Los héroes de la gran hazaña del "Trébol", 50 años después
El rugby es el primer y único deporte colectivo en Mar del Plata cuyo seleccionado ganó un Torneo Nacional en el cual intervinieron todos los equipos, incluído el de Capital Federal. En memorable final, superó a Rosario por 16 a 6 y festejó por única vez
por Martín Urribarri
Pasaron 50 años de aquella memorable final del sábado 30 de septiembre de 1961, cuando Mar del Plata venció a Rosario por 16 a 6 en la final del Campeonato Argentino en San Isidro, en la "catedral del rugby", y se consagró campeón.
Muchos chicos que se han iniciado en el rugby en la ciudad, tras las buenas participaciones de Los Pumas en los últimos mundiales, desconocen que hubo un equipo de hombres, en todo el sentido de la palabra, que accedió a un lugar reservado solamente para seis uniones provinciales.
El seleccionado marplatense, en un Parque Camet colmado por más de 2.000 espectadores dejó en el camino en las semifinales a Mendoza, tras 113 minutos de juego, por 14 a 11.
En ese encuentro Mar del Plata fue perdiendo durante todo el partido y pudo empatar con un mítico try del "Potrillo" Sastre, con una conversión muy difícil que el mismo fullback acertó ante el cerrado aplauso de la concurrencia, para ir al alargue.
Los tiempos "extra" fueron tan intensos como desesperantes hasta que Carlos Marenco, el más joven del equipo, con sus 18 años entonces, pudo definir una jugada de los tres cuartos.
En el escalón siguiente, agrandado por haber superado a Buenos Aires, esperaba Rosario.
Héctor "Peti" Tiribelli recuerda aquella final, en un encuentro propiciado por LA CAPITAL: Recuerdo el apoyo incondicional que tuvimos de la concurrencia. Cada tackle nuestro era muy festejado. Los tries eran un carnaval y con ese apoyo, ¿cómo no te vas a agrandar?. Ahí comprendí lo que es jugar con cancha llena, algo que en el rugby se da poco. Nosotros fuimos unos precursores, jugamos todo con los forwards y yo pateaba la pelota cada vez que la tomaba".
A su lado Luis Prieto, ahora, con el paso de los años, confesó: " Yo me paraba por delante de Peti para que no me la pudiera pasar, ya que abrimos dos pelotas y nos destrozaron. El plan era ese, line, montonera y no sacarla de ahí".
Guillermo Beverino manifestó: "El primer try llegó luego de un line y un maul que creo que definió Silvano junto a Cascote Olivera. El segundo fue una pelota rara que no pudo tomar nuestro octavo, Roberto Meyer y la misma salió despedida del scrum. La tomó Luis (por Prieto) y dejando en el camino a dos rivales se pudo filtrar para marcar".
El "Ladrillero" Vial, primer guardavida de un balneario marplatense, en la zona de La Perla, allá por el año 1951, dio sus "métodos de entrenamiento": "Yo trabajaba en la cosecha de papa y luego iba a entrenamiento. No falte nunca al trabajo porque en caso no sobraba nada, así que pedí un permiso especial el jueves anterior a la final para poder entrenar en doble turno. No había gimnasio ni mucho menos, era todo a pulmón".
En el año 1962 Rosario se tomó desquite en un accidentado partido en el que Mar del Plata jugó con 13 jugadores por lesiones en los primeros minutos.
Ese día Luis Prieto jugó como siempre lo hacía y los litoraleños presentaron una denuncia argumentando que no lo podía hacer por militar en Pucará.
La Unión Argentina dio cabida a este reclamo y Mar del Plata no pudo participar en los años ´63 y ´64.
Hubo que esperar hasta fines de los ´70 para volver a tener un equipo competitivo que volviera a mezclarse entre los cuatro mejores del país. Pero aquel recuerdo del 61 quedaría marcado a fuego en la historia del deporte de Mar del Plata.
Se escapó de la clínica y siguió jugando
Eran los tiempos en los cuales el try valía tres puntos. No existían los cambios y las leyes de juego era muy distintas a las de hoy en día.
Cuando corrían diez minutos del primer tiempo del cotejo de semifinales ante los mendocinos, Luis César Prieto sufrió un corte de importancia en su cuero cabelludo.
Como la cosa era para unos cuantos puntos, el doctor Néstor Reales lo cargó en su auto particular y lo trasladó hasta la Clínica Central, ubicada en la intersección de la avenida Independencia y 3 de febrero.
Ataviado con su camiseta blanca ensangrentada, el centro del equipo del "Trébol" soportó la sutura, pero al rato vio que estaba solo en la camilla, tomó sus botines y se fue sigilosamente.
Una enfermera intentó detenerlo, pero Prieto se subió al taxi y dijo " a Parque Camet".
Sus compañeros estaban siendo superados por la visita por 11 a 3 y allí fue cuando pidió reingresar.
Jugó el resto del complemento, los cuatro tiempos suplementarios que fueron necesarios para que Mar del Plata ganara 14 a 11 con try de Carlos Marenco y clasificara para la final.
En silencio, como se fue, Prieto volvió al establecimiento médico y estuvo internado 48 horas.
Marplatenses en la "Catedral del rugby"
Unos cuatrocientos marplatenses viajaron hasta San Isidro para presenciar, en la catedral del rugby, la final del Campeonato Argentino de Rugby 1961.
Como Rosario había dejado en el camino a Buenos Aires y además era el gran candidato a quedarse con el título, la gente se fue volcando por el más "débil".
Moraleja, el seleccionado de la Unión de Rugby de Mar del Plata contó con un apoyo impensado para llegar a su primer y único título.
Juan Carlos Derosa, con un teléfono que estiró por demás su cable, parado sobre el techo de la utilería del CASI, fue el encargado de hacer flashes durante la trasmisión radial que encabezaba el colega Raúl Ramírez.
Cada anotación del seleccionado fue vitoreada en todas las canchas marplatenses que estaban prendidas a la "spika" para seguir las alternativas de esta final.
"Podrían jugar tranquilamente"
Siempre es difícil introducir a algunos personajes en otra época y ponerse a pensar si hubieran descollado en la misma.
Luis Prieto, quien luego de su etapa como jugador estuvo por espacio de 23 años al frente del seleccionado local como entrenador, se animó a afirmar: "Estoy convencido de que los cinco de adelante de aquel equipo, entrenados con los medios de hoy, serían imparables. Podrían jugar tranquilamente. La tercera línea era fantástica, tanto Edgardo Ferrari como La Rosa tenían una técnica descomunal, pero hoy quizás serían marginados por la altura".
"Todo fue cambiando, década a década todo fue distinto y es muy difícil comparar. Nosotros trabajábamos, entrenábamos cuando se podía y no teníamos entrenador. Nos cambiábamos al aire libre, no teníamos materiales para entrenar y todo se hacía a pulmón", agregó Prieto.