Insectos como indicadores de la calidad del ambiente
El entomólogo Juan Farina consideró que Mar del Plata "tiene una buena nota" en materia de biodiversidad. Pero advirtió que hay zonas que no deben descuidarse.
La presencia o ausencia de insectos, su cantidad y diversidad son indicadores que utilizan los investigadores a la hora de conocer la calidad ambiental de determinados ecosistemas.
Se trata de una herramienta confiable, que requiere también tener un conocimiento bastante amplio de las especies que habitan una determinada zona geográfica. Por ello la importancia de relevar -en lo posible continuamente- la existencia de insectos.
Desde el Museo Municipal de Ciencias Naturales Lorenzo Scaglia -reservorio de los insectos de la zona- el entomólogo Juan Farina está llevando adelante un exhaustivo relevamiento de las especies que se desarrollan o llegan a la ciudad. "La presencia de insectos es indicador de gran biodiversidad", señala el investigador, quien desde 1987 trabaja en el área Entomología del museo.
Tener una colección de base actualizada es fundamental para poder llevar adelante luego las tareas de monitoreo de los ambientes. Se trata de analizar si hay más o menos especies, para luego profundizar y averiguar los por qué.
¿Qué es lo que indican los insectos? "En un ambiente diverso todo se regula naturalmente. Hay un equilibrio dinámico", definió el investigador.
Explicó que "para monitorear la temperatura, humedad, presión existen equipos, pero no sirven si tengo que saber cómo está funcionando un ecosistema complejo, si va en avance o en retroceso, si se está empobreciendo de especies o no". Ahí es donde cobran un papel fundamental los indicadores, que son "organismos que reúnen ciertas características, como seres emblemáticos, en lo posible con presencia todo el año, de un tamaño de mediano a chico, muy fáciles de muestrear, que haya especialistas que los puedan determinar", enumeró, considerando que con esos requisitos, "como grupo, los insectos son los mejores indicadores. Son fantásticos para monitorear un ambiente".
Su validez tiene tiene que ver con que "flora y fauna, en general han evolucionado juntos. Los ciclos de los insectos son muy parecidos a los de las plantas y van de a pares. No puede nacer una mariposa o poner huevos en una planta que no tenga hojas. La mariposa va a nacer cuando la planta tenga hojas para tener alimento y la abeja va a nacer en el momento en que la planta tenga flor, para tener donde buscar el polen para darle a sus crías" ejemplificó el investigador, definiendo que "están ajustados, cincronizados".
En ese contexto indicó también que "la sequía es el enemigo número 1 de los insectos. Si hay épocas prolongadas sin lluvia las plantas se secan y no va a haber bichos y cuando vuelven las lluvias -como fue una constante este verano- vuelven a desarrollarse insectos".
En ese marco ejemplificó que "algunos grupos de insectos, por ejemplo alguaciles sirven para ver el estado de cursos de agua, porque en estadíos juveniles de esos animales viven en el agua y si el agua no tiene ciertos requerimientos -arroyos, lagunas- no se desarrollan" explicó señalando que "si no ves aguaciles en los arroyos es porque algo malo está pasando, si ves muchos alguaciles, muchas especies es fantástico". Y agregó que "para suelo se usan termitas, colemus, otros grupos que tienen estrecha fidelidad a determinados suelos".
El estudio de campo
Farina está trabajando, junto con Armando Cicchino y otros investigadores en un relevamiento de entomofauna del sudeste de la provincia de Buenos Aires. "Buscamos lugares prístinos, que son los más adecuados y en la medida que se va recorriendo aparecen posibilidades de hacer biología de determinados insectos, tomar datos del comportamiento de especies sobre las que no se conoce demasiado", indicó.
"Generalmente, el grado de perturbación del ecosistema local es interpretado por las variaciones de abundancia, diversidad y composición de grupos biológicos que denotan gran fidelidad ecológica. Los artrópodos, y en particular los insectos, se utilizan frecuentemente como excelentes indicadores para el monitoreo de sistemas de uso sustentable, por ser el grupo más diverso y de amplia distribución, rápida identificación, muestreo sencillo, tamaño conveniente y respuesta previsible ante variaciones ambientales" explican en los fundamentos del trabajo.
El objetivo es "obtener una aproximación de la diversidad y abundancia de la entomofauna de un sector del sudeste bonaerense con uso intensivo del suelo y detectar aquellos grupos o taxones que puedan ser utilizados como bioindicadores de condiciones edáficas a escala local, a los fines de aportar información ecológica para propender a una agricultura zonal sustentable".
"Buscamos ver el gradiente entre las zonas de cultivo y las no cultivadas. Estas últimas son el lugar prístino, natural y ahí tenemos una gran riqueza específica. En cambio en lugares que han sido modificados tenemos abundancia, pero no variedad de especies", explicó Farina.
Fumigaciones ¿sí o no?
Para Farina, fumigar o aplicar insecticidas contra los "bichos" puede llegar a ser contraproducente. "Muchas veces los insectos reaccionan rápidamente a determinados venenos y forman resistencia, entonces antes que fumigar hay que saber qué está pasando y en qué momento hacerlo".
Esto tiene que ver con que "los insecticidas en general son pietroides que voltean cuanta cosa anda dando vueltas. Eso hace a una pérdida de la biodiversidad. Lo que se logra es matar lo que nosotros consideramos plaga y a su enemigo natural también y lo que pase, probablemente, es que la plaga tenga una recuperación más rápida que el enemigo natural entonces va a haber un pulso mucho mayor en la temporada siguiente".
En ese sentido ejemplificó el caso de las moscas y los aguaciles. "Las moscas tienen ciclo mensual, los aguaciles anual. Cuando se fumiga porque hay muchas moscas, éstas reaparecen al mes, y no hay aguaciles que las controlen naturalmente".
"No digo que no hay que fumigar, sino ser selectivo, porque si no va en contra del equilibrio y en contra de lo que queremos, porque no queremos bichos, pero vamos a tener muchos más" definió.
Situación local
Al hacer una lectura de la situación ambiental de la ciudad y sus alrededores, Juan Farina consideró que "tiene una buena nota". "Los que estamos en esto nos asombramos de la diversidad que tenemos, sobre todo en la zona rural", aseguró, aunque aclaró que "habría que cuidar algunos lugares" como por ejemplo la Laguna de los Padres a la que definió como "uno de los mejores lugares que tenemos en cuanto a naturalidad y como espacio recreativo".
¿Para qué sirven?
Sin lugar a dudas el grupo biológico que mejor representa la diversidad biológica es el de los insectos, dado que son los animales más abundantes del planeta. Ellos solos representan el 90% de todas las especies animales conocidas, habiéndose descripto unas 800.000 especies, cifra considerada el 10 % o menos de la cantidad real.
A pesar de su abundancia y conspicuidad gran parte de ellos son ignorados, probablemente por su pequeño tamaño, sus complejos ciclos de vida y el desconocimiento de sus hábitats.
Desde el punto de vista evolutivo los insectos son los invertebrados más evolucionados y mejor adaptados a las condiciones del planeta y su relación con los demás seres vivos es tan comprometida que no se concebiría la vida sobre la Tierra sin ellos. Entre lo más destacable de sus roles, se puede decir que constituyen la fuente primaria de alimentos de muchas especies animales y son los responsables de la fecundación de la mayoría de las plantas con flores.
La relación con el hombre es obviamente directa: están vinculados en los aspectos de la salud y la higiene, tanto de él como de sus animales domésticos, en la producción de vegetales para consumo u ornamentales, etc. Por tal razón, los insectos provocan un gran impacto en la economía humana, ya sea por los beneficios de las especies consideradas "aliadas" como por los perjuicios de las que constituyen plagas y flagelos.