzón? una maceta de 70 centímetros de diámetro que atravesó el vidrio del portón y explotó en la puerta de su habitación. Pero tenemos la certeza de que estaba escuchando y que no quería abrir.
- ¿Es cierto que alguna vez usted pasó por la casa en horas de la madrugada, tocó timbre y fue atendido inmediatamente, con lo cual se convenció de que el casero no tenía sueño pesado?
- Pudo haber ocurrido...
De Martel a Báez
Pellizza recuerda que en la casa había dos niños: el hijo de Monzón y Alicia Muñiz y el del actor Adrián "Facha" Martel, que era quien alquilaba la casa.
"A los chiquitos -comenta- se los retira un par de horas después pero se los mantuvo al margen de todo".
- ¿Martel llegó rápido?
- Llegó rápido. Si mal no recuerdo, la noche anterior los tres habían estado juntos en una cena. Después Monzón y Alicia Muñiz volvieron a la casa en un taxi. El conductor del taxi también tuvo un momento de trascendencia porque se contraponía con la versión que dio el testigo Báez.
- Báez dijo que las escenas de violencia empezaron no bien la pareja bajó del taxi y que el conductor salió a toda velocidad, con la puerta abierta...
- Y el taxista lo desmiente. Hay otro testigo. Fue un chatarrero que vivía frente a la casa, del otro lado del arroyo. Cuando Báez se va de la casa le cuenta todo al chatarrero, se desahoga con él. Después lo ubicamos y negó las cosas hasta que se enfrentó con Báez en la comisaría y ahí reconoció que le había contado todo. Ese hombre también estaba enfermo y no llegó a declarar en el juicio.
- Usted siempre creyó en la versión del cartonero Báez.
- Totalmente. Porque su versión de primera mano fue la más sólida, la más cercana a los hechos, la menos contaminada. Todos los que estuvimos cerca de Báez conocemos la personalidad que tenía y que su situación lo hacía permeable a muchas cosas. Entonces no le reprocho que en las sucesivas declaraciones, a medida que se fue enterando de cosas, reaccionando a toda clase de estímulos que tuvo debido a su notoriedad, fuera agregando cosas, quitando y hasta victimizándose en algún momento. No es casual que el Tribunal, sin perjuicio de los reparos con que recibió su testimonio, describiera la mecánica del hecho como la describió Báez: la trompada, el estrangulamiento y la caída.
- Hay un error en la declaración de Báez que usted valoró como un indicio de credibilidad. El dijo que Alicia Muñiz tenía un portasenos cuando era sabido que no tenía corpiño.
- Exacto, y era la marca de la malla en la piel bronceada. Cuando Báez relata cómo Monzón carga a Alicia Muñiz, dice que está en bombacha y portasenos. Y a Alicia la encontramos en bombacha y con una muy visible marca de bikini que a distancia podía parecer un corpiño. En esa escena Báez dice que después de tirar a Alicia por el balcón, Monzón se saca un pijama que tenía puesto, se pone un short y se tira por el balcón. Cuando aquel domingo yo lo fui a ver al hospital, Monzón tenía ese short limpio que describió Báez?
La última entrevista
En la etapa final del proceso escrito que precedió al juicio oral, Pellizza formuló acusación, pero antes de ello tuvo una nueva entrevista con el acusado.
"Era una necesidad personal la de conocer a todos los procesados que estaban detenidos y fue práctica permanente de la fiscalía a mi cargo entrevistar a todos los detenidos antes de formular acusación", explica el ex fiscal.
"Además -añade- la impresión personal es una pauta legal; figura en el Código Penal como uno de los factores que inciden en los montos de las penas. La única diferencia que hice con relación a los demás procesados fue constituirme en la cárcel para entrevistarlo en un despacho, porque cada traslado de Monzón a los Tribunales terminaba con varios periodistas lastimados y otros tantos policías procesados. Para que Monzón no sintiera diferencias, cité a cuatro o cinco imputados más. Y ahí sí, en una charla relajada, tranquila, serena, me permitió formarme una impresión personal negativa que también incidió en el monto de pena que pedí".
- ¿En qué se fundamentó esa impresión negativa?
- En actitudes, en dichos de él. Pero yo creo que no es del todo propio hacer públicas estas cosas. Y si bien yo puedo exponer las conclusiones, que en este caso fueron negativas, me parece que no debo ahondar. Además, Monzón ya no está para refutarlo.
"La pena tuvo que ser mayor"
Pellizza considera que Monzón debió recibir una pena mucho más severa. De hecho, en su momento pidió que lo condenaran a 18 años de prisión, siete más de los que finalmente le impuso el Tribunal.
Debe recordarse que en la provincia regía desde 1915 el Código de Procedimientos Penales de Tomás Jofré, que había sufrido algunas modificaciones pocos meses antes del hecho. Una de ellas establecía la obligatoriedad del juicio oral y público para los casos de homicidio.
En aquel sistema el fiscal de primera instancia debía formular acusación por escrito en la etapa final del expediente. Como queda dicho, Pellizza pidió 18 años de prisión. Y recuerda con agrado que tal requerimiento fuera sostenido por el fiscal de Cámaras, Juan Alberto Ferrara, quien tuvo a su cargo la acusación en el juicio oral.
?Yo fundamenté el pedido?, dice Pellizza y rememora aquella línea de razonamiento:
- ?Para la mayoría de los hechos de homicidio -que tienen una escala penal de 8 a 25 años- por lo general las penas no excedían la mitad de la escala. Todos los casos son diferentes, no se puede generalizar en eso, pero la mayoría de los homicidios están exentos de las circunstancias agravantes que tenía éste?.
- ?Monzón había sido campeón mundial de box. Alicia medía 1,60. Hubo una desproporción física enorme, una motivación absurda, una modalidad cruel en la que se combinaron trompadas y estrangulamiento. Después la tiró por el balcón?.
- ?En la ley argentina hay un homicidio que en ese tiempo merecía prisión perpetua que es el de aquella persona que mata a su cónyuge.
La ley entiende como cónyuge a la esposa legítima. Alicia era la madre del hijo de Monzón, había una prolongada convivencia y hasta una apariencia de matrimonio. Esto último ayuda a consolidar una idea de estado familiar, sin perjuicio de lo legal?.
- ?Otro factor que califica al homicidio y lo lleva a la pena de prisión perpetua es la alevosía, que es la indefensión de la víctima. Y aquí teníamos a una mujer desnuda en un balcón frente al campeón del mundo??
- ?Jurídicamente no era posible aplicar la figura de la alevosía porque por algunas cuestiones técnico-jurídicas no correspondía. Tampoco correspondía el agravante del estado conyugal porque no estaban casados. Pero en una escala penal que arranca en 8 y llega a 25 había elementos sobrados para acercarnos al máximo?.
¿Veinticinco años no son nada?
No había teléfonos celulares y los fijos escaseaban. Tampoco existía Internet y faltaban años para que se masificara el uso de computadoras. Pese a ello, el hecho provocó una eclosión mediática mundial que hoy resultaría común, pero que hace 25 años irrumpía como un fenómeno nunca visto. Pellizza recuerda que "en medio de esa divulgación, a mi modo de ver exagerada, me resultaba insólito recibir llamados de periodistas que desde sitios remotos se interesaban por el caso".
Quizás a muchos sorprenda saber que los estudios de ADN no estaban incorporados a la investigación criminal, al menos en estas geografías.
El mensaje periodístico reposaba en otros valores culturales. La utilización natural de la palabra ?concubina? subrayaba en las crónicas el concepto de ?vínculo no legal?. También se enfatizó en el hecho de que Alicia Muñiz haya venido al encuentro de Monzón pese a que estaban separados y en litigio por la cuota alimentaria de su hijo. Ese fue un ?elemento de cargo? que parte de la sociedad empleó para defender al ídolo y culpar a Muñiz de su propia muerte.
Veinticinco años, en este caso, es mucho más que nada, sobre todo si recordamos que en la valoración social de aquel entonces la muerte de una mujer en manos de su pareja no tenía el mismo rango de gravedad que hoy.
La síntesis de un proceso que captó la atención mundial
El homicidio de la modelo uruguaya Alba Alicia Muñiz Calatayud (32) ocurrió el 14 de febrero de 1988 en una vivienda de Pedro Zanni 1567 donde se alojaba como huésped el ex campeón mundial de boxeo Carlos Monzón (45). La pareja tenía un hijo de cuatro años.
El inmueble había sido alquilado por el actor Adrián ?Facha? Martel, quien integraba el elenco teatral del cómico Alberto Olmedo, muerto trágicamente el 5 de marzo de 1988.
Alicia llegó a Mar del Plata el 13 de febrero, se alojó en la casa y por la noche salió con Monzón. Luego de concurrir al Casino, el hotel Provincial y el Club Peñarol, la pareja regresó en un taxi a la vivienda donde se hallaba el matrimonio de caseros, el hijo de ambos y el hijo de Martel.
El hecho se produjo cerca de las 6. Según los peritos, Alicia murió por fractura de cráneo al caer desde un balcón de 3.70 mts. en estado de inconsciencia luego de haber sufrido compresión manual en el cuello.
Monzón fue retirado por una ambulancia del escenario del hecho y quedó internado en el Interzonal. Presentaba fractura en un brazo y contusiones. El mismo 14 de febrero quedó detenido en el hospital y al día siguiente prestó declaración indagatoria. Admitió haber golpeado y tomado por el cuello a Alicia Muñiz pero aseguró que fue ella quien se tiró del balcón. Y que él se precipitó cuando intentó detenerla. La defensa -ejercida por Jorge De la Canale, Horacio D´Angelo y Patricia Perelló- avaló esa versión a lo largo del proceso y sigue sosteniendo que es cierta.
El 2 de marzo irrumpió en escena el cartonero Rafael Crisanto Báez asegurando haber presenciado el homicidio desde el alambrado perimetral de la casa. Pocos días después el cuerpo de Muñiz fue sometido a una segunda autopsia en Buenos Aires. Prestigiosos peritos informaron que faltaba el esternocleidomastoideo, músculo del cuello donde habían quedado las improntas de Monzón. El episodio dio lugar a una gran controversia y a una causa judicial donde no se estableció si el músculo faltó.
El 26 de junio de 1989 Monzón comenzó a ser juzgado oral y públicamente por los jueces Alicia Ramos Fondeville, Jorge Isaach y Gustavo Pizarro Lastra, quienes el 3 de julio lo condenaron a 11 años de prisión por ?homicidio simple?.
Monzón murió el 8 de enero de 1995 a los 52 años. Por razones de proximidad familiar lo habían alojado en una cárcel de Santa Fe y gozaba de salidas transitorias. Volviendo a prisión en auto, volcó y perdió la vida en la Ruta 1. Los cómputos de sus días en la cárcel indicaban que debía estar en libertad. Así lo habían reclamado sus defensores, pero los tiempos de la Justicia tuvieron, en este caso, un desenlace macabro: a Monzón le concedieron la libertad después de muerto.