"Road July", la presencia mendocina
El largometraje dirigido por Gaspar Gómez logró arrancar sostenidos aplausos y sentimientos de emoción entre los espectadores.
Con la aclamada presentación de la pequeña Federica Caferatta protagonista del exquisito film "Road July", se proyectó la cinta de producción mendocina en el 25º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Seleccionada para participar de la Competencia Argentina, este segundo largometraje dirigido por Gaspar Gómez logró arrancar sostenidos aplausos y sentimientos de emoción entre los espectadores que concurrieron al Teatro Colón y pudieron tomar contacto con la niña protagonista de la película.
"Como productores del interior destacamos las acciones federales del Instituto de Cine ", afirmó Gómez, y agregó "que una película producida íntegramente en una provincia haya logrado participar de la Competencia Argentina dentro de un festival internacional es muy importante para nosotros".
Por su parte Federica Caferatta se mostró feliz de participar de esta competencia internacional y con una amplia sonrisa recordó los gratos momentos vividos durante la filmación. "Fue muy divertido hacer la película en la ruta y espero viajar a otros festivales", indicó con timidez.
"Road July" se rodó casi íntegramente sobre la ruta 40, que une Mendoza capital con San Rafael a lo largo de nueve departamentos provinciales."Es una historia con mucho sentimiento y autosuperación de los errores que relata el proceso de acercamiento entre un padre y su hija de 10 años con quien convive por primera vez desde su nacimiento", reseñó Gómez.
Acerca de "Road July"
Un Citroën azul atraviesa una ruta polvorienta camino a San Rafael, Mendoza: a bordo, dos siluetas y poco equipaje más que un radiograbador y un baúl lleno de chucherías.
Una road movie iniciática; una historia sobre el encuentro de dos personas con un pasado ausente que las une; un relato sobre la autosuperación de los errores.
Esas son algunas de las huellas que decide dejar el segundo largometraje de Gaspar Gómez sobre el paisaje atravesado por su historia, que es la del proceso de acercamiento entre un padre y su hija de diez años, con quien convive por primera vez desde su nacimiento.
Un poético viaje sin retorno
"Almas muertas", que ya pasó por el Festival de Venecia con muy buenas críticas, remite a antiguas tradiciones que aún sobreviven en el fragmentado territorio de la ex Unión Soviética.
Como el largo viaje ritual de despedida de la esposa recientemente fallecida de Miron, quien le pide que lo acompañe a su amigo y empleado Aist.
Así, con el cuerpo de Tanya en la parte trasera del auto, y de acuerdo a los rituales de una tribu alguna vez emplazada en la región del Volga, el gerente Miron y el taciturno escritor aficionado Aist -un cuarentón sin familia que en realidad apenas puede escribir- ponen rumbo hacia un lejano punto en el horizonte, provistos de la compañía de dos pequeños pájaros.
El camino abrirá las puertas a la confesión y al recuerdo -Miron no tendrá reparos en compartir sus más íntimos secretos conyugales, sin omitir detalles eróticos- y a las inevitables preguntas sobre la identidad, la memoria y la fugacidad de nuestro paso por la tierra. Y a medida que se acerquen a su destino, el relato se irá despojando de todo aquello que no sea lo esencial, hasta quedar sólo ellos dos, el paisaje y el pasado desnudo, tan expuestos como las almas de sus protagonistas.
Buena dosis de pintorequismo y una siempre presente veta poética y literaria se aunan a los bellísimos planos para ofrecer una película que pasó por la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata dejando un dulce recuerdo para quienes asistieron a su estreno.