Marino definió a la pobreza, la droga y la juventud como sus grandes preocupaciones
El obispo destacó que la misión de la Iglesia debe estar orientada a trabajar con "la juventud". También subrayó "el problema de la drogadependencia" y la necesidad de "asegurar la presencia de la Iglesia entre los más pobres". Reconoció que la diócesis c
A menos de tres días de haberse hecho cargo del Obispado de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino puso ayer de manifiesto su inquietud por el fenómeno de la pobreza, el avance de la droga y la situación de la juventud, planteando que por esa razón trabajará para "impulsar la presencia de la Iglesia no sólo en las fronteras geográficas" sino también en las "fronteras existenciales" de la Diócesis local.
Tras haber asumido formalmente la conducción del Obispado de Mar del Plata el sábado pasado, Marino ofreció ayer su primera conferencia de prensa, durante la cual puso el acento en los contrastes existentes en una ciudad "espléndida, magnífica y renombrada" en la que al mismo tiempo "se está formando un cinturón de pobreza al que tenemos que llegar".
El nuevo obispo comentó haber dedicado sus primeras horas de estancia en la ciudad a mantener reuniones con los integrantes del clero local, a recorrer algunos barrios y parroquias de Mar del Plata y a definir cuáles serán los primeros compromisos que atenderá desde su función al frente de la Diócesis. Y, en este contexto, explicó que además de garantizar "la comunión del clero y de los cuadros apostólicos" una tarea significativa consistirá en llevar adelante "el servicio de la misión" para lograr que la Iglesia "llegue a donde no llega suficientemente", en especial, a los barrios más pobres de la ciudad.
Marino le dijo a LA CAPITAL que su tarea pastoral tendrá un enfoque "ante todo religioso" pero atendiendo "todas las otras esferas de la vida humana" planteando su vocación por trabajar con "la juventud, el problema de la drogadependencia y asegurar la presencia de la Iglesia entre los más pobres".
Las dos realidades
El obispo sostuvo que quien visita Mar del Plata "percibe opulencia pero al alejarse un poco del centro aparecen otras realidades". Asimismo definió a los jóvenes como "una de sus preocupaciones principales" al destacar que ellos "heredan un mundo en medio de transformaciones gigantescas" por lo que destacó la importancia de "ofrecerles un norte, valores que puedan asimilar y con los cuales puedan resistir a cierta imposición cultural que nosotros creemos equivocada". En este sentido aseguró que "Mar del Plata es una de las principales ciudades donde la droga es un comercio redituable y hace estragos, principalmente entre la juventud".
Marino dijo que por la naturaleza de su tarea dentro de la jerarquía de la Iglesia ha mantenido un contacto habitual con funcionarios políticos como legisladores, intendentes o gobernadores con quienes "hablamos con toda claridad y mucha sinceridad sobre los temas que a nosotros nos preocupan, que son la droga, el juego, la pobreza o la educación", por lo que confió en que esa relación de diálogo también estará presente en su tarea pastoral en la ciudad.
Por otra parte Marino se refirió a s percepción de la relación de la Iglesia Católica con otros credos religiosos, asegurando que más allá de "las convicciones" de cada creencia "estamos en épocas de diálogo y de colaboración, de valores comunes para aprovechar al máximo las coincidencias".
Asimismo el nuevo obispo sostuvo que si bien aún no posee un conocimiento detallado de la actividad desarrollada por cada una de las parroquias y las comunidades de la Diócesis, sabe que la Iglesia local "se mueve y tiene una gran capacidad de iniciativa". En este sentido, dijo conocer "a muchos miembros clero en el que hay hombres jóvenes y con una edad intermedia con gran empuje y capacidad para llevar adelante iniciativas muy lindas".
Controversia superada
Finalmente Marino se refirió a la controversia generada tras su designación como obispo local, cuando se lo acusó de haberse manifestado duramente en contra de la ley de matrimonio igualitario.
Una vez más el religioso desmintió haberse pronunciado en ese sentido, al señalar -textualmente-: "todos los que me conocen, los que me han tratado y saben cómo hablo saben que tengo un tono agresivo, confrontativo o duro. Soy claro en mis convicciones. Además no tengo yo una doctrina propia ni demasiado original. Mis ideas coinciden con las de la Iglesia y las del Evangelio y de eso no me voy a apartar. No debemos ignorar que en torno a este tema se planteó como una especie de guerra mediática y en ese clima de endurecimiento de pronto se extractan cosas y se construye una determinada imagen que no es real".
Continuó explicando: "Yo nunca he tenido una palabra de agravio porque no es mi estilo. Firmeza en la doctrina sí, pero bueno, eso es lo que se le pide a un obispo. Y la doctrina es la que es. Nosotros tenemos una determinada concepción y adherir a ella ni implica una injuria para nadie. Yo sigo adherido a una doctrina que es la de la Iglesia y no tengo mucho para decir al respecto. La discusión se planteó en términos muy duros pero a mi nadie me puede decir que yo dije algo que no dije", concluyó monseñor Marino.