Volvieron los reclamos en Egipto
Miles de personas llenaron la Plaza Tahrir para manifestarse en contra de la corrupción y a pedir justicia.
EL CAIRO, Egipto.- "Estamos dispuestas a morir esta tarde. Venimos aquí para ser libres", le dijo Saluah a la agencia Télam apostada en unos de los laterales de la Plaza Tahrir.
Inés y Suher, que repiten su discurso, acompañan a esta relacionista pública de mediana edad.
Las tres son instruídas, elegantes y se destacan por su femineidad. No llevan hijab (pañuelo que cubre la cabeza de las musulmanas), pero han decidido portar sobre uno de sus hombros una tela de lino, blanca, bordada. Es el mítico kafan que representa el envoltorio de los que mueren. Por eso ellas gritan, "libertad o muerte".
"No lo hago sólo por mí, sino por mis hijos y mis nietos. Queremos ser libres" señaló Inés, mientras reafirmaba la causa común con sus compañeras de reivindicaciones.
"Amamos a Egipto y es necesario que los corruptos sean juzgados. Hasta ahora no ha pasado nada serio", apuntó Suher Nadur con el rostro cubierto por unos distinguidos anteojos de sol.
Las tres mujeres están en la Plaza Tahrir o de la Liberación desde que el muecín -el miembro de la mezquita encargado de realizar la llamada al rezo o adhan cinco veces al día- concluyera con su convocatoria a la oración comunitaria de los viernes al mediodía.
Especialmente ayer, las voces tenían más fuerza y entusiasmo, como cuando hay mensajes políticos desde los minaretes de "La Victoriosa" -como se denomina a El Cairo- y el Allah Akbar (Alá es Grande) resuena como un trueno.
Ellas no están solas, ni cantan solas, ni bailan solas. Son miles los jóvenes, adultos y niños que han asistido al lugar bajo un sol abrasador que producía numerosos desmayos.
Las ambulancias del Ministerio de Salud y Población -instaladas frente al Museo Nacional de Egipto y a cien metros de la concentración- no cesaban de asistir a los manifestantes.
El teléfono 123 de emergencias fue -en el día de hoy- uno de los más solicitados.
Es que toda la toda la plaza retumbó desde los diferentes escenarios que se montaron alrededor de la circunvalación que dibuja el lugar. Desde cada tarima se realizan reclamos similares.
"Justicia para Egipto. Fuera los corruptos", alzaban sus voces los oradores llegados desde todos los rincones de la ciudad de 20 mllones de habitantes.
En sitios de Internet, los "Jóvenes del 25 de enero" piden al primer ministro Essam Sharaf, a quien ellos mismos solicitaron como candidato a jefe de gobierno, que se una a las manifestaciones, y lo critican por "nombramientos de incompetentes" y por la aprobación del decreto ley que prohíbe manifestaciones y sentadas.
Las columnas de manifestantes confluían desde las calles en diagonal que cruzan la plaza. Todas tenían un líder que tenía la voz cantante y marcaba el ritmo. Porque de cantar se trata también esta "revolución permanente", término con la que llaman los egipcios a estos reclamos que no cesan. La protesta, convocada por la Coalición de la Juventud de la Revolución, recordó las demandas revolucionarias como la reducción de los poderes presidenciales, la disolución del Partido Nacional Democrático de Mubarak, el fin del estado de emergencia y la liberación de los presos políticos.
Y todos esos reclamos se realizan con voces que se alzan en cantos, repitiéndose al unísono desde todos los puntos cardinales y componiendo un eco acompasado. Todos piden justicia. Justicia sin perdón para los miembros del gobierno de Hosni Mubarak que sigue gozando de su prisión dorada en Sharm El-Sheik, el centro turístico más desarrollado de la Península del Sinaí, a orillas del mágico Mar Rojo.
Y si Saluah, Inés y Suher no estaban solas, todos estaban acompañados por otros. Tantos, que superaban las 10 mil personas y las banderas egipcias flameaban junto con la palestina y yemení uniéndose en un reclamo que afecta a todo el mundo árabe. Un mundo árabe heterogéneo, con visiones y políticas diferentes. Hoy al mediodía, las banderas verdes libias fueron interceptadas por los organizadores de la marcha cuando intentaban ingresar por el lado norte.
"La gente quiere deshacerse de la corrupción para salvar la revolución", se leía textualmente en inglés, francés, alemán y ruso en un inmenso cartel sostenido por dos manifestantes.
Siempre, todos minuciosanmente vigilados bajo la atenta mirada y las cámaras de cientos de servicios de inteligencia en activo, que siguen ejerciendo el control sobre los que reclaman por sus derechos humanos y civiles.
"Yes, we can" (Si, podemos), rezaba una de las remeras de los particpantes en el reclamo, reiterando en clave egipcia el slogan de campaña de Barack Obama.
"Estamos aquí porque nosotros también podemos cambiar. Sí, nosotros podemos cambiar y los vamos a hacer", le reafirmó a esta enviada.