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16-06-2012

No llores por mí Cristina

Lo bueno y lo malo de discurso de la presidenta por Malvinas ante un comité de Naciones Unidas.

por Gabriel C. Salvia (*)

El discurso de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner pronunciado en la reciente Sesión del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas tuvo mucha carga emotiva, fue demasiado extenso y sólo presentó como aspecto destacable la mención de un antecedente histórico muy interesante, como fueron las negociaciones durante el tercer gobierno de Juan Perón.

En el año 1974, se estuvo avanzando durante un tiempo en un proyecto de administración argentino-británica de las islas Malvinas mediante un condominio, algo inviable de implementar en la actualidad con una gobernante poco amigable al diálogo y la búsqueda de consensos.

Pero, además de reiterar esta obsesión malvinera en utilizar este sensible y popular tema de la misma manera que lo hacen los ingleses -para desatender así a la ciudadanía de los acuciantes problemas domésticos- el discurso presidencial dejó al descubierto aspectos contradictorios y cuestionables.

Entre los pasajes ciertamente insólitos del discurso presidencial sobresale la referencia al "relato internacional" sobre la última dictadura militar, al mejor estilo exculpatorio: "íQué culpas tenemos los argentinos de lo que nos pasó a partir del 24 de marzo de 1976!... ¿Por qué, entonces, nos denostan (sic) a nosotros que no tuvimos absolutamente nada que ver con esa dictadura? Es más, fuimos firmes opositores", dijo.

Esto último, en el caso de CFK y de su fallecido esposo Néstor, como es sabido, no es cierto.

Ahora, lo más grave fue cuando señaló que "esa misma dictadura que decidió unilateralmente -sin consulta a ningún argentino - los hechos del 2 de abril", agregando: "cuando yo veía hoy en el 10 de Downing Street ondear la bandera que ellos llaman de la Islas Falkland, sentí vergüenza ajena, señor Presidente, porque las guerras no se festejan ni se conmemoran. ¿Sabe por qué? Porque la guerra costó muchas vidas".

¿Podrá entonces aclarar la Presidenta por qué motivo el 2 de abril es feriado nacional en la Argentina? ¿Cómo articula la lógica de su discurso con la existencia de un feriado en el país donde ella actualmente es Jefa de Estado, que recuerda el día en que un gobierno ilegítimo, violador de derechos humanos, inició una invasión militar?

Y por cierto, ¿como juzga Cristina el papel que tuvieron muchos de los países que apoyaron "solidariamente" la acción bélica de la dictadura militar y hoy respaldan el reclamo del gobierno democrático argentino en la ONU?

Si bien el feriado del 2 de abril se fijó por Ley durante el gobierno de la Alianza, la iniciativa también contó con su voto cuando era legisladora nacional y, de esa manera, se eliminó el del 10 de junio "Día de la Afirmación de los Derechos argentinos sobre las Malvinas, Islas y Sector Antártico".

En ese feriado se recordaba la creación, en 1829, de la "Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos en el Mar Atlántico", por un Decreto del gobernador interino de la Provincia de Buenos Aires, brigadier general Martín Rodríguez.

Como dato de color, especial para los programas de humor político, quedará la sarcástica afirmación presidencial: "Yo me atrevo a decir que en pocos países del mundo hay tanta libertad como en la República Argentina y tanto respeto por los derechos del otro, derechos de igualdad, derechos de libertad, derechos de expresión". Le faltó agregar "menos la libertad de comprar diez dólares", como reza el chiste que circula por Internet en estos días.

De ese discurso ante el Comité de la ONU hay que reconocerle a la Presidenta dos grandes verdades. La primera es que "tal vez, lo que no logre la política, finalmente lo termine logrando la economía".

Y la segunda, cuando antes de finalizar sus palabras destacó lo siguiente: "creo que luego de las intervenciones del señor Bets y del señor Vernet, ni siquiera hubiera sido necesaria mi intervención".

(*): director general del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).