Fernando Sendra en Mar del Plata
El dibujante inaugura hoy la muestra "Vacaciones con Matías" en el Castagnino. Mañana ofrecerá una charla. Habló de su profesión y de su querido personaje. "Ahora hay una especie de reconocimiento social" del dibujante, dijo.
"Durante este mes de julio se cumplen cuarenta años desde que publiqué mi primer dibujo, no sé si es bueno o malo decirlo". Lo dice, con humor, Fernando Sendra, el dibujante que nació en Mar del Plata, autor de la famosa tira "Yo Matías", entre otras. Hoy dejará inaugurada la muestra "Vacaciones con Matías" en el Museo Castagnino, a partir de las 18, una actividad que organiza la Fundación Osde y la secretaría de Cultura local y que estará abierta hasta el 20 de agosto.
Además de las historietas clásicas de este personaje -un niño que quiere comprender el mundo adulto y que tiene reflexiones inocentes-, Sendra propondrá una suerte de recorrido por su universo artístico. Y mañana a las 18,30 ofrecerá una charla abierta al público en el mismo museo.
"La muestra tiene la impronta de otros laburos míos. Yo pasé por varias revistas y diarios, hay trabajos de las décadas del '70, '80 y '90 y también bocetos, objetos, fotos personales, fotos que me sacaron, fotos con amigos, diferentes cosas que tienen que ver con la profesión", dijo, ya en Mar del Plata.
Convencido de que la profesión del ilustrador goza en la actualidad de mayor "reconocimiento social", Sendra comparó esta realidad con la que viven los animales que están en peligro de extinción. "Se da una cosa paradógica, algo similar a lo que vemos en Animal Planet. Cuando los animales se van extinguiendo es cuando más se ven, antes yo no veía a los animales, ahora se ven en todas partes, en todos los canales. Con los dibujantes pasa lo mismo".
Y recordó que, en el pasado, existían revistas como Satiricón, Rico Tipo, Fantasía, Intérvalo, El Tony, Dartagnan, Patoruzú, Lupin y otras más donde gobernaba el género de la historieta y capturaba a todos los públicos. "Curiosamente, hoy se valoran más a los dibujantes que antes", consideró.
"Ahora hay como una especie de reconocimiento social, cuando yo era chico lo que producía esta profesión era mal visto, hoy se dieron cuenta de que la historieta es un género que ayuda a incorporar conocimiento, que ayuda a generar conducta, que ayuda a un montón de cosas y se reconoce que hay buenos y malos dibujantes, que hay buenos y malos historietistas o humoristas", agregó.
-¿Cree que la historieta es una puerta de entrada a la lectura?
-Eso me da pudor, porque significa que la lectura es un género mayor, y yo creo que la historieta es un buen género, es sensible, permite conectar desde otro lado. Lógicamente la lectura es el género madre de todas estas cosas pero yo quisiera que la literatura sea una cosa y que la historieta sea otra. La historieta es para que la gente lea historieta, nada más.
-¿Cómo nació Matías?
-Yo hacía una historieta que se llamaba "Prudencio", que era un guapo de la década del '20 o '30, con esa cosa tanguera, de arrabal. La verdad es que yo me crié con eso pero estaba demodé. Dibujaba a Prudencio mientras en mi casa convivía con cuatro chicos que tenían entre 1 año y medio y nueve, mis hijos, con el plus de que mi esposa trabajaba afuera y yo estaba todo el día con los chicos. A eso se agregaba que mis materiales de trabajo les encantaban a los chicos, eran lápices de colores, papeles, plastilinas, esas cosas que a los pibes les encanta. Me pasaba el día con los chicos en mi estudio, con mucho gusto, por otra parte, pero era inevitable que eso surgiera como una expresión, porque era lo que yo vivía.
Sendra nació en Jujuy y Rivadavia, en una zona que, entonces, carecía de luz. "Tenía 8 o 9 años y recuerdo que había dos formas de saber si la persona que venía era hombre o mujer: si era mujer se escuchaban los taquitos, si era hombre se veía la luz del cigarrillo que subía y bajaba, era una zona oscura, negra", dijo.
Hijo de padre español que no tenía familiares en Argentina y de una madre marplatense, Sendra nació en Mar del Plata, acaso por decisión de su madre. "Ella se debe haber sentido muy protegida por la familia, porque allá, en Buenos Aires, mi viejo se iba a laburar y ella se quedaba sola muchas horas del día, entonces seguramente se debe haber venido acá en busca del ámbito familiar protector", entendió.