"Mar del Plata y Titanes en el Ring son indivisibles"
El libro "El Gran Martín", de Daniel Roncoli, nos transporta a nuestra infancia y produce el reencuentro de esos años mágicos de cuatro generaciones de argentinos.
por Vito Amalfitano
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Titanes en el Ring fue más que una troupe de catch o uno de los más exitosos programas de la televisión argentina. Titanes en el Ring fue nada más y nada menos que un pedazo entrañable de nuestra infancia. Y como dice Daniel Roncoli, periodista, actor, escritor, el autor de “El Gran Martín, vida y obra de Karadagián y sus Titanes”, de Editorial Planeta, es el reencuentro y la identificación común entre las infancias de “cuatro generaciones de argentinos”.
Están los que los vieron en el desaparecido estadio Bristol, quienes los seguimos con unción en el gimnasio de Pompeya, en el CEF o en Quilmes, o, más acá en el tiempo, los que los disfrutaron en la mítica esquina de la carpa de Buenos Aires y Moreno.
Por eso, ademas de una biografía de un personaje tan apasionante como Martín Karadagián, o la historia del programa Titanes en el Ring, o el relato de la historias de vida de los otros personajes, “El Gran Martín” es un libro sobre nuestras propias vidas, o más bien de sus albores, de nuestros entramados mundos interiores que habitaban en nuestras infancias. A la manera del notable escritor británico Nick Hornby, quien en sus “Fiebre en las Gradas” cuenta su vida y LA vida, con todos sus misterios, a partir de los partidos de su amado equipo de fútbol, el Arsenal, poniéndolos como referencia, Roncoli penetra de la misma manera en nuestros corazones y nos pone un espejo a nuestra infancia al hacernos revivir cada pelea, cada velada, cada paso del hombre de la barra de hielo por alrededor del ring de los Titanes.
No parece casual la asociación. Daniel Roncoli llega a este libro, que ya es best seller en Argentina, desde su tríptico de literatura futbolera que se hizo “de culto” en el ambiente: sus libros Instrucciones para Embellecer el Domingo, Resaca de Potrero y Canilleras en el Alma. Y llega también desde su espectáculo Mil Palabras a la Redonda, ganador del premio Estrella de Mar en 2011, junto al Maestro Marcelo Baldonedo.
Ahora, antes de la primera presentación de “El Gran Martín” en Mar del Plata, Daniel Roncoli habló con LA CAPITAL de esta obra que, efectivamente, le llega al corazón a cuatro generaciones de argentinos.
- Seguramente pasa por ahí el secreto del éxito y la repercusión de este libro a 50 años de la primera presentación de Titanes en el Ring. Y es que nos despierta particularmente momentos inolvidables de nuestra infancia, y ese sentimiento le llega a varias generaciones....
- Sospecho que ese es el motor del interés, los mundos interiores, los paraísos privados, las connotaciones personales que despierta para cada uno la asociación de Titanes en el Ring con una etapa entrañable de su vida. Borges aseveraba que la infancia es la patria del hombre y considero en esa línea que Titanes es un pedacito de tierra, un patio, en que cuatro generaciones de argentinos podemos encontrarnos, tener un código y un lenguaje común, saber de qué se trata sin preámbulos, y generarnos con la sola evocación una sonrisa plácida.
- El paso o los pasos de Titanes por Mar del Plata fueron significativos. Marcaron mi infancia como la de tantos otros. ¿Esta ciudad también fue especial para ellos, los Titanes, como para nosotros, o tenía que ver con el éxito que disfrutaban en todo el país?
- No, no, Mar del Plata y Titanes en el Ring son indivisibles. Martín veraneaba en la ciudad cuando era luchador, antes de la tele, y en el primer año del suceso televisivo, en 1962, ya hizo presentaciones en el Estadio Bristol. No eran temporadas como las que concebimos hoy, pero la tomó como base de operaciones e hizo múltiples funciones y desde allí partió a trabajar en la zona de influencia. Con el correr de los años, en el apogeo, fue uno de los éxitos de cada verano por la empatía que encontraba el show con las familias de todo el país. E incluso fue taquillero en los años en que el programa no apareció en televisión. La promoción “tracción a sangre” que ejercía Karadagián, mostrándose y dejándose fotografiar en Punta Iglesias o la Bristol, muchas veces con la troupe, eran una atracción que se consumaba en las multitudes que los siguieron en las carpas de la avenida Luro o la de la calle Buenos Aires o el Palacio de los Deportes, por tomar los lugares más populares. Esas temporadas permitían ver de cerca a todos los ídolos pero, también, en muchas ocasiones, sirvieron para el lanzamiento, la prueba, la afinación de personajes estreno, que llegaron posteriormente a la pantalla, tras pasar por Mar del Plata, tales los casos de STP o Dink-C, por tomar un par.
- ¿Cómo definirías a Martín Karadagián, el personaje central de tu obra, en pocas palabras?
- Fue el ideólogo de la fábrica más grande de fantasías que dio la República Argentina, de la que fue su principal cliente y, a su vez, el más reputado de sus exégetas.
- El libro El Gran Martín, ¿es su biografía?
- No exclusivamente. Se podría decir que la vida de Karadagián, su vida privada y pública, son la médula del libro que, además, contiene la historia del programa Titanes en el Ring, las historias de vida de sus luchadores, el anecdotario y un diccionario de más de doscientas páginas donde se describen todos los personajes y alternativas del programa con desarrollo, estadística y datos de color. Y es tan rico el fenómeno que las casi 800 páginas no alcanzaron para todo el material. Hay todavía historias muy interesantes que no fueron excluídas porque sean menos que otras sino porque traté de equilibrar las épocas para que los lectores de las distintas generaciones se sintieran representados.
- Entonces, ¿Qué anécdota o historia te quedaste con ganas de que integre el libro?
- Muchas, una que a mí me divierte tiene como protagonista a Benito Durante. Y te la pasó tal cual la escribí y quedó afuera: Es una anécdota que pinta la época cándida en que se desarrolló el apogeo del programa Titanes en el Ring. Corría 1967 y el show llegó a San Luis. Trabajaron en un estadio de fútbol, “a reventar”. En aquella época para mejorar su cachet y porque convenía viajar con menos gente, el italiano hacía también el personaje enmascarado de Frankestein. Astro en trabajar con la gente, Benito logró que el pública odiara al monstruo. La consagración de su objetivo fue tan perfecta que al bajar del ring lo corrió una horda de gente que lo quería matar. Arrinconado, el tipo decidió enfrentarlos con su fortaleza, corriendo por el medio de la turba, abriéndose paso a los golpes sin descuidar su atuendo para que no se develara el misterio. Llegó casi desarropado al vestuario. Los que lo querían ajusticiar terminaron peleándose entre ellos. Un policía, de provincia,- hablamos de los sesenta-, llegó al vestuario. Golpeó la puerta y pidió por Karadagián. "Martín, perdón, mire el escándalo que se armó. Vengo a detener a Frankestein", dijo. "No, oficial, acá no está. Lo trae un científico en un ataúd, le aplica una inyección, lucha, luego lo duerme con otra inyección y se lo lleva. No viene con nosotros, ya debe estar camino a Alemania", procuró ser verosímil el Campeón del Mundo aguantando la risa. "Ya me parecía, Martín, no lo molesto más", se convenció el agente.
- Tengo entendido que el último luchador entrevistado por vos para el libro es de Mar del Plata o vive aquí…
- Sí, se trata de Carlotto, nada menos que primer catcher presentado en Titanes. El 3 de marzo de 1962, en la emisión uno, abrió el recorrido de las peleas. Luego entró su rival, el peruano Boby Olson -aparecía como canadiense-. El verdadero nombre de Carlotto es Juan Gil Gómez. Es muy loco, porque es el último entrevistado y el primer catcher. Lo entrevisté como media docena de veces por lo menos y me convertí en un buen conocido. Sí, yo estaba en Mar del Plata, que es su tierra adoptiva, en el último verano, y justo me sorprendió la noticia de que tuvo un ACV. Cuando comenzó a reponerse, espontáneamente, volvió a contarme una de sus apasionantes historias, de los días que vivió en la cárcel, en pleno suceso como titán. Los detalles están en el libro.
- Y que presencias te conmovieron más en las presentaciones que ya se hicieron del libro con varios de los Titanes…?
- La de varios herederos, los de Ararat, Boo, Gengis Khan, Goitía, Bargach, el hijo mayor de Mister Chile que vive pero se encuentra enfermo, y entre los luchadores la del Indio Comanche. Don Elías, el Indio Comanche, sale muy poco, casi no se muestra en público, y estuvo ahí con sus 87 años. En la presentación del 6 de marzo los casi cincuenta titanes que estuvieron se sacaron fotos con él, lo veneraban. Me pareció un maravilloso homenaje para un caballero y maravilloso intérprete, el del mítico personaje de indio con sus surrealistas dedos magnéticos.
- ¿Quién era tu ídolo, entre todos los titanes?
- El Caballero Rojo y Rodolfo Di Sarli, aunque sinceramente admiro a muchísimos de los protagonistas del programa desde Karadagián a Fabián Ventoso, El Hacker, pasando por decenas de intérpretes, árbitros, personajes laterales o profesionales del micrófono de distintas troupes.
- ¿Cuáles son las primeras repercusiones, cómo es ese “rebote” con las cuatro generaciones?
- Lo más conmovedor es que varios lectores me agradecen Titanes en el Ring, como si yo fuese Martín. Tengo en claro que esas demostraciones de afecto no me pertenecen. De algún modo es la persona que tienen más a mano y sienten que a través del libro el recuerdo tomó categoría. Lo recibo con un poco de vergüenza, digamos timidez, y con un recóndito placer por saldar de este modo una deuda afectiva general y personal. En todo caso, el libro es una motivación y yo la estafeta donde los fanáticos del programa dejan su carta de amor para Martín y sus gloriosos titanes.
