No es lo mismo
por Vito Amalfitano
Si algo diferenció a este proceso del anterior en la Selección Argentina de fútbol es que nació con una idea de juego, con una consigna muy clara de tenencia de pelota, con la premisa final de generar para que la estrella ejecute. Es decir, un equipo con suficiente caudal de juego como para abastecer convenientemente al considerado hoy el mejor futbolista del mundo. No que Messi sea el centro como punto de partida, como para que tenga que hacer todo él, sino que Messi sea el centro como destino, pero para que un equipo a su servicio le de la mayor libertad posible.
No estuvo mal, claro, elegir a Barcelona como modelo. Si ese es el hogar en el que Messi se mueve más cómodo. Aunque habría que tener en cuenta siempre que Messi es tan importante para Barcelona como Barcelona para Messi y que la envergadura del equipo lo termina despojando de responsabilidades como para darle rienda suelta a su capacidad de desequilibrio.
Pero, más allá de esos matices,-importantes por cierto-, el camino elegido es el correcto. El problema es cuando la premisa o la consigna se transforman en obsesiones, casi en enfermedades. No se puede hacer todo como en Barcelona, sencillamente porque la Selección no tiene los jugadores de Barcelona. Menos hay que aferrarse rigidamente a esa ?obligación? cuando los ejecutantes no son los ya probados, y pertenecen, por el contrario, a una Selección ?B?,-o en este caso ?C?,- no por las escalas de futbolistas sino por el nulo rodaje-. Y mucho menos todavía hay que insistir con la obsesión cuando ni siquiera está el real objeto de la consigna, que es el propio Lionel Messi.
Hablando en buen criollo: el 4-3-3 con muchos abastecedores de juego para Messi, a la manera de Barcelona, e incluso para que él mismo interactue como abastecedor a partir de los otros dos atacantes como descarga, es una interesante apuesta para la Selección; pero no es lo mismo Xavi ? Busquets ? Iniesta que Banega ? Mascherano ? Cambiasso, y mucho menos Belluschi ? Bolatti ? Tino Costa. Y no hay ningún juicio de valor en las menciones nominales, simplemente datos de la realidad.
Quizá con un mínimo rodaje este mediocampo que se presentó ante Nigeria pueda dar un resultado muy diferente al lapidario 1-4 que sufrimos ayer por tele. O al menos alguno de sus integrantes se podrían adosar con más eficacia al mismo dibujo con otros acompañantes. Pero el problema es que sin un mínimo conocimiento previo se puede correr el riesgo de la descompensación. Y no es una cuestión de andar reclamando volantes de contención. Ni la selección de España campeona del mundo ni el Barcelona mejor equipo de la historia los tiene bien definidos y defienden mejor que nadie. Pero porque se defienden con la pelota. Pero si justamente una línea de tres volantes no consigue la posesión de la pelota, está en problemas.
En suma, lo de Nigeria ha sido un llamado de atención. Más allá de haber afrontado el compromiso con un equipo muy alternativo, el prestigio de la Selección se defiende cada vez que se viste su camiseta. Pero, además, y fundamentalmente, el alerta es para el futuro próximo. Una cosa es tener una idea y tratar de defenderla con convicción, y otra muy distinta aferrarse a un esquema sin comprobar que están los interpretes adecuados.
Como idea está bien, pero Messi en Barcelona juega con dos conductores de juego, Xavi e Iniesta, y en la lista preliminar de la Copa América Batista no incluyó a ninguno, más allá de que Pastore o Banega puedan ejercer circunstancialmente de eso. El hombre adecuado sigue siendo Riquelme, el abastecedor con el que mejor rindió Messi en la Selección. Pero el 10 de Boca está lesionado y es una incógnita como volverá. Si la puerta está cerrada, alertas como el de ayer debieran hacerle entornar la puerta al entrenador. Por las dudas.
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